El duende del cañón
Cuando comenzó a descender por el angosto camino de
caracoles, sintió un escalofrío en el cuerpo, se aceleró su pulso y sus manos
comenzaron a sudar. Matilda no estaba acostumbrada a manejar en caminos
sinuosos, mucho menos con un precipicio de 300 metros, y sola. La
osadía se debía a que su novio con el cual iba a realizar la visita al Cañón
del Atuel para buscar rocas de toba, ceniza volcánica fósil, había caído
enfermo el día anterior, y para no desaprovechar el día, ella, estudiante
avanzada de geología, quiso aventurarse
por el desolado sendero de tierra que la llevaría al corazón del macizo
exhumado de san Rafael, aquél cañón tallado, pintado y esculpido, por el río
cuyo nombre significa; lamentos y suspiros.
Cuando ya estaba cerca del paraje conocido como
“museo de cera”, al costado del camino, dándole la espalda a un mural de rocas
verdes y amarillas, lo vio, estaba sentado frente al lecho de agua que corrompía
el desierto, sobre unas tablillas de madera, pintaba duendes de colores en
ocasos de un mundo que Matilda cuando se bajó del auto, intuyó lejos.
-hola, cómo anda? Esa FORD es suya?
-encantado, esa FORD es mía, o más bien yo soy de
ella, porque es mi casa.
-bah!en serio? Es Ud. un viajante?
-jaja, viajante? no has dicho “viajero” porque un sexagenario es raro que lo sea, no? Pero convengamos
que tampoco tengo facha de viajante con cartera de clientes, sino de lo que
realmente soy: un hippie dibujante, que ha vivido y estudiado en varios lugares,
sin embargo, hace unos años he decidido quedarme acá, y no me puedo ir…
La joven oyó la presentación del hombre como si
hubiese aspirado una bocanada de aire helado y con un ceño que insinuaba cierta
perplejidad, intuyó que “el duende” tenía ganas de conversar, y dejar como legado
una historia mínima, peculiar, tal vez como un suspiro de magia hecho palabras.
Presagio que sus pensamientos promulgaron, cuando fijó sus ojos en aquella
piel, en aquella mirada, que aún curtidas, guardaban un halo de juventud.
Se estudió las palmas de las manos y agregó:-Yo aquí
vivo en este universo, que es muy distinto al sistema que rige ahí afuera, yo
ya no podría irme, acá me quedo, dibujando, viviendo sólo con lo necesario para
vivir, soy feliz en este silencio que si uno aprende a descifrarlo, nunca es
tal, porque el silencio en el Cañón del Atuel está vetado por los pájaros, que
vuelan sólo para cantar, por el viento que delinea voces en el río, por las
piedras, que se hinchan, se comprimen, y si estás atento, esa vibración casi
imperceptible para cualquiera, la percibís primero como sonido, por lo menos
eso me sucedió a mi que no soy ningún extraterrestre, ja, al menos eso creo!
-perdón por lo que le voy a decir, no quisiera quedar
como una soberbia, pero yo soy estudiante de geología, y lo que Ud. acaba de
explicar a lo último, se llama termoclastismo, es muy probable que lo haya
leído y no lo recuerde conscientemente pero esa información haya quedado
guardada en su inconsciente y lo sugestione al punto tal de creer que escucha
el sonido de las piedras crujir por dentro, que si me permite, es imposible.
- puede ser que tengas razón, o que simplemente no
estés preparada para interpretar lo que te digo, a veces lo desconocido hasta
por el inconsciente, produce miedo, por el sólo hecho de no comprenderlo, da
miedo, así se han cometido grandes errores irreparables en la humanidad, se ha condenado
a maestras a la hoguera por creerlas hechiceras, a Jesús a la cruz por
trascender “el credo”, a genios al olvido o lo que es peor; al silencio, por el
sólo hecho de saber más, en fin, acordate de Galileo…
-si, es cierto, puede ser que yo sea un poco
estructurada y tenga cierto resquemor con las cosas raras e inexplicables de la
vida, pero ni yo lo voy a cambiar a Ud. ni Ud. me va a volver crédula a mí!!!
