Burbujas
El hombre vencido pone la copa de
champagne sobre la mesa de fórmica. No llega a tomarla.
Ya pasó ese tiempo de boliches,
piensa, cuando pasaba horas borroneando historias en bares anónimos.
Esa bohemia no sirvió: “Mi única
novela sigue en los estantes de las librerías. Debo parte del crédito que pedí
para editarla. Hoy ella me espera en Las Toninas y nadie me prestó para el
pasaje”, se dice.
Sigue mirando la botella. Su vida
pasó. Tuvo oportunidades. No las supo aprovechar.
Vuelve a mirar la copa y murmura:
“Esta botella que compré para compartir con ella, se deshace en burbujas que
flotan ante mis ojos”.
Burbujas como su vida.
Se despide de la mesa fría.
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