lunes, 22 de julio de 2013

Cristina Monte-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2013

El espejo

Hoy el espejo me devolvió una imagen distinta, descolorida.
Me quedé mirándola, mucho rato, como queriendo encontrar las siete diferencias que propone el diario. En el cabello varias canas nuevas. Una arruga horizontal en la frente y varias arruguitas finas alrededor de los ojos. Las pupilas opacas. La piel reseca.
Por detrás del azogue una muchachita sonreía con risa franca y plena. Los cabellos ondulados se mecían con la brisa primaveral. Su piel tersa y morena tenía aroma a jazmines de noviembre. Sus ojos destellaban fulgores y corría vida por sus venas.
¿Dónde te quedaste? le pregunté. ¿En qué recodo del camino cargaste a tu mochila las penas? ¿En qué sendero perdiste el rumbo? ¿En qué noche se apagó tu estrella? ¿Qué brazos se llevaron tu ternura? ¿Qué boca despojó tus labios de la dulzura trocándola por ajenjo y tinieblas? ¿En las aguas de qué arroyo se ahogó tu alegría? ¿En qué abismo nació tu espera?
Preguntas... y más preguntas. La muchacha del espejo me miró con ternura, sonrió, y estirando sus manos hacia mí me dijo: "Ven, busquemos las respuestas".
Crucé el espejo. Todo era más nuevo, más límpido, sin el hollín que deja el tiempo. Recorrí mi infancia, los amigos, los juegos. En una vuelta de esquina sentí el penetrante aroma del jazminero de Doña Severina: había llegado a mi adolescencia, a sus brazos largos, a sus ojos azules, a su cariño limpio e inocente. Ella me miraba como preguntándome: "¿Te acordás?" Llegamos a la bifurcación de caminos: uno se presentaba llano, liso, despejado; el otro estaba envuelto en selvas, una gran roca le cerraba la entrada y yo... yo no quise moverla.
En la frontera del espejo miré a mi compañera. Sus pupilas se habían vuelto opacas, y su piel reseca. Tenía varias canas nuevas y en la boca un rictus de cansancio y pena.
Sabes, hoy mirándome al espejo, me sentí vieja. Vejez del alma sin ilusiones, vacía y seca. Vejez del espíritu, sin metas. Sin nuevos caminos que me lleven -ya no importa dónde- pero que no me permitan quedarme quieta.

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