domingo, 21 de junio de 2015

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Junio de 2015



EL DIENTE DE LA TÍA JUANA

      Era una mujer a quien siempre le estaban pasando cosas raras, sin duda la tía Juana era un baúl de anécdotas de todo tipo, desde sus cuatro maridos gozando de la paz eterna, hasta sus varios admiradores a quienes mantenía a raya porque consideraba que ya sus gozados años eran muchos como para iniciar otra aventura matrimonial.
      Esa noche estábamos tomando una bebida caliente antes de partir a la cama, acompañada de unas tostadas, que ni la abundante mantequilla había logrado ablandarlas, pero igual estaban sabrosas y crocantes. De pronto, la tía Juana dio un pequeño grito y tapó su boca con su mano para dirigirse al baño. Me sorprendí al verla regresar con la notoria falta de uno de sus incisivos.
     -¡Dios, si casi me lo trago¡ Mañana a primera hora iré al dentista para que me pegue esta corona, que no hace tanto tiempo me hizo. - Debí colocar cara de sorpresa, al verla con el diente en la mano.  
     De pronto ella lanzó una risotada, que fue coreada por mí, porque antes no me atreví a dar curso a la hilaridad que debí contener, por el aspecto cómico que presentaba, su antes, impecable dentadura.
      Al día siguiente desperté asustada por los gritos destemplados que daba la tía Juana: - Silvina, ¡Qué horror¡ Anoche dejé el diente encima de esta mesita. Aquí justamente - dijo indicando con el dedo el lugar. ¡Y hoy ha desaparecido mi diente¡
      -Tía, yo me acosté y dormí profundamente hasta que desperté con su llamado…Así es que no sé nada de su diente.
      -Y lo peor es que tengo que hacer varios trámites, ¿Y voy a tener que ir en esta facha. Con el portón abierto? Bueno, en fin lo buscaremos con paciencia.
      Parte de esa mañana la pasamos buscando el dichoso diente, pasamos la escoba, revolvimos papeles, corrimos muebles y nada, había desaparecido misteriosamente. Al fin nos dimos por vencidas y ambas salimos a realizar nuestros respectivos cometidos. La tía Juana, ya más calmada.
      Por la tarde, casi oscureciendo, regresé con la preocupación por la desaparición del dichoso diente, porque su reemplazo significaría un costo que la tía no estaba en condiciones de asumir.
      Una vez que me desprendí de la cartera, chaqueta y reemplacé mis zapatos de taco por mis pantuflas, me dirigí directamente a la mesita donde supuestamente, la tía había dejado su diente.
      Se me encogió el estómago, en ese momento llegaba la tía Juana tapándose la boca para saludarme.
Sólo atiné a decir: - ¡Tía el diente...ahí está¡....el diente está encima de la mesita.
      La tía Juana palideció y sólo atino a santiguarse, un rato después, ya repuesta de la sorpresa y con la corona en la mano, me dijo: - ¡Fue mi mamá¡  Ella me lo escondió. Siempre me hace estas travesuras.
      -Pero tía, si la abuela murió hace tantos años.
      En ese momento no le creí, pero posteriormente se me perdieron algunos objetos que luego aparecieron, sin que mediaran manos extrañas.

R. ASCENSIÓN REYES ELGUETA. 21-MARZO-2015.


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