Jorge Ariel Madrazo: sus respuestas y poemas
Entrevista
realizada por Rolando Revagliatti
Jorge Ariel
Madrazo nació el 26 de agosto de 1931 en la capital de la Argentina, Buenos
Aires, ciudad en la que reside. Ejerció el periodismo desde 1967, sin interrupciones,
y hasta hace pocos meses, en su país y en Venezuela, ocupando cargos
directivos. Su quehacer literario ha sido traducido al francés, portugués,
italiano, inglés, catalán y macedonio. En 2005, por sus versiones de poemas de
autores de habla portuguesa, obtuvo el Premio “Paulo Ronai” en Pernambuco,
Brasil, y por su traducción de dos libros de Jack London, el Primer Premio IBBY
Internacional. Es Miembro Correspondiente de la Academia de Letras del
Nordeste del Brasil y de la
Unión Brasileña de Escritores. Integra el Consejo Editorial
de la revista “Trilce” (Concepción, Chile) y el Consejo Asesor de la
revista-web “Analecta Literaria”. Ha sido incluido en numerosas publicaciones
periódicas y antologías nacionales y extranjeras. La Biblioteca Nacional
de la República
Argentina lo distinguió en 2014 con el Premio “Rosa de Cobre”
a la
Trayectoria en Poesía. Publicó en 2011 a través de Ediciones
Desde la Gente,
Centro Cultural de la
Cooperación, de su ciudad, el volumen conformado por su
novela “Gardel se fue a la guerra” (Primer Premio “Eduardo Mallea”,
período 2003-2005) y por diversos textos de su libro
anterior, “Quarks-Microficciones”, de 2006. Sus dos libros de cuentos editados son “Ventana
con Ornella” (1992) y “La mujer equivocada” (2006). Desde 1966
fueron apareciendo sus poemarios “Orden del día”, “La tierrita”, “Espejos
y destierros”, “Blues de muertevida” (1984, Premio Nacional
Regional), “Cuerpo textual” (1987, editado por
el sello LAR de Chile, Segundo Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires),
“Cantiga del otro” (1992, Primer Premio Ediciones del Dock), “Piedra
de amolar”, “Mientras él duerme” (1997, en co-autoría con el pintor Juan López Taetzel), “Para
amar a una deidad” (1998, Premio Fondo Nacional de las Artes y Premio
Fundación Inca), “De mujer nacido”, “Teoría de ella”, “De vos”,
“Ayer decías mañana”, y en 2015 “Lo invisible”. En 2014 se concretó en
París, Francia, a través del Programa Sur de la Cancillería Argentina de
apoyo a la traducción, y por el sello Abra Pampa, una edición bilingüe bajo el
título “De vos / De toi”. Este año, Ediciones Summa, de Lima, Perú, dio
a conocer su antología personal “Alma que
has de vivir” y Ediciones Caletita, de México, le publicó el libro “Poemas de ángel caído”. Fue invitado a
encuentros internacionales de poesía en su país, así como en Perú, Chile,
Uruguay, Brasil, Colombia, Cuba, México, Nicaragua, Ecuador, Estados Unidos,
España, ex Yugoslavia, Irlanda y Francia.
1 — Imaginando la satisfacción que le habrá producido al niño que eras en
1940, cuando se publicaron dos poemas tuyos, nos preguntamos por la repercusión
en tu familia, por la irradiación en ellos y en vos, por tu continuidad en la
escritura de creación en aquella década y en la siguiente.
