De piedra
Estamos hechos de piedra, sin memoria ni
lágrimas
nos cubre la nieve, cómplice del aire.
Nada perturba la arena fría del alma.
El agua crece y el
mar oscuro devora la esperanza.
Los ojos grandes,
los pies chiquitos.
La fiebre que interroga a la plegaria
No hay raíces aferradas y crece la pesadilla
del agua.
El mañana es la versión celeste de las
sombras.
La cosecha era una
hermosa palabra.
Un hombre se
diluye en la canoa por un camino de sol.
-rubias estrías
sobre la lluvia estancada-
Las casas levantan
los techos con sus manos ajadas
pasa el río
corriendo desbocado.
No hay ojos ni
manos que contengan la rabia.
Somos una raza de
piedra que llora lágrimas de cuarzo.
En la noche el
agua crece, no sirven las ligaduras del llanto.
-Sirve eso que
todavía nos falta-
Una raza de piedra
se hundirá callada.
Conozco el
epitafio.
El arca va y viene
meciéndose en el polvo
el ave abrirá sus
alas sobre el faro
las manos
dibujadas, el enigma a descifrar.
La historia
nombrará un pueblo caído desde el cielo.
Raza de piedra.
Llanto de cuarzo.
Angustia arcana.
Tristeza.
Una gran tristeza.
El agua apagará
siempre el fuego
el mar borrará los
castillos en la playa
mañana otra arena,
otras chispas
distintas voces,
una nueva raza.
Del libro: En la geografía de mis manos
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