lunes, 23 de noviembre de 2015

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Noviembre de 2015



NUNCA MÁS

     Caminaba presuroso por calle Urriola, faltaban dos minutos para el cierre de los bancos. Debías hacer un giro urgente, se agotaban sus finanzas.
Detenido en la esquina, esperaba al hombrecito verde del semáforo para atravesar la calle. De pronto, entre la gente que esperaba en sentido contrario, divisó un antiguo compañero de labores, digamos, de nombre Antonio. Siempre lo tuvo en mucha estima. La primera intención fue saludarlo, pero significaba que sus ingresos, se iban al traste. Con mucho dolor desvió la mirada, fingió no haberlo visto buscando algo en su maletín colmado de documentos. Prometiéndose, para el próximo encuentro, detenerse a conversar con él.
Dos días después, circulando por calle Esmeralda, en un kiosco de diarios, leyó la noticia. El fallecimiento de Antonio luego de una crisis repentina. Todavía se pregunta si era más importante aquella diligencia que lo privaba de recursos económicos por un día, o detenerse a conversar con alguien a quien nunca más podría ver.         

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