Jaja
-igualmente si nos encontramos, algo hay…
-a ver qué quiere decir…
-eso, que hay algo en vos, que está muy dentro tuyo,
que quiere conocer…lástima que seas tan dura, tan terca…sentí, hay un águila
dando vueltas, el águila tiene el poder de la visión, no es casual que esté por
acá justo ahora, es más si alzas la vista, está cerca de tu coronilla!!!Jaja,
juro que yo no la llamé!! Jaja
-bueno, no se preocupe que le creo, más aún teniendo en cuenta que acá los
celulares no tienen señal, así que difícilmente pudo haberla llamado! Y ahora
sí, debo irme a continuar con lo mío, estrécheme la mano, que después de todo, Ud.
me cae bien…
El duende extendió su mano, y una sonrisa de dientes
gastados, casi endebles, endulzó la despedida.
Matilda subió a su auto, y con una mano afuera, y
como por instinto, el pulgar en alto, se perdió en una nube de tierra y de polvo.
Parte II
No bien terminó de oír el relato de su novia acerca
del dibujante del Cañón del Atuel, al que rápidamente ya se lo había apodado
“el duende”, León quiso conocerlo. Así fue que al cabo de dos días de reposo,
se recuperó y le propuso a Matilda ir a buscarlo.
-estás segura que no estaba fumado cuando te hablaba?
-no parecía! Además León que vos fumes no significa
que todo el mundo lo haga! Esa maldita idea que tienen todos los que se drogan
de creer que todos consumen, el kioskero, el jefe, el colega, el florista, el
diariero!!Ufff...
-el diariero no sé porque tiene pinta de facho, es
más cada vez que le pido “el página” me ofrece clarín, pero el florista como no
va a fumarse unas flores!
-me refería a otra clase de Floris…es acá! ahí donde
está la Ford,
frená, allá está, con los pies en el río.
-dónde? Yo no veo a nadie!
- esperá acá que yo te llame, no sea cosa que se
sienta invadido o intimidado y no te haga la entrevista.
-mm, bueno acá te espero mi amor, todo sea por la
nota que me estoy imaginando.
Mientras Matilda se acercaba, el hombre sentado de
espaldas hablaba aparentemente solo.
-Te estaba esperando, sabía que hoy vendrías con tu
novio, pero sabes, no tengo muchas ganas de contestar preguntas que él viene a
hacerme, hoy debo estar atento.
-y cómo sabe que él viene a hacerle preguntas?
-aguarda! El duende señaló hacia arriba con el índice
como queriendo buscar un punto exacto y cuando al fin lo encontró, una roca
enorme se desprendió causando un temible estruendo.
-hoy habrá derrumbes, no deberían estar aquí, les
recomiendo que se vayan, y como habrás podido ver con tus propios ojos, puedo
sentir cada crujir, cada minúsculo movimiento de todo lo que hay y vive en este
lugar, porque somos todos parte de lo mismo! Entiendes? Por el momento contigo
suficiente, ya me he arriesgado bastante.
-y qué le digo a mi novio? Muere por conocerlo y
hacerle una entrevista, él es escritor y periodista también, es muy bueno,
debería conocerlo.
-ya te dije que corren peligro hoy aquí, márchense,
alguna vez nos volveremos a encontrar..
Resignada, la joven
caminó en dirección al auto, pero notó que los supuestos cincuenta
metros que la separaban de su novio, se habían convertido en cien.
_Matilda, Matilda!!!
-qué pasa? Acá estoy!
-hace rato te estoy llamando, adónde te metiste que
no me escuchabas?
-qué? Estaba acá nomás, perdón, pero no le vas a
poder hacer la entrevista.
-ya sé, acaba de venir acá a hablar conmigo y dice
que hoy hay derrumbes, que no es bueno que estemos acá, nos tenemos que ir ya.
-pero con quién estuviste vos?
-con el duende! Tal cual me lo describiste! Hasta la
misma ropa!!
-ah, no, pará que me bajo un minuto! Éste me está
jodiendo!
Ni Matilda ni León pudieron volver a verlo ese día,
ni al siguiente…y cuando al fin averiguaron sobre el hombre que vivía en una
Ford en el Cañón del Atuel, se encontraron con el extraño dato de que el
duende, había fallecido por el alud de 1972.
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