Ella bailaba flamenco
Sentado cómodamente en uno de esos asientos antiguos de
los vagones del subte A, cruzado de piernas y mirando el mundo con un dejo de
no pertenecer al mismo, él la mira sorprendido, como no comprendiendo qué pasa.
Ella acaba de entrar, impetuosamente joven y
despautada. Es alta, delgada, pelo negro enrulado y trae una percha, con un
vestido todo rojo, lleno de volados, que cuelga del pasamanos, sin importarle
el qué dirán los demás, indiferente a todo, mientras se desparrama justo en el
asiento de enfrente.
Para él es un hallazgo. Está cansado de su anodino
día laborable, pero también de la milonga, bueno, de la clase de milonga de los
miércoles en el Marcó del Pont de Flores y muere de ganas de decirle algo así
como, “yo también bailo, bailo tango sabe, pero podría amar lo que usted baila,
preciosa”.
Y quiere hablarle, pero no se anima, mirá si lo toma
a mal, y ella lo mira y le sonríe. “Ella baila flamenco”, piensa él, mientras
sonríe cómplice, mirando nuevamente el piso del vagón de subte que lo lleva
otra vez a su departamento en el centro
de la gran ciudad.
Quiere decirle algo, pero sólo atina a mirarla, suavemente,
despejando los velos que cubren su somnolencia, feliz de haberse despertado del
ensueño con tan lindo vestido y tan bella bailarina. Tan cerca y tan
inalcanzable.
Pero el cansancio puede más y vuelve a cabecear. Y sueña
que está despierto, y que decide hablarle y acompañarla cada noche al tablado
para sentarse en la misma mesa, como un buen hombre de costumbres y verla
bailar de cerca, envuelta en los volados rojos, mientras le dice “amo el
flamenco y sus volados rojos, y su mantón de Manila y el taconear que acompaña
a las castañuelas en su llorisquear ruidoso...”
Cuando el altoparlante lo despierta indicando la
terminal Plaza de Mayo, el vagón ya está vacío. Por suerte todavía funciona la
escalera mecánica que lo llevará a la superficie. Esa misma noche le escribirá
un cuento que ella nunca leerá.
Un sueño en rojo flamenco de volados, tablado, taconeos y un llorisquear ruidoso de castañuelas !!! me encantó.
ResponderEliminarbeso Josefina
Excelente cuento.
ResponderEliminar