No…
No, no me digas nada.
Sé que el calor de tus besos ya no es mío, que el aroma de tu piel se esfuma de mi aliento, que el fuego de tus besos se extingue con cada ocaso, que el rose de tus dedos se vuelve áspero, que tus abrazos son de cristal. No, no me digas nada, sé que te has ido y que mi hechizo se fue de tus ojos, mi pena ahora es solo mía, tú no me darás auxilio a la asfixia de mi alma porque tú mismo me estás ahogando, tú que llorabas por mi ahora me estás haciendo pedazos, trozos de mi corazón que trataré de unir con el crisol del sufrimiento...
Te amo, te odio, me muero.
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