Autora:Leonor Cristiano Título: Mujer frente al espejo Técnica: Óleo sobre tela |
Muy
serio me pidió el toallón
Algo se movía, detrás de la mampara de la
bañadera. Una sombra en movimiento. Sentí como una descarga eléctrica en todo
mi cuerpo y que se me erizaba el cabello.
Me pellizqué los brazos para saber si
estaba despierta o estaba soñando.
Quería
pararme, no atinaba a hacerlo, en el intento, me mojé la ropa interior y el
pijama, la tabla del inodoro toda chorreada. Cuando quise apretar el botón del
agua, se salió mi pantufla y pisé la baldosa mojada. Pero, no tengo que hacer
ningún ruido, me dije, ni un mínimo
ruido. Quise secarme, pero no había más papel en el rollo.
No podía quedarme allí. Temblaba de miedo.
La sombra se agitaba.
Tendría
que abrir puertas y ventanas, y encender todas las luces. Me subí el pijama
lentamente, dejé las pantuflas, y ya descalza abrí la puerta del baño, que
afortunadamente no hacía ruido, porque fueron aceitadas las bisagras el fin de
semana.
Cuando salí del baño, voló sobre mi cabeza
un bicho negro con alas gigantes, mi grito seguramente se escuchó en todo el
edificio. En su vuelo chocó con la lámpara de pie, que cayó al piso
desarmándose. Cuando rebotó en el vidrio
de la ventana, sólo atiné a taparme la cara, escondida al lado de un mueble.
Cuando me descubrí la cara, no lo vi más.
Fue en ese momento en que decidí llamar a
Rodolfo, el portero. Marqué el número, con el temblequeo de mis dedos. Sonaba,
sonaba, y no atendía nadie. Colgué. Volví a llamar. Me atendió casi furioso.
Son las tres de la mañana qué pasa? contestó con su carácter amargo de siempre.
Yo tartamudeando le pedí que por favor viniera urgente, que estaba muerta de miedo, y que así no
podría volver a la cama.
Me acurruqué en el sillón del living, con
los ojos bien abiertos, pensando donde estaría escondido el bicho. Nunca había
mirado tanto tiempo el reloj. Fui al dormitorio observando cada rincón. Tenía
que cambiarme, me saqué el pijama y la ropa interior y me puse el desabillé que estaba sobre la cama.
Sonó
el timbre. Me sobresalté, pensando que el bicho iba a salir de su
escondite con el timbrazo del portero.
Cuando le abrí la puerta, Rodolfo entró
malhumorado. Le conté lo sucedido y él, muy serio me pidió un toallón , lo
humedeció en la bacha de la cocina, y lo buscó detrás de los cortinados,
agitándolos, corriendo las cortinas, sillones, haciendo ruido. El bicho salió
del taparrollo, planeando de pared a pared, era una rata voladora negra,
espantosamente fea, con unas enormes alas desplegadas.
Encerrada en la cocina me quedé mirando
con asco, tras el vidrio de la puerta. Cuando el bicho se apoyó en el estante
del armario, Rodolfo se acercó sigilosamente le tiró el toallón, lo terminó de
envolver y se lo llevó abajo murmurando palabrotas.
Le agradecí como pude. El, suspirando profundo,
me dijo que ya volvía.
Rendida
y agotada, tomé un vaso de agua y me tiré en el sillón. Cuando Rodolfo regresó ya estaba
más calmo, pero preocupado por mi nerviosismo. En voz alta me dije, y le
dije, cómo volver a dormirme después de estar con un murciélago en mi
departamento.
Tomándome de los hombros, me abrazó, y
mientras me acariciaba la espalda me dijo que me tranquilice que ya estaba todo
bien, que estábamos solos, que había traído una botella de wisky para compartir
y que se iba a quedar a hacerme compañía hasta que amaneciera.
Como tantas otras veces, pensé.
Leonor te agradezco mucho por permitirme publicar tu hermoso cuadro en mi cuento. Besos Josefina
ResponderEliminarJosefina : me encantó la trama desarrollada en el cuento, con final sorpresivo y feliz.
ResponderEliminarAbel Espil
Muchas gracias Abel, que bueno que te gustó !!!
ResponderEliminarMuy bueno tu cuento Josefina y me gustó el cuadro, pinta muy lindo Leonor. beso Luciano Sordelli
ResponderEliminarMuchas gracias Luciano, en nombre mío y de Leonor, es una gran pintora, ya lo creo. beso Josefina
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