Ajedrez
¿Qué dios detrás de Dios la trama
empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
J. L. Borges
En un camping, a orillas del río
Uruguay, en un día de verano, jugaba al ajedrez una pareja de acampantes.
De pronto apareció un joven corpulento, rubio. Vestía vaqueros y remera.
Vendía cuchillos, que llevaba en un bolso. Los ofreció entre los presentes. No
vendió nada.
Se acercó a mirar la partida. Cuando ésta terminó, quiso jugar él. Ganó y
jugó otras, mientras tomaba unas copas.
Luego, siguió ofreciendo su mercancía por las carpas. Esa noche durmió
sobre un banco, con los pantalones puestos. No se los sacó durante varios días.
Le prestaron una malla, para bañarse en el río. Por las mañanas lavaba su
remera y la ponía a secar, para volver a ponérsela después.
Siempre tomaba cerveza y en cuanto podía jugaba al ajedrez con quién se
animara a enfrentarlo. Ganaba invariablemente.
En el lugar se comenzó a tejer historias sobre su vida: “Qué era
contrabandista”, “Tratante de blancas”. Nunca se supo qué. Pero los padres,
entre preocupados y temerosos, empezaron a cuidar a sus hijas. Se formó una
comisión para tratar de que se fuera del camping.
No lo lograron. Siguió con su rutina de juego y copas. Dio “Jaque Mate” a los chismosos.
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