JAM — De hecho, esos
dos poemitas vieron la luz en una revista, “Ceres”, editada por la mutual del Ministerio de Agricultura y Ganadería,
en el que mi padre trabajaba. Como verás, la intervención de mi familia en
tales “inicios” literarios fue directa, pero no porque sí: aquel chico tenía
condiciones. Los poemas estaban consagrados, como era de prever, a mi madre y a
mi padre, y exhibían cierta habilidad constructiva y bastante “oído”. Aún
recuerdo la estrofa final de uno de ellos: «El
niño ya se ha dormido / la madre cesó su canto. / Ya no se oye de la lluvia el
ruido. / Las horas siguen pasando…». A esa edad, por cierto, ya tenía muchas
lecturas —obvio: desperdigadas, sin ningún orden— gracias a la biblioteca de
una tía, hermana de mi madre y profesora de Arte Escénico y Declamación: esa
biblioteca rebosaba de Rubén Darío, José Asunción Silva, Santos Chocano, Amado Nervo,
Edgar Allan Poe, Fernández Moreno (Baldomero y César), José Pedroni, Antonio Machado,
Federico García Lorca, León Felipe y un riquísimo etcétera. Los Nocturnos de
Silva y “El Cuervo”, de Poe, me
abrieron el alma, el sentimiento y el oído como nada nunca antes. León Felipe y
Vladímir Maiakovski —este último, no sólo por su euforia revolucionaria sino
también por su forma de escandir el verso— fueron con César Fernández Moreno,
García Lorca y Rafael Alberti y el Pablo Neruda de “Residencia en la tierra”, las
influencias más notables, en la prehistoria adolescente de mi formación
poética.
Toda la escritura que siguió, en los
’40 y ’50, se convirtió en humeante pira
cierta noche
de rara autopunición: ocurre que sentí miedo, o rechazo, por lo que era una
entrega psíquica casi absoluta a la experiencia (mágica, obsesiva) del lado
poético del universo. Una precoz militancia política y un precoz casamiento
contribuyeron a que mi primer libro de poesía se publicara muy tarde, a los 34
años, en 1966 y gracias a la generosidad de José Luis Mangieri con su primer
sello: La Rosa Blindada.
Ese opus poético inicial se llamó “Orden
del día”. Pese a tal título, no era para nada panfletario, ni siquiera de
carácter preminentemente político, y aún hoy lo reivindico.
2 — ¿Qué medios periodísticos en los que te hayas desempeñado
destacarías? ¿Qué secciones cubriste y de cuáles llegaste a ser el principal
responsable, con qué otros escritores compartiste redacciones?
JAM — Los
principales hitos de mi trabajo periodístico fueron, en el país y en gráfica,
la revista “Siete Días Ilustrados” (fui Secretario de Redacción de su edición
nacional y luego de la
Latinoamericana) y el recordado matutino “La Opinión”,
fundado por Jacobo Timerman. En los años ’60 estuve muy cerca de “La Rosa
Blindada”, publicación que dirigía Mangieri, donde reencontré al joven Juan Gelman
que ya había admirado en sus lecturas públicas y a través de los discos del
Tata Cedrón. Ya en Venezuela transité por varios medios gráficos hasta
desempeñarme como Director del semanario “Elite” y, luego, Secretario de
Redacción de la filial venezolana de la agencia de noticias italiana ANSA.
Una vez de regreso en la Argentina, pasé por
otros medios como la revista “El Observador”, el matutino “Clarín” —en su sección Internacional—, y algunas
colaboraciones esporádicas para la última etapa de la importante revista “Crisis”,
que dirigió el poeta y periodista Jorge Boccanera. Por fin, fui colaborador
permanente de la publicación virtual y gráfica “El Arca”, órgano de la Caja Nacional de Ahorro y
Seguros, hasta su desaparición, poco
tiempo atrás.
Raúl González Tuñón (con quien apenas
tuve trato, por mi timidez en aquellos años), Gelman, Francisco Urondo, el gran
dibujante Hermenegildo Sabat, Tabaré Di Paula, Sergio Morero, Alberto
Szpunberg, Ramón Plaza, son algunos de los nombres, imborrables hasta hoy,
surgidos en aquella larga etapa periodística y poética a la vez. Hubo más, es
claro, pero no quiero convertir este diálogo en una guía telefónica.
3 — Tras exiliarte en Caracas, entre 1976 y 1983,
apenas regresado a nuestro país se difunde tu poemario “Espejos y destierros”.
Seis, siete años en otra gran ciudad. ¿Cómo fue “volver”?...
