martes, 1 de enero de 2013

Ángela Jael-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2012

El duende José

 José es uno de los duendes que habita el Bosque de los Sueños. Es simpático, muy charlatán y sumamente laborioso. No para de trabajar: corta madera, recoge hojas, quema las hojas secas, cocina para los otros duendes y, además, es el encargado de lustrar piedras. Esa es la tarea que más le gusta. Todos los días dedica una hora de su tiempo a las piedras. O a las gemas, como él las llama.
Primero, toma entre sus manos los cuarzos anaranjados y los rosados. Luego, las aguamarinas y los lapizlázulis y, finalmente, las amatistas, los rubíes, las esmeraldas y los citrinos.
Es tan feliz entre las gemas que no puede dejar de danzar y de cantar mientras les da brillo con su paño mágico.A los demás duendes les da mucha risa verlo girar como un trompo y cantar a toda voz.
Es el momento más divertido de la tarde, porque aunque se repite cada día, resulta tan divertido ver a José, que todos acuden al claro del bosque para maravillarse con el espectáculo. Las piedras brillan tanto que sus destellos se desparraman entre las hojas, las flores,los troncos y producen un efecto de luces bellísimo, tan increíble que todos desean disfrutarlo.
Josecito queda agotado, por supuesto, pero, al rato, recupera sus fuerzas y vuelve a continuar con sus tareas.
Una tarde, los animalitos del bosque concurrieron a presenciar el Espectáculo de las Luces, como ya todos lo llamaban.

El juego de luces
Una tarde, los animalitos del bosque decidieron presenciar el " espectáculo de las luces" del duende José.Se engalanaron como para concurrir a una fiesta. Pues, sí, según se contaba por allí, el momento en el que el duende lustraba sus gemas era realmente una fiesta. Y ahí estaban: la cebra, con sus rayas transformadas en cuadraditos en medio de los cuales se alojaban las mariposas; un bambi con todas las luciérnagas sentadas sobre su lomo; un osito con una guirnalda formada por violetas, margaritas y fresias; muchas ardillitas, monitos y todas las aves, que como eran muy curiosas, fueron las primeras en llegar.
Los animalitos se sentaron en el claro del bosque. En el centro, José había acomodado sus piedras y se disponía a darles brillo.
De pronto, se oyó una melodía muy alegre y, lentamente, José empezó a danzar. Tomaba una piedra, le pasaba su paño mágico mientras bailaba y cantaba, y, cuando terminaba empezaba con otra. Las gemas quedaban tan relucientes que sus resplandores llegaban a todo el bosque. Los animalitos, entusiasmados, comenzaron a moverse al compás de la música.Y se formó una gran rueda a la que se sumaron los otros duendes y las hadas. ¡Qué gran fiesta!
Todos reían felices y divertidos hasta que José terminó con su tarea y ellos dejaron también de bailar y de cantar. Muy lentamente se fueron sentando y todos comenzaron a aplaudir. Fue una tarde de dicha y cada uno volvió, muy feliz, a su hogar.


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