SEMBRADOR
Regreso al
jardín de los recuerdos
con el
rostro escondido entre las manos.
En el camino, atrapo las sombras reales de los muertos.
Percibo mi
propio olor de cuerpo a la intemperie
que emana
la fragancia cálida de la tierra,
las flores
y el humo de la hojarasca.
Aspiro el
sabor del primer cigarrillo,
fumado a
las tres de la tarde, cuando todos duermen,
menos las
víboras y los furtivos adolescentes.
Descubro
los labios de aquella muchacha
de manos
temblorosas, húmedas y frías,
que robé
con inocentes y dulces palabras.
Llego a
mis horas de niño, tiempos de siembra,
y al
abuelo sembrador, viejo fantasma querido,
que me
legó lo bueno que dejaré en la vida.
Que recuerdos tan gratos en tus letras,
ResponderEliminartiernos sentimientos que no se olvidan.
Gracias Carlos por compartir este buen poema tuyo
beso Jóse