JAM — El que vuelve
es ya otro, ¿verdad? Y el país también es muy otro. Ante todo procuré re-descubrir,
conocer el nuevo movimiento poético, en especial a los autores y autoras
jóvenes: era la época de “Poesía Abierta”, de los cafés y caves donde la poesía sentaba sus reales. Traté intensamente a
magníficos compañeros de mettier,
muchos de ellos hoy fallecidos. Mención especial, entre estas figuras
memorables ya idas, para Enrique Puccia, Antonio Aliberti, Rubén Chihade, Francisco
Madariaga, Edgar Bayley, Enrique Molina,
Joaquín Giannuzzi, Juan García Gayo, Hugo Caamaño, Jorge Smerling, Carlos
Débole, Jorge García Sabal, Celia Gourinski,
Élida Manselli, Susana Thénon, Olga Orozco y un riquísimo etcétera.
De igual modo, debo
confesar que tropecé en algunos casos con sectarismos y afanes por ocupar un
paradójico “poder poético” —que ayer y hoy me pareció un afán tan pobre como
risible—, cuya mayor expresión quizás haya sido la revista “Diario de Poesía”.
4 — ¿Te habrás referido ya en alguna entrevista a ese volumen
titulado “Orgasmo” (Centro Editor de América Latina, 1989), conformado
por poemas de Mario Trejo (1926-2012), con tu selección y estudio
introductorio? Haya sucedido o no, Jorge, te demandamos que nos hables de
Trejo, de tu selección y estudio.
JAM — Trejo —o Trexus, como él se auto-rebautizó— fue
uno de los personajes más singulares que he tratado, mejor dicho: que tuve el
privilegio de tratar. Fue, en mi opinión, una de las voces mayores de la poesía
en lengua española, desde la irreverencia y la ironía que no excluían una
hondura conmovedora de quien había vivido “todo”, y en todas partes. Cualquier
convencionalismo, cualquier gesto mediocre o mezquino se disolvían en el aire,
avergonzados, ante su presencia cáustica e intransigente. Podía suscitar
admiraciones incondicionales y rechazos no menos absolutos. Era un ser de las
noches, del jazz, de la bohemia y los márgenes, y daba la impresión de que nada
de lo humano le era ajeno, a excepción de los rótulos políticos. Tampoco le fue
ajeno ningún género textual: fue maestro como dramaturgo, guionista de cine y
televisión, autor de poemas que llegaron a ser canciones exitosísimas, como
“Los Pájaros Perdidos”. Y hasta fue actor, haciendo de sí mismo, en la película
de Bernardo Bertolucci “La vía del petróleo”. De mi trabajo para el CEDAL sólo
diré que estuvo movido por la admiración y el amor.
5 — Envidiable bagaje el tuyo tras las participaciones en encuentros de
escritores en más de una docena de países.
JAM — Hay
encuentros poéticos de muy distinta índole, carácter y magnitud. Pero ya sea en
Rosario o Córdoba de Argentina, o bien en Struga —Macedonia, en la ex Yugoslavia—,
en Irlanda, en Oregón (EEUU), en Granada (Nicaragua), en Concepción y Valdivia
(Chile), en La Habana, en
Quito, Lima o Medellín (por citar a algunos a los que fui invitado), la emoción
poética suele ser similar. Tal experiencia, que es tanto de vida como poética,
permite además enriquecerse con múltiples aportes, seres humanos, culturas y
voces. Y suelen forjarse amistades duraderas y entrañables.
6 — Resulta que sos el prologuista de un libro que juzgo extraordinario:
“Lo cierto”, del argentino Diego Viniarsky, fallecido trágicamente en 2006 a los cuarenta años.
JAM — Amor y admiración: ésas son las palabras que ya
usé para definir mi relación con Mario Trejo, y muy adecuadas para referirme al
vínculo con Diego e incluso con Noemí, su gran compañera.
Diego era un ser de excepción, un
talento y una voluntad descomunales encarcelados en un cuerpecito que sufría un
creciente deterioro por una enfermedad paralizante. Lo conocí cuando me puse en
contacto con él tras leer un número de la
excelente revista
“El Perseguidor”, que él fundó y dirigía con la ayuda —no siempre constante— de
un pequeño grupo de amigos y colaboradores. Como bien señalás, “Lo cierto” es un libro fuori
serie. Y quedó inédita una novela suya que evocaba su niñez y la pasión
por el fútbol. Sus dos hijos, una mujercita y un varón, son también brillantes,
y Noemí sigue siendo una de mis amigas más cercanas.
