ESTELAS
Subió al bote
y se fue remando por el Curubica con rumbo desconocido.
Llevaba su
valija vieja.
Caía la
tarde sobre el Delta. Las nubes rojizas se pavoneaban sobre el cielo celeste
que estaba a punto de volverse azul oscuro.
Brillantes
lucecitas comenzaban a encenderse en las islas, parpadeando como luciérnagas
madrugadoras de la noche.
Ya casi
había cesado el ruido de las lanchas, alborotando el agua y el silencio.
Me senté en
las maderas resquebrajadas del quejoso muelle.
El agua
acariciaba sus patas, con el característico ruido de chapoteos.
Me quedé
pensando en esa historia tan increíble de la muchacha y vos.
¿Cuánto
tiempo estuvieron juntos? ¿Seis meses? ¿Quizás siete?
Me había
encariñado con ella. Vino a reemplazar en mi vida a la hija que perdimos con
cinco meses de gestación en el vientre de tu madre.
Vos eras
chiquito. Tenías tres años, por eso no
recordás. ¡Fue duro!
Luego no
vinieron más hijos ¡vaya a saber! ¡Dios sabe lo que hace!
Después que
tu madre partió, nos convertimos en seres huraños.
Un día
apareciste con Estela: pelo corto, ropa vieja y la valija de cartón.
Nunca
pregunté donde la habías conocido.
Tampoco me
lo contaste.
Poco a poco
fue encajando en nuestras vidas hasta llegar a volverse imprescindible.
La casa
relucía de limpieza y empezamos a respirar calidez.
La mesa nos
ofrecía todos los días humeantes sopas de verdura, guisos, pan crujiente en panera de mimbre, mantel de
colores, ventanas abiertas y flores en la jarra azul.
Conversábamos.
Nos reíamos y algunas veces ella canturreaba algo mientras lavaba los platos en
el viejo bombeador.
Después de
tus gritos e insultos de aquella noche, todo cambió.
Ella fue
otra. Su mirada se volvió huidiza como cuando llegó.
Un día, noté
una mancha violácea en su pómulo.
Otras veces
sus brazos aparecieron llenos de moretones.
No me animé
a hablar con vos.
Cuando
subió al bote, me miró y me dijo:
- Espero que lo que llevo en mí, herede solo lo bueno.
Un remo y
otro más se los llevaron, dibujando una estela de soledad en el agua.
Relato preciso y muy cálido, con imágenes de un estilo mágico.
ResponderEliminarFelicitaciones, por tu desarrollo literario
Abel Espil