miércoles, 21 de octubre de 2015

Daniel Lacatus-Rumania/Octubre de 2015





Era una voz débil como la de un mendigo
la canción había fluido luego a lo largo de mi garganta
para precipitarse fuertemente como un desborde de aguas
en la cabeza donde se arremolinó largamente antes de dormirme
mis ojos estaban bajo el asedio de aquella mujer
que con su mirada podía destrozar las armas de los dioses desenfrenados
y que me recordaba de mi abuela
que murió con el nombre de la libertad entre los dientes
venció la cólera y el cáncer
pero la mataron las balas
desde entonces estoy escribiendo sobre el ataúd de la difunta
hasta que algún día se le abran los parpados

oía subiendo la canción en el cuerpo de aquella mujer
hinchándole los senos y recorriéndole las manos
y las piernas y los costaos en ondulaciones fantásticas
en sus ojos se abrían los irises como eclipsas
y aquella canción consiguió permearme también a mi



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