La mentira de la prevención de adicciones
Un secreto a voces
Todos los planes sobre drogas
afirman que su principal objetivo es la prevención pero no es verdad. A no ser
que se considere la prevención como un objetivo a largo plazo como el
“bienestar social” o “la igualdad”, en cuyo caso habría que calificarlo
de retórico, o que se meta en el mismo saco que la asistencia
y la lucha contra el narcotráfico, en cuyo caso habría que calificarlo de tramposo.
El PNSD, un plan de
asistencia y control
Como ha señalado Domingo Comas, el divorcio
entre los objetivos de la política de prevención y la práctica tiene una fecha
señalada en la pequeña historia de la prevención en nuestro país. Tras el
Debate del Estado de la Nación de 1984, el Parlamento solicitó al Gobierno un
plan de prevención y reinserción, pero lo que al año siguiente éste le entregó fue
un plan basado en la asistencia y el control, sin tan siquiera explicar por qué
se había alterado el orden de los elementos y, con ello, las prioridades. Los
ministerios que se hicieron cargo de desarrollar los contenidos principales
fueron los de Sanidad e Interior, mientras que el ministerio de Educación se
mantuvo prácticamente al margen. Desde entonces se ha venido argumentando
públicamente que lo esencial es la prevención, pero los recursos se han seguido
destinando a la asistencia y a la lucha contra el narcotráfico.
No se
trata de culpar a ningún partido político en particular, en todo caso habría
que culpar a los que han gobernado por no haber desarrollado un plan de
prevención, y a los que no han gobernado, por su falta de interés. Busquen en los
programas de los partidos que se presentan a las elecciones a ver qué
encuentran.
Actualmente hay un aspecto
particularmente preocupante desde el punto de vista de la prevención y también
de la asistencia: Los problemas derivados del mal uso de las nuevas tecnologías
con “pantallas” como los móviles, tabletas, videojuegos, etc.
Al contrario que en los casos de
adicciones a drogas, al juego o al alcohol, en los que la mayoría de las
personas manifiestan no tener ningún problema hasta que es tarde, en el caso de
las “pantallas”, mucha gente reconoce tener mas dependencia de lo que desearía.
En la actualidad el 21% de menores de entre 14 y 18 años usa de manera abusiva
las tecnologías de la información y la comunicación según la macroencuesta ESTUDES. A pesar de esta evidencia no existe una
respuesta asistencial ni preventiva adecuada.
Servicios normales para población normal
Una de las razones es
que, como las adicciones a drogas son un
factor de riesgo de exclusión, los servicios de adicciones se han identificando
con población vulnerable, mientras que los usuarios de nuevas tecnologías son
población integrada. Al sistema de adicciones no van a llegar los jóvenes
consumidores problemáticos de tecnología mientras los identifiquen con centros
para alcohólicos y drogodependientes veteranos, y al sistema general de salud
tampoco, porque no está preparado para atenderlos, salvo que se trate de casos
agudos o graves relacionados con enfermedad mental. Otra razón es el abandono
en que han caído las políticas de prevención en nuestro país.
La guerra por la prevención en España se parece más a la
guerrilla que a un frente nacional organizado.
Los problemas relacionados con el
abuso de sustancias y de adicciones a las mas diversas actividades como juegos,
compras o tecnologías evolucionan muy rápidamente y afectan a sectores muy
amplios de la sociedad. Un último ejemplo lo tenemos en el incremento del juego
con apuestas en población adulta: 1,6 millones han jugado en el último año, y
en menores, un 6,4 % ha jugado dinero en Internet, aunque esta actividad esté
prohibida para ellos. Lo que hoy son cifras de consumo de riesgo en menores
perfectamente abordables, mañana pueden ser problemas consolidados con riesgos
añadidos.
Solo mediante la colaboración entre
expertos en adicciones y profesionales de los sistemas generales de educación y
salud se puede abordar el problema.
La prevención en España es local
La realidad de la prevención en
España es local. Hay ciudades y pueblos donde los profesionales de los
ayuntamientos trabajan en colaboración con los de educación y salud en
proyectos preventivos integrales de su localidad, aunque también hay otros
lugares donde no se hace prácticamente nada. La guerra por la prevención en
España se parece más a la guerrilla que a un frente nacional organizado.
No sé si es el momento de intentar
sensibilizar a los ciudadanos para que reclamen una política de Estado al
Parlamento reestableciendo el mandato de 1984, a los partidos, al gobierno de
turno... o simplemente partir de lo que hay.
Y... ¿qué hay? Hay agentes locales
(guerrilleros preventivos), sectores de población sensibilizados, algunas
unidades de salud y educación comprometidas, asociaciones, medios de
comunicación sensibles al problema, personas influyentes colaboradoras, otros
programas de prevención sobre violencia, bullying, género, salud mental y
suicidio juvenil que podrían sumar fuerzas ... Y, sobre todo, algunas
corporaciones locales dispuestas a llevar a cabo en su comunidad lo que el
Estado no ha sido capaz de cumplir.
No es la primera vez que los
ayuntamientos son la avanzadilla de las políticas sociales en España. No es la
primera vez que la guerrilla sustituye al ejército regular.
España dispone de tecnología
preventiva y de talento suficiente, lo que faltan son los medios normales de
una política profesional: presupuestos, plantillas, cobertura, distribución de
competencias y responsabilidades, etc... para pasar de la guerrilla a un plan
nacional de prevención.
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