Por cierto, al hablar de Diego no
puedo dejar de recordar y homenajear a otro gran poeta y crítico, una de las
personalidades más agudas que he conocido, Juan Antonio Vasco, que sufrió su
misma y más que injusta enfermedad.
7 — ¿Está ya concluido, aunque sin editar, tu ensayo “Grandes poetas
olvidados”? ¿Quiénes son ellos?
JAM — Nunca llegué a
concluirlo, ni creo que me dé el tiempo para hacerlo.
Algunos de esos nombres (largados así, sin ningún orden): César Tiempo, Delmira
Agustini, Carlos Sabat Ercasty, Martín Adán, César Calvo, Martín Oquendo de
Amat, Porfirio Barba Jacob, Eunice Odio, Humberto Díaz Casanueva, Rosamel del
Valle… En realidad, ¿no están olvidados la mayor parte de los poetas que
merecerían ser frecuentados a diario?
8 — ¿Cómo se gestó, se produjo tu “Conversaciones
con Elizabeth Azcona Cranwell” (1933-2004), ese volumen que en 1998
fue editado a través del sello Vinciguerra?
JAM — Ese
trabajo, que me permitió transitar la intimidad (a menudo dolorosa) y la obra
de una gran poeta y amiga, ninguneada hasta por una trajinada antología que
pretendió dar cuenta en 2010 de los “200
años de poesía argentina” (sic), surgió a pedido de la propia editorial. Y
se gestó a lo largo de muchas horas de entrevistas y de charlas más
distendidas, en su departamento porteño del barrio Norte. Elizabeth irradiaba
un talento y encanto especiales, y era un tesoro de anécdotas y de sentimientos
muy profundos en cuanto al tan particular reino, o taller, de la creación
poética.
9 — En el género
ensayo destacan dos títulos de tu autoría: “Breve historia del bolero”
(1980), y cinco lustros después “El anticristo” (2006).
JAM — El ensayo
sobre el bolero, género que amo, nació por la impronta del clima musical y
sentimental del Caribe, que me llegó con ímpetu durante mi residencia en Venezuela, donde conocí
entre otros al gran cantante puertorriqueño Daniel Santos y descubrí a su
eximio compatriota Héctor Lavoe (llamado “El cantante” por antonomasia), al
cubano Beni Moré, al panameño Rubén Blades, a la española-venezolana Soledad
Bravo, a los venezolanos Willie Colón y Oscar D’León. Incluso entrevisté allí
al famoso cantante argentino Leo Marini, quien vivió también en Venezuela. Y al
director de la orquesta “La Sonora Matancera”,
el que me abrió los ojos a una nueva visión de estos ritmos al revelarme: “Chico,
tú sólo comprenderás de verdad toda esta cosa cuando vivas a fondo el sentimiento Caribe.” Y tenía mucha razón.
“El anticristo” lo escribí, en difícil parto, por pedido de una
editorial española para públicos masivos: tenía que ser muy bien documentado y
al mismo tiempo ameno. Creo, modestamente, que lo logré.
10
— ¿Por qué o a instancias de qué motivaciones escribís poesía? ¿Cuál es tu
visión del quehacer poético?
JAM — En mas de una ocasión, con éstas palabras u otras semejantes,
he dicho lo que es mi férrea convicción: el poema, si merece tal nombre, es un
cuerpo vivo, un jadeo, una respiración, un dolor y un actuar tanto físicos como
subjetivos, que han de nacer desde el adentro hacia el afuera: rara vez la
gracia poética tutele a un texto surgido prioritariamente desde lo que Edgar
Bayley llamó el “estado de alerta”, o
desde el mero tributo a la herencia literaria, por rica que ésta fuera. Por lo
demás, el poema es lo que es, quiere decir lo que dice, alude pero no expresa
nada preexistente a sí mismo: es nuevo mundo que se agrega al mundo.
