viernes, 22 de julio de 2016

Josefina Fidalgo-Argentina/Julio de 2016

Autora:Leonor Cristiano  Título: Mujer frente al espejo  Técnica: Óleo sobre tela

     Muy serio me pidió el toallón

     Algo se movía, detrás de la mampara de la bañadera. Una sombra en movimiento. Sentí como una descarga eléctrica en todo mi cuerpo y que se me erizaba el cabello.

     Me pellizqué los brazos para saber si estaba despierta o estaba soñando.
Quería pararme, no atinaba a hacerlo, en el intento, me mojé la ropa interior y el pijama, la tabla del inodoro toda chorreada. Cuando quise apretar el botón del agua, se salió mi pantufla y pisé la baldosa mojada. Pero, no tengo que hacer ningún ruido, me dije,  ni un mínimo ruido. Quise secarme, pero no había más papel en el rollo.

     No podía quedarme allí. Temblaba de miedo. La sombra se agitaba.
Tendría que abrir puertas y ventanas, y encender todas las luces. Me subí el pijama lentamente, dejé las pantuflas, y ya descalza abrí la puerta del baño, que afortunadamente no hacía ruido, porque fueron aceitadas las bisagras el fin de semana.

     Cuando salí del baño, voló sobre mi cabeza un bicho negro con alas gigantes, mi grito seguramente se escuchó en todo el edificio. En su vuelo chocó con la lámpara de pie, que cayó al piso desarmándose. Cuando rebotó  en el vidrio de la ventana, sólo atiné a taparme la cara, escondida al lado de un mueble. Cuando me descubrí la cara, no lo vi más.

     Fue en ese momento en que decidí llamar a Rodolfo, el portero. Marqué el número, con el temblequeo de mis dedos. Sonaba, sonaba, y no atendía nadie. Colgué. Volví a llamar. Me atendió casi furioso. Son las tres de la mañana qué pasa? contestó con su carácter amargo de siempre. Yo tartamudeando le pedí que por favor viniera urgente,  que estaba muerta de miedo, y que así no podría volver a la cama.

     Me acurruqué en el sillón del living, con los ojos bien abiertos, pensando donde estaría escondido el bicho. Nunca había mirado tanto tiempo el reloj. Fui al dormitorio observando cada rincón. Tenía que cambiarme, me saqué el pijama y la ropa interior y me puse el  desabillé que estaba sobre la cama.
Sonó el timbre. Me sobresalté, pensando que el bicho iba a salir de su escondite  con el timbrazo del portero.

     Cuando le abrí la puerta, Rodolfo entró malhumorado. Le conté lo sucedido y él, muy serio me pidió un toallón , lo humedeció en la bacha de la cocina, y lo buscó detrás de los cortinados, agitándolos, corriendo las cortinas, sillones, haciendo ruido. El bicho salió del taparrollo, planeando de pared a pared, era una rata voladora negra, espantosamente fea, con unas enormes alas desplegadas.

     Encerrada en la cocina me quedé mirando con asco, tras el vidrio de la puerta. Cuando el bicho se apoyó en el estante del armario, Rodolfo se acercó sigilosamente le tiró el toallón, lo terminó de envolver y se lo llevó abajo murmurando palabrotas.
     Le agradecí como pude. El, suspirando profundo, me dijo que ya volvía.
Rendida y agotada, tomé un vaso de agua y me tiré en el sillón. Cuando  Rodolfo regresó  ya estaba  más calmo, pero preocupado por mi nerviosismo. En voz alta me dije, y le dije, cómo volver a dormirme después de estar con un murciélago en mi departamento.

     Tomándome de los hombros, me abrazó, y mientras me acariciaba la espalda me dijo que me tranquilice que ya estaba todo bien, que estábamos solos, que había traído una botella de wisky para compartir y que se iba a quedar a hacerme compañía hasta que amaneciera.  

     Como tantas otras veces, pensé.



5 comentarios:

  1. Leonor te agradezco mucho por permitirme publicar tu hermoso cuadro en mi cuento. Besos Josefina

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  2. Josefina : me encantó la trama desarrollada en el cuento, con final sorpresivo y feliz.
    Abel Espil

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  3. Muchas gracias Abel, que bueno que te gustó !!!

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  4. Muy bueno tu cuento Josefina y me gustó el cuadro, pinta muy lindo Leonor. beso Luciano Sordelli

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  5. Muchas gracias Luciano, en nombre mío y de Leonor, es una gran pintora, ya lo creo. beso Josefina

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