AZUL ETERNO
Añoro en demasía el carrusel de estrellas
que invoca la hermosura de tus ojos,
bajo la guedeja que ondulaba a merced
del viento.
El fuego húmedo y nectárico de tus labios
recién pintados para besar mi boca.
Aún escucho la voz azul fragante
que comunicaba poemas a mi oído,
como el río poetiza su líquido caudal
y da plenitud a los campos,
en tanto los árboles lloran sus hojas
para que el otoño tenga sentido
y cumpla siempre con la promesa de antaño.
Hoy, echo de menos cada fibra de tu cuerpo,
contadas y medidas por mi afán
dentro de las noches y los días,
en un siempre amanecer y en todos los ocasos,
rosa que hemos tú y yo cultivado.
Guardo con eufórico pensamiento
tu risa en vendaval y tus palabras,
el mar bellamente iluminado con metáforas;
gotas de amor obsequiadas
a la triste figura de mi ser,
que hoy construye un monumento
al espacio vivido con ternura por los dos.
A tu recuerdo y en tu nombre
que llevo tatuado en mi piel antigua
entre los confines del ayer y el mañana;
y si existe la inmortalidad o lo eterno,
ahí estaré de nuevo junto a ti,
caminando como si fuera
tu auténtica y propia sombra.
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