En mi caso (pero dista de ser un
patrimonio personal) pesan fuertemente la obsesión por el Tiempo y sus
mutaciones. Uno vive instantes fugaces, y proyectos más duraderos, deseos y
sueños intensos y poderosos. En igual medida me afectan la injusticia, la
hipocresía de una sociedad que, con un refinamiento mayor o menor, y tantas otras
veces sin ningún ocultamiento, se asienta en la humillación, la marginación y
la muerte —civil o física— de grandes mayorías condenadas a un destino oscuro.
Y también me motiva el ser-con-otros,
el sentir que se es otros, aun con las gigantescas dificultades de
comprensión y la cuasi imposibilidad de conocerse. La sensación de extrañeza ante
uno mismo y lo otro, de estar en este cuerpo y en este mundo, de lo raro
y aun mágico de que exista lo otro, es uno de los detonantes de mi escritura.
Pueden impulsarla en lo inmediato, es claro, una visión, un momento que se
siente único y por ello epifánico, una irrupción de algo que se unirá
convulsivamente con los yacimientos del recuerdo, hasta un dato científico que
me sorprende y desubica y suscita nuevas relaciones dentro de mí; cada cosa y
cada maravilla del afuera, uniéndose al sustrato interior y al subconsciente.
De otro modo: el misterio. Y el deseo de ampliar y conocer mejor el mundo, al
renombrarlo. Lo que es otra forma de decir: expandir la comprensión de uno
mismo y del resto, el conocimiento por otras vías, en especial la emotiva (lo
intelectual también ha de estar encarnado en imágenes sensibles: tiene que
haber “carne en el asador”). Mención especial para el lenguaje: a veces se olvida
que todo poema es lenguaje; otras veces se exagera este rasgo, cayendo en una
verdadera logorrea. En suma, permítaseme una obviedad: no hay poema, si no está
atravesado desde sus entrañas por la poesía.
Pero ¿será una obviedad?
11
— Críticos literarios destacaron tu modo de
valerte de neologismos, arcaísmos y
enclíticos, un uso de los diminutivos, a veces hasta en los verbos,
sustantivación de adjetivos, verbalización de sustantivos, toques barroquistas
en tu poética.
JAM — Así
lo ha hecho notar incluso en fecha reciente, en su prólogo para una antología
personal mía, la destacada poeta argentina Marta Braier. Y tal vez sea así, al
menos en cuanto a gran parte de mi trabajo poético. Quizás esos rasgos —naturales,
como una forma de respirar, nunca rebuscados— se hayan diluido algo con el
tiempo y con los poemas. Quizás predominen más en unos libros que en otros. Es
que el llamado “estilo” no es sino el resultado de lo que cada uno, al labrar
el poema con la máxima honestidad y necesidad, logre hacer con sus limitaciones
y anhelos personales, en cada etapa de su vida física-subjetiva y de acuerdo
con sus deseos, potencialidades y déficits. Cierta vez, en Caracas,
pregunté al enorme poeta chileno Humberto Díaz Casanueva, ya fallecido,
sobre su presunto “cambio de estilo” en sus últimos libros: “Usted antes escribía poemas en forma de
versículos casi elegíacos, muy abarcadores y dilatados; en sus nuevos poemas se
lo ve más austero y tendiendo al verso corto. ¿A qué se debe eso?”. “Muy sencillo —me respondió—: ahora estoy mucho más viejo, y me falta el
aliento…”: toda una “lección de estilo”.
12 — Como periodista realizaste un reportaje, por ejemplo, a la
cantautora peruana Chabuca Granda (1920-1983). ¿Qué entrevistas por vos
efectuadas te resultaron más redondas, más logradas? ¿Y qué te pasaba con los
remisos?
JAM — Sería muy difícil para mí escoger
una de esas entrevistas. Las hubo a grandes artistas, a mandatarios y Jefes de Estado, a dirigentes
sindicales, a científicos. Tal vez una en la que hubo mayor empatía con la
persona entrevistada, haya sido el largo y emotivo diálogo con Alfredo
Zitarrosa, en Buenos Aires, para la revista “Siete Días”. O el que tuve en un
hotel venezolano con Jorge Luis Borges, para la sección cultural de la agencia
de noticias ANSA.
