EL TAXISTA
Es cierto que las cuatro ruedas lo pierden. También podría
decir que lo salvan. Come, se viste,trabaja y visita las putas mas caras de la Recoleta.Todo es
verdad, como así es una gran mentira.Al Cacho, no lo salva nada, ni nadie .En
la reunión de amigos es el ganador .A nadie le tiene que rendir, ni adonde va
como tampoco de donde viene.Es lamentable verlo con el cuello de su camisa
blanca, que en muchas situaciones, la descubrimos oscura y su pantalón
manifiesta una mancha de aquellas que cae sin piedad, comiendo pizza con
abundante salsa o una pasta en iguales condiciones.Nada lo detiene.Nadie sabe,
si en el camino de los cincuenta años lo ha dejado el amor de alguna mujer o el
cariño de un hijo. Estos temas nos los aborda, como tampoco los escucha.
Infinidad de veces algunos de nosotros decimos algo con respecto a nuestras
familias, él se pierde huyendo en su nuevo auto Chevrolet 2013.
Todas las mañanas, antes de salir lo lava, le da un
excelente secado para completarlo con un pequeña capa de Blem. La franela
grande y amarilla, va y viene,hasta completar el brillo que el Cacho desea.
Su andar por la ciudad es lento y selecciona al cliente.
De una muy rápida mirada, determina si le van a manchar el
tapizado o a dejarle galletitas en el piso. Pobre los matrimonios o las mamis o
los papis que pretendan que el Chevrolet los lleve a destino.
Él detecta el peligro que le dejen el piso lleno de restos
de comida o caramelos pegados. Avanza y su rostro se convierte en el de
un hombre que no registra que lo están llamando o con las manos tratando de ser
vistos.
Sus anteojos oscuros lo benefician y la radio fuerte
escuchando a Di Sarli, le permiten continuar viaje, evitando escuchar las
puteadas.
Nadie sabe que ese es su hogar.Cacho conoce los lugares donde
se puede bañar, como conoce los días en que disfruta el sauna de algún hotel
alojamiento.Siempre lleva su pequeño bolso.Dentro está todo lo que permite
higienizarse y afeitarse.
El único diario que lee en los instantes de descanso, es
Crónica.Es hincha de CHICAGO.A su padre no lo conoció y tampoco tuvo
hermanos.Lo atrajo escuchar que era una hinchada jodida y el de chico ya
pensaba que siempre es bueno tener amigos que lo puedan proteger.
El tacho es su vida.Para Cacho el auto lo salva de lo
difícil del vivir.Siempre cuenta que tiene muchos amigos.
Una sola ves , tuve en Retiro la oportunidad de escuchar un
comentario que emitió un tipo llamado el polaco:"Cacho es un cadáver
dentro de un auto que labura en la ciudad"
Es obvio que nunca se lo dije.
Cuando llega la nochecita, le encanta ir rumbo hacia Villa
Urquiza.Si tiene la suerte de enganchar con un viaje se pone contento.Hace
algunos años--los dos eramos bastante mas jovenes--le escuché decir en ronda de
café. que para él descansar dentro del tacho, mirando hacia el río, le
provocaba sueño.
No lo entendí y hoy que ya estamos grandes, lo entiendo
menos.
En una sola oportunidad me pregunté si lo apreciaba, o me
daba lástima este compañero de trabajo
Al día de hoy no obtuve respuesta.
Me voy a casa, tengo que plancharme un pantalón.Mañana me
voy con la Esther
al Tigre.
13 de MAYO DE 2013
Abel, como siempre nos sorprende con una profunda he interesante historia. Esta en particular me atrae y me doy el lujo de interpretar su historia a mi imaginación y manera. Por lo pronto en su momento o se vio solo con el tacho o el coche...........Esther lo acompañaría.
ResponderEliminarFelicidades Abel.
Hermoso relato, me encantó. En él demostrás tu vena de escritor y te paseas impunemente por esta ciudad en la que vivimos, ciega, sorda y muda, dándole un sentido exacto a tus palabras. Muy bello, besos Alicia.
ResponderEliminarQuerido Abel: sólol una sensibilidad como la tuya puede recrear este personaje del Cacho, en un relato. Muy bueno, un abrazo,
ResponderEliminarAbel: Impresionante, típica historia ciudadana. Sigo insistiendo ¿Para cuándo la novela, con la barra del café y todas esas historias?
ResponderEliminarA ver si alguna vez buscás en tus archivos otro cuento de un taxista que estaba "perfecto". ¡Te felicito! y van...Marcos.
Abel: ¡Cuanta soledad acompañada tan sólo por la ciudad insensible! Un hombre como si fuera un caracol, con la casa a cuestas creyendo ser feliz. ¡Buenísimo y original relato!
ResponderEliminarAbel, el primer comentario es mio. Como no me manejo bien en estos menesteres puse anónimo. Pero lo pude haber firmado.
ResponderEliminarTe felicito de nuevo,
Ofelia la Cubana.
Desde mis tiempos "argentinos" vengo leyendo tus relatos. ¡Son geniales! Nunca me atreví hacer comentario. Sí se lo he dicho a Laura Cheisa y ella me ha dicho: ¿Por qué no se lo dices a él?
ResponderEliminarQuizás me recuerdes...
Desde Barcelona Trinidad te felicita.
No me asombra, como siempre tus trabajos son tan especiales utilizando temas a veces tan difíciles, Te felicito.
ResponderEliminarRita.