Con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
CARTA DE PENÉLOPE
Magdala, 26 de
agosto……….
Mi amor:
te extraño, hace mucho que no llegás al
pueblo, igual te sigo amando, como la chica de la fotonovela que espera y
espera que regrese su galán. Pero nuestro amor no es
así. La última vez que viniste prometiste volver como hacías siempre. Algo raro
está pasando, ya van varios días que llego a la estación a esperar que el tren
se detenga, bajes de él con una sonrisa, me abraces, me beses, me digas
palabras hermosas y caminemos tomados de las manos. Hoy, después que pasó la
hora en que tenía que llegar el tren, fui a la oficina del jefe, Don Ramiro, a
preguntarle por qué no llegaba si siempre ha sido puntual. Pero la puerta
estaba cerrada, lo mismo que las boleterías. No había ni jefe ni boleteros.
Igual me senté en el único banco, esperé, esperé mucho tiempo hasta que se hizo
de noche.
Mi mamá me vino
a buscar, me retó, como siempre, y me dijo que ya no habría tren, que lo vendieron y que los nuevos
dueños decidieron que no circulara más. Ella no quiere que te ame, el panadero,
que un día llegó a casa y allí se quedó, dice que yo vivo en otro mundo y que
no me doy cuenta de lo que pasa. Creo que no sabe que te sigo amando, que te
espero y que uno de estos días vas a volver. Entonces, iremos a buscar al bebé
para que nos vayamos los tres de este pueblo feo. Ya te conté que mi mamá se lo
dio a una familia de la ciudad para que lo cuidara hasta que yo me repusiera
del parto. Además, tenemos que bautizarlo, pero no aquí, lo haremos en otro
pueblo. El padre Román, que cada día está más viejo, más feo y más gruñón, no
me deja entrar a la parroquia. Las mujeres santulonas, viejas, feas y
chismosas, mueven las cabezas de arriba abajo mientras dicen:- tiene razón,
padre-. ¿Qué saben ellas y el cura? Seguro que nunca vivieron momentos hermosos
como los que disfrutamos nosotros.
¿Te acordás del
baile de primavera en el Club Social? Estabas tan elegante! Y yo me sentía una
princesa con el vestido de organza rosado. Esa noche bailamos mirándonos a los
ojos, apretaditos. Fuimos eternamente felices cuando nos apartamos del salón y
entre los arbustos de las coronas de novias, unimos nuestros cuerpos y almas.
Ayer me
encontré con Fidel, el comisionista, me dijo que como el tren no pasa más,
mucha gente se quedó sin trabajo y se fue del pueblo. Él sigue haciendo el
suyo, pero ahora viaja en ómnibus. Mañana voy a esperarte en la estación de
servicios de Sánchez que es en donde paran los ómnibus. Seguro que te veré
bajar sonriendo, me abrazarás, me besarás, caminaremos tomados de las manos e
iremos a buscar al bebé. Por las noches, sueño con él, escucho su llanto. Tenés
que apurarte, nos necesita, yo te necesito. Sos el único que me ha dicho que me
amás, que soy única, que jamás te apartarás de mí.
¡Volvé, mi
amor! Te espero. Tuya
Penélope
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