No, no me tocaron
remisos. También es cierto —valga la aparente inmodestia— que hay que saber
entrevistar, hallar el timing y la forma para que el remiso
vaya aflojándose. Lástima grande: nunca se me dio tener que entrevistar
a Juan Rulfo, o a Augusto Monterroso, cuya parquedad en el diálogo
era proverbial.
13 — Hace más de tres lustros se dio a
conocer el volumen que concibieras con el artista plástico Juan López Taetzel.
¿Cómo se generó esa asociación, cómo la desarrollaron, qué resulto?
JAM — La estrecha amistad
con ese pintor, que siempre admiré, y su interés y honda comprensión del quehacer poético, me llevaron a
pedirle ilustraciones originales —en verdad, tintas muy libres— para los poemas
que irían al libro “Mientras él duerme”. Aclaro: no fueron,
ni quisimos que fueran, “ilustraciones de poemas”. Son tintas bellísimas,
fuertes y libérrimas, que conforman a su modo otros discursos creativos
independientes. Por lo demás, esos poemas son, creo, los que más espontánea y
libremente brotaron de mí. Fueron una catarsis en una época personal difícil.
Ese libro no tuvo buena difusión
pero es uno de los que prefiero.
14 — A donde te lleven…: ¿Qué es la
gloria literaria? ¿Cuál es el miedo químicamente puro? ¿Te gusta escribir
adentro de lo ya escrito?
JAM — ¿La gloria? ¡Pero, ésa es una aspiración propia de poetas
imperiales en países imperiales! Entre nosotros, es sustituida por la pequeña
aspiración al “poder” poético individual. Algo muy diferente del sano y válido
prestigio y/o reconocimiento.
El miedo químicamente puro puede ser:
estar echado en la cama mientras los que van a secuestrarte derriban la puerta,
o encontrarte aferrado a una boya en pleno océano y en plena noche. O abrir una
ventana y ver el rostro de uno mismo, muerto.
Escribir adentro de lo ya escrito:
creo que esto es, meramente: escribir:
un palimpsesto acaso infinito, aunque por suerte el texto alguna vez te
abandona…
15 — ¿Qué proceso medió desde que
concebiste la idea para la novela “Gardel
se fue a la guerra” y el momento en que decidiste escribirla?
JAM — La novela —paródica, ucrónica—, se fue desarrollando en
diversos momentos. Recordemos: la trama presenta a un Gardel fracasado en sus
pretensiones de Gran Cantor Barrial y a un teniente coronel Perón no menos
frustrado, ambos urdiendo una disparatada odisea redentorista desde el
geriátrico que los dos comparten, y recibiendo instrucciones nada menos que de
un representante de los últimos Cátaros o Perfectos aún sobrevivientes en la
francesa Toulouse, ciudad natal del auténtico Gardel. Paradójicamente, o no,
escribí esta parodia tragicómica mientras mi esposa luchaba (luchábamos) contra
su durísima enfermedad terminal. Realmente, todo un caso de esforzado
desdoblamiento, como vía para sobrellevar momentos atroces.
No hubo
tanta preparación previa, aunque sí debí leer mucho sobre los Cátaros, su
filosofía, las represiones por ellos sufridas, etcétera. Creo recordar que la
novela tuvo tres o cuatro versiones, hasta su forma final. Un día me atreví a
llevársela al muy apreciado y generoso Mario Grabivker, quien dirigía el Departamento
Editorial de las Ediciones “Desde la Gente”. Pasado el tiempo, y ya jubilado
Grabivker, un día me hace llamar Jorge Testero, en la actualidad al frente de
esas ediciones, quien con idéntica generosidad y espléndida disposición me
propone editar el libro. Así es
que vio la luz.
16 — ¿Has llegado a pagar “cualquier
precio” con tal de tener la primerísima edición de —pongamos— un libro nunca
re-editado en los últimos cien años?
