NO ERAN MIS ANTEOJOS
Te vi pasar tangueando, altanera. Con un compás tan hondo y
sensual. Que no fue más que verte y perder. La fe, el coraje, el ansia de
guapear…..
Pará con el piropo me dije, eso es un
tango que cantaba Goyeneche.
La seguí en silencio. Hermosa. Un rostro perfecto. Caminar felino. La falda le marcaba un trasero redondeado y el frente no se quedaba atrás. Los pechos se le querían escapar de la blusa. Tenía algo peninsular y a mí las tanas me pueden. Capaz que si la corro con el idioma del Dante, tengo suerte. Me pregunté si tendría dueño. Alguien llamado por ejemplo Francisco. Perdonáme Paco pero igual yo la sigo, no soy celoso.
Dobló en la Avenida Chivilcoy. La soledad de aquella mañana de abril, sumada al sol que se colaba entre los plátanos de la plaza Arenales me volvieron poético. Le susurré a los oídos algo de Ungaretti…” Sei la donna che passa come una foglia e lascia un fuoco autunnale sugli alberi…”. No me dio bola, como si no hubiera nadie detrás de ella.
Se detuvo y se sentó en un banco, junto a un bebedero. Se inclinó para tomar un poco de agua. Me senté al lado mirando donde cualquier hombre mira cuando una mujer se inclina. Total ella estaba de espaldas y no podía ofenderse. Se me pasó por la cabeza si yo estaba haciendo acoso, pero enseguida me lo saqué de la cabeza. No era momento para pensar en las leyes o sus consecuencias.
Me animé. Le pregunté de golpe cómo se llamaba. Me contestó con seriedad, seguridad y enojo…Ascolta vecchio senile. il mio nome è Lina. È tutto quello che ti dirò. Non mi scocciare più, vai a seguire le donne della tua età…
Me sonó tan brusca la respuesta de la joven que me provocó un leve temblor en la cara y se me cayeron los anteojos al suelo. Los recogí asombrado. Descubrí que no eran los míos. Me había equivocado esta mañana, en la oscuridad de mi casa de Devoto, cuando los tomé del estante de la biblioteca. Eran los de Leonardo da Vinci, que un día me robé de un museo de París… Estaba mirando a través de un lente que tenía cinco siglos de atraso y además era de otro. Eso no quita que Lina estuviera muy mona. Parecía salida de un cuadro.
Igual me fui contento. Había acertado. Era italiana. Lo de vecchio senile lo olvidé pronto.
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