Jorge
Castañeda responde “En cuestión: un
cuestionario” de Rolando Revagliatti
Jorge Castañeda nació
el 23 de agosto de 1951 en la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos
Aires, la Argentina, y reside en la ciudad de Valcheta, provincia de Río Negro.
Desde 1973 ha publicado los poemarios “La
ciudad y otros poemas”, “Poemas
breves”, “Treinta poemas para leer en
invierno”, “Poemas sureños”, “Sentir patagónico”, “Los atabales del tiempo”, “Suma patagónica”, “Raíces de Piquillín”, “El
lirio de los valles” y “Mester de
cantoría”, así como la novela corta “Pilquiniyeu
es un chancho que vuela”, los volúmenes en prosa “Valcheta, un pueblo con historia” y “Crónicas & crónicas” y el de dramaturgia “Arturo y los soldados” (algunos, en ediciones digitales). Fue incluido
en diversas antologías: “Rostros y voces”,
“Mosaico poético argentino”, “Antología poética nacional”, “Poesía y vida”, etc. Su obra literaria ha sido declarada de Interés
Cultural por la Honorable Legislatura de la Provincia de Río Negro. También fue
designado “Ciudadano Ilustre de Río Negro”. Ejerció el periodismo.
1: ¿Cuál fue tu primer acto
de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
JC: Mi primer acto de creación, si así puede llamarse,
fue en el cuarto grado de una escuela primaria del barrio de La Falda, en la
bonaerense ciudad de Bahía Blanca, donde la maestra nos pidió que redactáramos
una composición. Yo escribí sobre un carozo, luego árbol, fruta y nuevamente
carozo, con todo lo que el ciclo de la vida representa. La maestra la citó a mi
madre para felicitarla y opinó que yo tenía talento. Se puede decir que desde
aquel día le tomé cariño a la escritura.
2: ¿Cómo
te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la
velocidad, con las contrariedades?
JC: Con la lluvia me llevo bien (como casi todos los
poetas): César Vallejo, Horacio Ferrer, Jorge Luis Borges… En cambio, las
tormentas algo me asustan por los desastres que suelen ocasionar: voladuras de
techos, caídas de árboles, truenos y rayos. Pero advertir a la naturaleza en
toda su fuerza atrae, subyuga.
3: “En
este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”,
por ejemplo, William Faulkner y su “He
oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?...
JC: Como a
William Faulkner y otros escritores a veces esa dama veleidosa me visita en un
instante fugaz, pero lo demás es trabajo, corrección y esfuerzo.
4: ¿De qué artistas te
atraen más sus avatares que la obra?
JC: Me atraen
sobremanera las vivencias de un Rubén Darío, de Miguel Hernández, de Pablo
Neruda, de Gabriel García Márquez, pero más admiro sus obras. Por ejemplo,
Pablo Picasso o Salvador Dalí. Leer biografías me encanta. Los pequeños
avatares de nuestra vida son tan importantes como nuestra obra y de alguna
forma nos condicionan.
5: ¿Lemas,
chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
JC: En uno de
mis cuadernos los anoto y tengo cientos. Además los utilizo en mis textos pero
con cierta mesura: “No vaya ser que por
gorda no camine y por flaca se nos caiga”.
6: ¿Qué obras artísticas
te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís
quedando, en estado de perplejidad?
JC: El “Ulises” de James Joyce, el “Don Quijote de la Mancha”, “Bomarzo” de Manuel Mujica Láinez, “El Aleph” de Borges, las novelas del
español Ramón J. Sender por el manejo del color, algunos libros de la “Biblia” como el “Cantar de los cantares” o el “Libro
de Job”; y la lista sería restringida.
7: ¿Tendrás por allí alguna situación
irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras
contar?
JC: Varias.
Desde volcar las copas, mancharme la indumentaria, perderme en las rotondas, y
otras más “que contar no quiero”.
8: ¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
JC: Sé que en
esta tierra soy un peregrino y la fugacidad de la vida está siempre presente en
mi obra literaria; la posteridad como la fama es una impostora. Estoy más en
paz con la muerte que con la posteridad. No me desvela.
9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te
aplastan?
JC: La rutina
me gusta: levantarme temprano, desayunar, evacuar los intestinos como hacían
los soldados de Napoleón ante cada batalla, leer el diario, ver las noticias,
revisar el correo electrónico, almorzar, dormir la siesta, escribir, la cena
con amigos, el trato cotidiano con Irma, mi compañera de vida, y a la noche,
siempre después de las 12 si es posible, dormir como un bendito.