JAM — ¡No! Disto mucho de ser un bibliófilo o un coleccionista.
Es claro que amo los libros, y me cuesta desprenderme de alguno (si bien he
regalado, con placer, ciertos libros para mí muy valiosos): pero no llego a
esos extremos. Tampoco podría pagar “cualquier precio”…
17 — Ricardo H. Herrera dice que “cuando el que traduce es un poeta,
difícilmente sus elecciones puedan estar desvinculadas de la imagen ideal de la
poesía que persigue”. ¿Acordás? ¿Qué entra en juego en vos al elegir un
poema para su traducción?
JAM — De preferencia, un autor admirado por mi.
Por otra parte, mis traducciones fueron siempre una actividad aleatoria,
surgieron al calor de diversas circunstancias. No soy lo que puede llamarse un traductor.
18 — El varón, ¿es un arma de
destrucción masiva?
JAM — Caramba, prima facie suscribiría eso. Pero habría que ceder
la palabra a los biólogos, genetistas, sociólogos y filósofos. Suponiendo que
ellos pudieran dar una respuesta. Ciertamente, y al margen de algunas damas de la
historia bastante terribles —Catalina de Rusia, la Thatcher, por ejemplo—,
estoy tentado de pensar que un
regreso al Matriarcado daría frutos muy interesantes.
19 — ¿Poéticas que te
entusiasmaron alguna vez y para las que ya “no estás disponible”? ¿Poéticas que
te entusiasman y para las que con anterioridad “no estabas disponible”?
JAM — Para el primer caso, podría
decir: la poesía española (generalizando demasiado, es claro: Gamoneda me atrae
mucho). Para el segundo, ciertos nombres rectores de la poesía anglo-sajona. Y
la oferta poética que brota en América, con la obvia inclusión del
Brasil.
20 — Transcribo de la novela “El año de la muerte de Ricardo Reis” de
José Saramago: “Ricardo Reis hace un
ademán, tantea el aire ceniciento, después, distinguiendo apenas las palabras
que va trazando en el papel, escribe, A los dioses pido sólo que me concedan el
no pedirles nada, y habiendo escrito esto ya no supo qué más decir, a veces es
así, creemos en la importancia de lo que dijimos o escribimos hasta cierto
punto, sólo porque no fue posible acallar los sonidos o apagar los rasgos, pero
nos entra por el cuerpo la tentación de la mudez, la fascinación de la
inmovilidad, estar como están los dioses, callados y quietos, sólo asistiendo.”
¿Tu reflexión?...
JAM — Amén.
*
Jorge Ariel Madrazo selecciona poemas de su “Alma que has de vivir” para
acompañar esta entrevista:
TRAJEADOS, LOS AMIGOS
Anoche visité amigos muertos:
descansan (quién diría)
todo su no-tiempo
en jardines cuyos ramos cobijan poemas y
citrus de ignota acidez.
Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé
confesando: —No hubiera jamás creído
Edgar, Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio, Celia,
hallarlos tan contentos
como si fuese un suspirito vuestro
transcurrir.
Conversamos sobre bares y dragones, y
amores frutecidos en remotos hoteles y
parques con nudillos de niebla. Mateando,
sonreídos, me despidieron con un fulgor
que no olvidaré.
Se escondía en sus miradas el color de una
verdad. Y había en sus labios
una revelación.
(A
Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti,
Gianni
Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia,
Enrique
Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia Gourinski)
*
ESPÍA DE SÍ
Aquella lumbre por lienzos opacada,
de un evanescente resplandor rubí
—por favor, compréndanlo, les hablo
no de alegre ventana, y sí de otra
enfrentada a mi espionaje vergonzante,
donde ya mismo tal vez algún enfermo
sin un átomo de fuerzas, ejecute
la agonía que ni alcanzó a ensayar—
en esa roja luminaria o dormitorio
tan irreal como el apenumbrado
declinar de alguna turbia frente
¿no seré yo acaso el desolado huésped
que allí muere y la agüita se escapa de sus
ojos en tanto aquí, no lejos, con lógico estupor,
desde mi balcón yo lo espío y me espío
y me aferro a mi silla con pálidos nudillos
y me siento tan sano en esta blanca noche?
