miércoles, 22 de mayo de 2013

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2013

QUÉ PAZ     


El cansancio, el sueño, hicieron presa de mi cuerpo. Mis ojos se cerraban sin influencias externas. Por lo tanto decidí que era hora de acostarse, sin importar lo que el reloj marcara.
            ¡Qué alivio! La suave sábana cubrió el entorno. Posada en la almohada tuve la satisfacción de hundirme en un arrebato de paz y sosiego. Nada racional acosaba, sólo la bruma y el ensueño que precede al letargo.
            No se cuánto tiempo pasó. Algo me puso en alerta. Era un chirrido suave, acompasado.
            Lo primero que sentí fue la zozobra de no saber qué pasa.
¿Alguien entró? ¿Pero cómo? ¿Por dónde?
            Decidí levantarme. Calcé la bata sobre mis hombros y aferré un bastón. Lo agarré fuertemente y con él levantado incursioné en el comedor.
            Casi sin aliento encendí la luz. Nada se movía. Todo estaba en su sitio.
            El chirrido se agudizó y entonces entró mi gato, pardo, pequeño, consentido, arrastrando un coche de lata  que pendía de  su cola

3 comentarios:

  1. "Paco, el crack de los argentinos"

    Cómo describir algo que te promete el cielo y sin darte cuenta te va arrastrando al infierno.
    Es muy difícil hablar con claridad cuando se esta en un estado casi imnótico, como ido del mundo real.
    La mente está confusa, solo el cuerpo responderá ante una nueva dosis, pero para ello deberé caminar mucho..."hasta que mis pies sangren".
    Sin importar que mis arápos cubran mi frágil cuerpo.
    Sin interesar cuan extensa sea la gira que vengo haciendo, hace como una semana que no duermo.
    Ya perdí la noción del tiempo, no se qué hora ni día es.
    Y es como si mi vida dependiera de conseguir mas moneda, las que sean, para comprar mas y mas...no me importa como sea, tampoco importa si deberé entregar mi cuerpo por un pipaso. Debo saciar mi adicción así venda mi alma.
    Ya no hay vuelta atrás. Creo que he perdido muchos kilogramos. Las personas me miran con desprecio. mi familia no sabe a quien recurrir para ayudarme a salir.
    Y Yo soy un engreído porque sé cuánto sufren.
    - A ellos les quiero decir: la próxima vez...lo haré mejor -

    "Estas son las ultimas palabras de un adicto en su lecho de muerte"

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  2. Nélida, muy simpático tu cuento, además de escrito con las palabras justas. Me ha hecho sonreír suavemente, con el agrado de las pequeñas cosas que a cierta hora del día, caen bien.


    Saludos.

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