10: ¿Para
vos, “Un estilo perfecto es una
limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus
Barga? Y siguió: “…un estilo es una
manera y un amaneramiento”.
JC: El estilo
es una forma de acostumbramiento de nuestra escritura a determinados impulsos
iterativos. El estilo lo logramos, a veces, después de años de ejercer el
oficio, con suerte.
11: ¿Qué sucesos te producen mayor
indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te
hartan instantáneamente?
JC: Me
indigno ante la estupidez de algunas personas, me hartan la chatura, el odio, el
desencuentro de opiniones, la negación del otro, el pensamiento superficial y
la charlatanería: “El que mucho bate la
lengua, poco piensa”. Pero no me despiertan violencia; al contrario,
lástima.
12: ¿Qué postal (o postales)
de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?
JC: De mi
niñez suburbana en Bahía Blanca, como el también bahiense Eduardo Mallea
[1903-1982], atesoro algunas postales: Una foto de mi madre con su delantal de
cocina, la moto Puma de mi padre, yo con guardapolvo blanco y los juegos de
aquellos años: bolitas, figuritas, el hoyo pelota, etc.
13: ¿En los universos de qué
artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras
elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como
personaje o de algún otro modo?
JC: En los
laberintos de Borges, en los universos de William Shakespeare, en los
personajes de Pío Baroja o en alguna novela de García Márquez.
14: El
silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la
desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías
lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?
JC: La
oscuridad es la contraparte de la luz y desechando los miedos atávicos tiene su
encanto. Con respecto al silencio, no siempre es absoluto, a veces hasta el
silencio habla; la palabra desolación —aparte de ser el título de uno de los
libros de Gabriela Mistral— es una mala compañía. Las sorpresas mucho no me
gustan, como la gravitación de los gestos o el fervor, que siempre tiene que
ser mesurado.
15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la
mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?
JC: Por
supuesto que al neerlandés Erasmo de Róterdam, los españoles Baltasar Gracián y
Francisco de Quevedo, el estadounidense Truman Capote, el venezolano Rufino
Blanco Fombona, el rumano Emil Cioran.
16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué
imprecisiones preferís?...
JC: No
aprecio lo que otros aprecian y no tengo imprecisiones preferidas a pesar de que
cometo muchas.
17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere
a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas
que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
JC: Son trasuntos
afectivos porque la vida es diversa y pocas cosas se eligen. Y cada persona
tiene más caras que las de Proteo. Para algunos significan mucho y para otros
nada. Pregunto: ¿Será cierto que los opuestos se atraen?
18: ¿El mundo fue, es y será
una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en
su tango “Cambalache”?
JC: Fue el
poeta mayor de los argentinos. Se sentaba en el cordón de la vereda a mirar las
estrellas cuando los otros niños jugaban. Supo decir que “el tango es un sentimiento triste que se baila”. Hoy “Cambalache”
está más vigente que nunca.
19: Por
la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los
tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?
JC: Alejandro
Magno, Augusto César, Nelson Mandela, Martin Luther King Jr., Juan Domingo Perón.
No existen grandes hombres sin grandes causas.
20: ¿Qué
te hace “reír a mandíbula batiente”?
JC: Los
equívocos; algunos chistes que son un poco la sal de la vida.
21: ¿Cómo
afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos
o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?
JC: Jamás me
he permitido hacerlo. Trato de ser un hombre de ideales firmes y coherentes con
mi forma de ser y de pensar.
22: El
amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando
con esos tópicos?
JC: Con todos
de maravilla, menos con el dinero que solo me importa para vivir con cierta
dignidad. Del amor, no puedo quejarme: mi compañera, mis hijos, mis amigos.
Trato de ser contemplativo y tengo mis instantes íntimos. En religión soy
cristiano evangélico y ecuménico. En política vengo militando desde los
diecisiete años. (Y siempre cerca de las causas populares, no del populismo que
es harina de otro costal).
23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos
coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas
teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?
JC: Creo que
toda obra de arte que nace del interior del hombre es importante. Pero no me
gusta lo hermético, lo que no dice nada, ni las modas pasajeras.
24: ¿Qué calle, qué
recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu
adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...