*
CÓMO HAVELOCK
ELLIS CONOCIÓ EL AMOR
Al gran sexólogo que, según propia confesión,
aprendió a amar en su alta
edad.
Sólo un niño de Surrey, acunado en el oscuro pánico
de la reina Victoria, robando huracanes
en la proa del velero Empress.
Ése era el Havelock de celestes lagunas,
es decir: ojos iguanas que alumbraban sus
bífidas lenguas, sus ominosas
poluciones nocturnas,
tan nocturnas como el sol del puerto
delirado por el velero de su padre y por
raros fantasmas
sudamericanos.
Pero cuando Havelock adolesció y se adultó
sin jamás jamás
adulterar la lluvia de sus ojos,
danzó platónicos amoríos llamados
agnes
olive
may
Mirábanse bellos y desnudos, como aves
incapaces de volar.
Y así Havelock se casó sin casi saber del sexo
más que el niñito del velero Empress
y conoció a Hilda Doolittle quien era
un gran pájaro blanco al borde
de un acantilado.
Y cuando Havelock fue ya un viejo y
lo amaban todas las mujeres del mundo
Françoise Delisle le reveló un mundo jadeante
entre sus piernas.
Y Havelock Ellis escribió los más bellos tratados sobre el amor
con el estremecido júbilo sombrío del
hombre que, a punto de morir,
desde su ventana descubre, llorando,
la última estrella del universo.
*
L’AUTRE
Quien lo observara galantear, y quien
el merengue danzar (bien recto el torso,
a su fémina ornando dulce alcurnia),
quien por forniques lo juzgara un sátiro
—algo venido a menos, reconócelo—
o lo acompañe en tragos verdiazules
donde amistad escarcha sus blasones
no diría —ese quien— que él está pronto
a declararse sátiro en derrota,
mal abrigado en fingidor pellejo,
deshaciéndose en gajos a ojos vista
alistado a morir por vez primera.
*
ASÍ TU PERRO CORAZÓN
Igual que trote sin
potro, que huerto sin tierra, así tu
perro corazón desbocado acorazona
su endemientras (palabra ésta
potro, que huerto sin tierra, así tu
perro corazón desbocado acorazona
su endemientras (palabra ésta
brava,
palabra gaucha, lenta)
palabra gaucha, lenta)
así
tu alma nunca al
servicio de causa propia, siempre
servicio de causa propia, siempre
causa ajena, así tu ser
anhelando
ser
y
nadiecito, ¿ves?
se
dará cuenta.
*
LO INVISIBLE
El
espacio entre vos y
yo está
preñado de diminutos
seres bulliciosos
parecidos al aire o a algo
que quizás
yo está
preñado de diminutos
seres bulliciosos
parecidos al aire o a algo
que quizás
quiera
existir
seres que
intentan desunirme
existir
seres que
intentan desunirme
de vos
y
se burlan y
seguirán burlándose
y
se burlan y
seguirán burlándose
nos hacen cuernitos
en vano pretenden
calumniarte
detallarme
crímenes seriales
triángulos varios y
otras minucias
perpetradas
(mi inexistente y única
mi amorada sin mácula)
por vos.
*
AMORES
Como de acero o turbadora seda
o imaginario jardín oriental,
así es nuestro amor. Son testigos
el Sur, la noche cóncava, aquel bar
de vino y de miradas que desvisten,
tu alma abierta a la interrogación.
¿Qué hizo posible, inquieres, este amor
al que Tiempo no mella? Te respondo:
vos y yo amamos, en ambos, además,
a los diversos que abrazan nuestro abrazo.
Ellas y ellos, los amados muy antes,
son los garantes de esta caricia eterna,
de este amor que créase a sí mismo,
nutrido, noche a noche, de sus varios.
*
Entrevista realizada a través del
correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Ariel Madrazo y
Rolando Revagliatti, diciembre 2015. *Jorge Ariel Madrazo
falleció el 22 de marzo de 2016.
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