jueves, 22 de diciembre de 2011

Beatriz Pozzi-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2011

Malvones  Rojos

La lluvia cada vez más tenue salpicaba los malvones rojos mientras las manitos de Dany se posaban sobre la ventana como  queriendo tocarlos.
Llegar a Nora no era fácil.  Por momentos   sumergida en su mundo, ausente. De pronto como escapando del infierno de sus dudas (pensé yo), me abrazaba dejando en mis oídos alguna disculpa, a veces con vergüenza.
Con Daniel teníamos proyectos. Juntos para siempre, me decía la idealización de la pareja, sueños, frágiles copas de cristal apoyadas sobre el borde  de la mesa.
La precaria salud de mi madre aceleró mi partida a Córdoba, entonces como un bálsamo los recuerdos, otros. La despedida con Nora, abrazo muy fuerte, la promesa del permanente contacto. Ambas ocultando lágrimas, como hermanas a quienes les cuesta separarse.
Daniel adelantaría sus vacaciones para reunirse conmigo. Yo, prisa por llegar, las horas pesan en un apretado silencio.
Por la pequeña ventana de la habitación se filtraban algunos rayos dorados. Todavía bajo los efectos de la anestesia mi madre balbuceando palabras ininteligibles. Yo mojando sus labios, calentando sus manos, acariciando sus mejillas.
Fueron días y noches, muchas más de las que pude soportar despierta.
La luz de la habitación me enfrentó con lo esperable. Recuerdo que besé su frente y me abracé a su fragilidad en la más dolorosa de las despedidas.
La  ausencia  de Daniel me produjo sensación de frío por dentro, de abandono; las penas suman.
Papá me marcho, le dije, allá me necesitan  (Quien)
Desde la ventanilla la sombra cada vez más pequeña de mi padre, hasta que la marcha del tren desdibujó el paisaje.
Con la cabeza apoyada en el  respaldo del asiento cerré los ojos y me sumergí en un espacio sideral; huyeron las sombras y el tiempo perdió su dimensión.
Entrar a mi casa curiosidad y rechazo, a qué?, al silencio a la ausencia de Daniel?
Mis manos torpemente abrieron las ventanas; tal vez algún mensaje, alguna huella,
Nada, solo el sol iluminando la escenografía. Melancólica actitud la de imaginar.
Busco en mí la razón del abandono y me descubro sin respuesta, rodeada de vacío
Reclamo de fuerzas para superar las pérdidas? ¡que arrogancia! Tal vez valor para templar el alma, eso si.
Habían pasado tres años desde la muerte de mi madre.
Resuelta a viajar  a Córdoba me disponía a salir en busca del pasaje, cuando el timbre del teléfono me detuvo.
Me requerían con urgencia del Hospital.
En el accidente automovilístico Daniel había fallecido pero el niño milagrosamente se había salvado, me informaron
Nora agonizaba, nunca sabré si pudo sentir mis labios sobre sus mejillas o mis manos tomando sus manos hasta que su pulso dejó de latir

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Beatríz!!!!!!

Que buen cuento, cuánto amor y cuánto dolor.

Te felicito Beatríz

Me gustó mucho tu cuento

Beso, medalla y aplausos!!!!!

dj blue dijo...

blue.


me encanto beatriz happy new year for u. beso grande.

Anónimo dijo...

Beatriz me olvidé de poner mi nombre en el comentario.
Besos y felicitaciones Josefina

Anónimo dijo...

Simplemente, muy bueno.
Walter

Anónimo dijo...

Beatríz! que buen vocabulario el de tu cuento, una fuerte trama.

Mis felicitaciones

te abraza María Inés

gussss dijo...

hola muy lindo vos sos de villa bosh? te dejo un mail estoy queriendo que me hagas un cuento sobre mi vida, saludos gudaicin@hotmail.com