miércoles, 20 de febrero de 2013

Horacio Semeraro-Buenos Aires, Argentina/Febrero de 2013




A  tu mano tendida                              
                                    a    G. P.

Nada más
y nada menos
lo que te quedará de mí:
este poema
sempiterno
 que te pedirá por siempre
disculpas
 por mis ausencias
pero que también
te dará las gracias
por tu mano tendida.

El riesgo de lo escrito:
un minuto después
en el universo
 todo se divide en dos partes
como una célula fertilizada,
reproducida:
lo que se dijo
lo que pudo ser y es
y lo que no,
lo  que hubiese podido
decirse o hacerse de otra manera.

Entre esas dos verdades
de posibilidades infinitas
está la esencia de todo.
El oculto secreto
y lo revelado.
Los dioses del Olimpo
y el averno.
Sin embargo
 allí seguirá tu mano
 tendida en actitud de ofertorio
 para siempre.

Como en la “Creación de Adán”
entre Dios y el hombre
en la Sixtina.

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