JC: Las
calles de mi barrio de La Falda en Bahía Blanca, porque las transité de niño y
aún recuerdo la de la primera casa que alquilaban mis padres: Belgrano 1138. La
he visitado ya de grande y todavía está igual, pero entonces “uno comprende cómo están de ausentes las
cosas queridas”.
25: ¿Cómo
reordenarías esta serie?: “La visión, el
bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el
sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el
desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar,
por ejemplo, una microficción.
JC: La ciudad
fue mi entorno; el bosque solamente lo conocí por los cuentos infantiles; la
visión despertó mi atracción por las artes; la lengua nunca me la comieron los
ratones; sacrificios hicieron mis padres; de las ceremonias he estado lejos
siempre que he podido; las miniaturas y los alfeñiques me dejan cierta
indiferencia; para la danza y los saraos soy muy torpe; me agrada el
pensamiento y su construcción en personas inteligentes; trato de ser auténtico
pero no siempre lo logro; sufrimiento fue el del Señor y el de los grandes
artistas y filósofos (Pascal, Miguel de Cervantes, Arthur Schopenhauer, Soren
Kierkegaard, Franz Kafka, Ernesto Sábato). Del azar solamente me gustan los
juegos y me disgustan los desajustes. La muerte es una compañera que espera
paciente nuestras ganas de partir.
26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme
de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde
mueren las palabras?...
JC: Será
donde mueren los pájaros, a pesar de que citando a Alejandro Dolina, “los refutadores de leyendas” dicen que
las palabras no mueren nunca y estarán por toda la eternidad en el cosmos.
27: ¿Podés disfrutar de
obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas?
¿Pudiste en alguna época y ya no?
JC: Sí,
siempre. Por ejemplo, Federico García Lorca y Dionisio Ridruejo, García Márquez
y Mario Vargas Llosa, Sábato y Borges. Ser hoy de la izquierda o de la derecha
es una grandísima estupidez, como la de desechar una obra de arte por la
posición política del autor.
28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la
decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo
que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y
luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?
JC: Me
decepciona. Pero trato de entenderlo. A lo mejor no ha podido por diversas
causas. Yo trato de no hacer lo mismo. Y como dice el Evangelio, “Cuando prometas, no tardes en cumplirlo”.
29: No concerniendo al área
de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
JC: A los
hombres y mujeres simples del interior del país “donde se produce toda fuente y tienen de su Patria una idea de limpia
grandeza”, a los que se entregan con vida y alma a una causa, a los hombres
buenos (que son pocos).
30: ¿Tus pasiones te
pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo,
en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?
JC: Cada uno
es hijo de sus pasiones. Yo trato de ser el auriga de las mías. Dicen que cada
uno tiene la edad de sus pasiones.
31: ¿Qué artistas
estimás que han sido alabados desmesuradamente?
JC: Ser
alabado desmesuradamente es más de la moda o del comercio de sus obras. Lo
importante es el paso del tiempo sobre las mismas. “El tiempo —decía Leopoldo Marechal— es un gran trabajador y cada uno le dará la hojita de laurel que supo
conseguir”. Aparte, “si el necio te
alaba, mucho peor”.
32: ¿Acordarías,
o algo así, con que es, efectivamente, “El
amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito
lindo” de Luisa Futoransky?
JC: Puede ser
que así sea. Con el amor no se pueden tener pautas fijas. El amor es irreverente
y se presenta de mil maneras. Es un impertinente y no me estoy refiriendo al
monóculo.
33: ¿El
amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo
vespertino, la noche plena o la madrugada?
JC: Todos los
momentos tienen su encanto, eso lo sabían los pintores impresionistas a los que
admiro.
34: ¿Qué dos o tres o cuatro
“reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las
artes nos propondrías?
JC: Serían
tantos que es difícil de enumerar. Si uno pudiera…
35: Seas
o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...
JC: La partida
ya cerca del final. Siempre se espera el Jaque Mate. Lo importante es hacerlo
con cierta dignidad y entrar en la muerte con los ojos abiertos, como dijo el
emperador Adriano, según Marguerite Yourcenar, porque con ella no hay gambitos
ni enroques que valgan.
*
Cuestionario
respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Valcheta y
Buenos Aires, distantes entre sí unos 970 kilómetros, Jorge Castañeda y Rolando
Revagliatti, abril 2019.
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