ROLANDO REVAGLIATTI “CORONA DE CALOR”, Edición
de “La Luna Que”.
2004
En relación a la fecha de impresión del presente libro de poemas, no es
una novedad ya que hace varios años que estaría circulando y recién –por esas
circunstancias que tiene la poesía que es como un mensaje atemporal e
imperecedero- llega a esta revista Poesía de Rosario “Corona de Calor”
con ilustraciones de Nélida Vélez, Rafael Marín, Clara Bullrich y Martín
Micharvegas.
En seis capítulos RR. con poemas frontales hasta la sorpresa
o la interrogación lleva al lector por el itinerario más íntimo de sus
pasiones amorosas. Digo frontales como podría decir francos,
abiertos en una espontaneidad sencilla, sin alardes retóricos. Su poesía
traza el decurso de su vida amatoria y desnudo de atavismos se nombra y
las nombra a todas esas mujeres que por ella transitaron, haciendo un
pormenorizado -y por momento cargado de humoradas y toques incisivos-
racconto del sexo y sus instancias. Vale para el autor,
el antes, el durante y el después, momentos de una misma acción pero, en suma,
pasados por el filtro del poeta quien se regodea en el sito más íntimo de la
relación amorosa. También se hace presente el tiempo de la adolescencia, aquellas
instancias augurales del descubrir el cuerpo y de aprender a entrelazarlo con
otros cuerpos: en “Interferido” dice: “Había sido en soledad y
adolescencia/cuando creando yo las delicadas condiciones para la
eyaculación/adviniera el orgasmo/te/me apareciste/ y me / reconviniste / “en
soledad, no, dijiste/ y de mi adolescencia hiciste/lo que quisiste” sincero,
simple, como lo son esos momentos en que lo revelado se manifiesta mezclado
entre la soledad, el temor y todas las posibilidades esperándonos.
Pero no sólo esto es lo que circula, a veces y a modo de
familiaridad, confiesa al lector que tras todo ese andamiaje honrando los
encuentros, está como patrón indispensable el amor. En el poema “Amarte”
asegura: “Amarte va conmigo/Que me ames/ me espera/ Me cala/amarte/ Que
me ames me autoriza/ A la emoción de amarte/la acústica de tu amor”. Este
texto breve es de un discurrir ese estado simbiótico del amor podríamos
decir atemperado, suave, pero inmediatamente antes, lo precede otro poema
“Me hiciste, me diste” que contrapone al anterior con una fuerza
erótica que el poeta maneja con una plasticidad y una dinámica que
sorprende, casi como si se estuviera viendo una escena de sexo, si eso es lo
que se propuso lo logró exitosamente y para ello lo transcribo:
I “Me hiciste creer/que me necesitabas arriba/Me hiciste creer/ que me
necesitabas abajo. / Arriba/y abajo/Y con suficiencia/ Y con desparpajo/
Arriba/ y Abajo/ rodemos, II Me diste a entender que nada/tenías
encima/teneme encima/ Me diste a entender que nada/ tenías debajo: / teneme
debajo:/ Encima/y debajo/ofreciéndonos el regodeo/(no sólo)/de la
contemplación” Poesía amatoria y erótica, como ya se dijo, realizada a
fuerza de temperamento y tratada como el elixir de su vida y de la vida, ese Eros
que no sólo sostiene la conjugación de los tantos verbos incluidos o
metaforizados en su discurso sino fundamentalmente los ritos de acercamiento,
cópula y reposo que luego hace del juego amoroso el gran justificativo del
“estar vivo” y del “seguirse viviendo” en la posterior fusión en la que
el hombre entero se entrega, el poema.
MÓNICA ANGELINO “ESTIGMAS Y DESECHOS”. Editorial
Artesanal Kereme. 2011
La autora de este libro valioso en primera instancia por el esfuerzo de
“lo artesanal” que como tributo a la poesía se labra lejos de los mercados
habituales, se pare con la humildad conque también debiera parirse el poema, en
todos los casos e ineludiblemente, decía la autora misma prologa el ejemplar y
nos comienzas hablando de su acercamiento al taller de poesía de Rolando
Revagliatti en calidad de alumna. Dice: “Me encontré con un hombre desopilante,
histriónico (…) A poco de andar fui descubriendo a la persona detrás del
personaje. Al Rolando que ve la vida de una manera desesperanzada (…)
Revagliatti no tiene otra ambición como coordinador que no sea provocar la
palabra hasta que la palabra estalle con la voz propia y visceral de cada
quien: única”. Realmente Angelino da una exacta visión de lo que
los verdaderos talleres de poesía “tan denostados” deben proponerse como
actitud y objetivo fundamental, esa detonación que tiene que ver con
romper lugares comunes, modos reiterativos, miradas habituales; un verdadero
taller da la libertad interior como para que la palabra golpee con voz nueva e
identidad sobre el cuerpo y sobre el papel. Revagliatti lo ha conseguido
dado que Angelino presenta en este libro una suerte de correlato, cada página
incluye un trabajo del poeta y a su lado una podríamos decir síntesis de ese poema,
y digo síntesis como podría decir, rastro, traza, señal, borra, sustancia
elemental, saca el hollejo deja la semilla y la pulpa. Angelino trabaja
sobre los poemarios de Revagliatti titulados: “De mi mayor estigma” ya
comentado en Poesía de Rosario y “Desecho e Izquierdo”.
No es fácil ni ligero hacer este trabajo interpretativo, re-creativo,
yendo al meollo de la cuestión que suscitaría cada poema de Revagliatti.
Angelino sabe desbrozar lo contingente y va a lo seguro, a la médula o al
resumen de todo un trayecto que garantiza sino un decurso explicativo, si, una
sensación que no importaría de dónde proviene sino como se llegó a ese
extremo. Leo en los poemas sintéticos de Angelino, un profundo
conocimiento de la obra de su maestro y también leo una intención de dejar
plasmado un remate inesperado, un abrupto final que en algunos casos hace
paralelas ambas emociones más allá de las palabras. Creo en las
simbiosis, en las transferencias, en los símiles, aunque debo destacar con
voces absolutamente diferentes a pesar del maridaje intencional que
se propone esta muestra asegurando que los disparadores que otros poetas
nos acercan ponen en funcionamiento esa maquinaria bella y aleatoria que es la
creación.
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