miércoles, 20 de mayo de 2015

Remedios Pernas-Argentina/Mayo de 2015



UN CACHO DE BUENOS AIRES

A los cien barrios porteños les cantaba Alberto Castillo, en la época del 50. Uno de esos barrios, con veredas anchas perfumadas de naranjos, con el potrero en la esquina donde jugaban reñidos partidos los chicos y ensayaban las murgas para el carnaval, los bailes y cantos que luego pasearían por los corsos vecinos, uno de esos barrios era Flores, ese barrio vio nacer a Cacho.
Acunado con canzonetas, entonadas por la dulce madre Italiana, que le introdujo el amor a la música, su gran pasión.
Entre glicinas que colgaban por el amplio ventanal Cacho estudiaba música, las chicas que pasaban por la vereda quedaban seducidas por las melodías del joven músico, desde entonces el éxito con las mujeres lo acompañó. En los bailes del club vecinal, subía al escenario invitado por el director de la orquesta, con sus 14 años y mucha pinta conseguía que el público dejara de bailar para verlo tocar.
Los años pasaron y Cacho del club vecinal, pasó a los cafés del centro a vivir las noches porteñas, con amigos y camaradas, que lo inspiraban para componer temas que pronto seducían al público.


Su simpatía y desfachatez acelera la acumulación de conquistas de bellas damas, atraídas por el gran seductor, romances llenos de travesuras, engaña y es engañado, suma fracasos en el amor y éxito con el público.
La noche, las aventuras, la música son la vida de este muchacho de Flores que hoy es un Cacho de Buenos Aires.


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