lunes, 21 de octubre de 2013

Ainhoa Bárcena Escarti-Madrid, España/Octubre de 2013



Escala de grises


Hacía semanas que reír parecía un fascinante juego en el que ya era incapaz de participar. Intentaba jactarse de todo lo que en el pasado le divertía, pero ni siquiera una sonrisa lograba adornar  sus labios cada vez más marchitos. Cuando al fin lograba reír, notaba que su faz se envejecía a mayor paso, se notaba gris. Tras seis meses sin esbozar una línea que al menos chisporroteará algo de alegría vio que se difuminaba su ser, que parecía una extensión de su propia sombra. En el anonimato de las cosas en las que no te fijas, empezó a vivir. De sombra observaba el mundo. Miraba cual aséptico mirón como los demás vivían, desvivían, o mal vivían. De tanto mirar se percató de lo efímero de la vida retándose a sí mismo  a buscar el sentido de esta. Pasaron años de sombra e incluso así no consiguió encontrar el sagrado grial del sentido de la vida.
Una tarde, mirando a unas adolescentes reír, vio claro cuál era la solución para volver a ser hombre y dejar de ser sombra……. Necesitaba amar algo, pero eso siempre se le dio mal, o quizás peor que mal. Los perros le huían, los gatos se asustaban. La opción que muchos escogían de amar a una mascota se le hacía toda una odisea irracional, el amor mascota-amo en su caso era imposible. Intento ver a su familia, pero estos ni se daban cuenta de su presencia aunque gritara a voces.
Una noche en un banco mirando las terminaciones de sí mismo limítrofes con su sombra que por la oscuridad se fundía con el todo, vagaba de farola en farola para no sentirse fusionado con la nada. Entonces vio otra sombra como el, se acercó corriendo a pasos agigantados y sin saberlo ya quería a esa sombra. La sombra aún  más deteriorada que él no le respondía a nada, pero el permaneció día a día con el ente que parecía estar tan mal que solo se le vislumbraba de vez en cuando. Poco a poco se fue apasionando y recuperando materialidad, sentía sus pies y le gustaba andar descalzo por el parque, sentir el fresco verdor bajo ellos. Un día hablando con la sombra noto que ella reaccionaba y empezó a carcajear como si tuviera 10 años, lentamente risotada a risotada volvió en sí, volvió a ser material. Justo en ese momento la otra sombra desapareció y él olvido volver a encontrarla.

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