Confabulando
con Arreola
“Y un
día que cruzaba la Plaza
de Armas, trotando a la querencia, don Fulgencio se detuvo y levantó la cabeza
azorado, al toque de un lejano clarín. El sonido se acercaba, entrando en sus
orejas como una tromba ensordecedora. Con los ojos nublados vio abrirse a su
alrededor un coso gigantesco; algo así como un Valle de Josafat lleno de
prójimos con trajes de luces”. Fragmento de “Pueblerina” en “Confabulario” de:
Juan José Arreola
Juglar
que divulgó la cultura mexicana, originario de Zapotlán el Grande, hoy Cd. Guzmán, Jalisco. Nace el
21 de septiembre de 1918.
Hombre
de prodigiosa memoria, desde niño aprendió a utilizar y desarrollar procesos
intelectuales, a lo largo de la vida le sirvió para destacar.
Es
autor de “Confabulario” y “La feria” entre otras obras. Obtuvo el título de
autodidacta “Cum Laude”.
A los
12 años inició en un taller de encuadernación. Aprendió a leer de oídas y el
instinto se encargó de ponerlo a escribir; ayudado por su memoria portentosa
acumuló datos, nombres, textos, con el tiempo adquirieron un sentido completo
al ordenarlos con criterio.
Desde
niño representó obras de teatro, recitó, heredó de su tía el papel de declamador oficial de Zapopán, asistía a
las veladas literario musicales, participaba en las fiestas civiles y
religiosas, en los años azotados por la revolución cristera.
Ese
amor a la literatura va a ser definitivo, nutrirá sus versos, de tal modo a los
12 años lee en francés a Baudelaire.
Llega
a Cd. De México en 1936, estudia teatro con tres de los grandes maestros;
Fernando Wagner, Xavier Villaurrutia y Rodolfo Usigli.
Desempeñó
varios oficios, cuando fue empleado de mostrador aprovechaba el papel de
envoltura para escribir nombres, algunos versos, ideas, historias, que se
fueron en los cucuruchos envolventes de sal, azúcar o piloncillo.
De
joven le interesaba más el teatro, escribió sus primeras farsas (1930-40) “La
sombra de la sombra”, “Rojo y negro”, “Tierra de Dios”, le causa cierto prurito
en la conciencia por la falta de respeto con que abordo los asuntos religiosos.
En
(1940) regresa a Zapopán como maestro de secundaria, época en que más leyó y
escribe su primer cuento “Sueño de navidad”, lo publicó en el periódico local
“El vigía”. En 1943 publica en la Revista Ecos de Guadalajara, su primer cuento
importante.
En
1944 conoce a Juan Rulfo, siendo jefe de circulación el periódico “El
Occidental” con Antonio Alatorre funda la Revista “Pan”.
Incursiona
en la poesía, debido a su amor al
lenguaje califica sus poemas de
“lamentables, pero muy armoniosos”, se inclina por décimas y sonetos “poesía
mediocre, inferior, pero, bien trabajada” decía.
En
1945 viaja a París, estudia con grandes figuras actorales del Siglo XX: Jean
Louis Barrault, Pierre Renoir y Louis Jouvet, figuró como comparsa en algunas
representaciones de la
Comedia Francesa, lo marcó de por vida.
El
amor literario, lo complementó con mujeres, pasiones que producían hondo temor,
posturas extremas, fama de intransigente o misógino.
Volvió
a México al Fondo de Cultura Económica como corrector de pruebas, colaboró con
Daniel Cossío Villegas. Este nuevo oficio le ayuda a ordenar toda la
información adquirida hasta entonces de manera arbitraria y aleatoria.
Tuvo
en sus manos cuentos inéditos del colombiano Gabriel García Márquez, (Premio
Nobel de Literatura 1982) o del argentino Julio Cortázar, para publicar en “Los
presentes”, la primera copia manuscrita de “Pedro Paramo”, buscando su opinión.
Sus
trabajos editoriales en el Colegio de México y en el Fondo de Cultura Económica
los completó con la formación de la editorial “Los Presentes” y la adjudicación
de dos becas para la preparación de los
libros que le abrieron el camino del conocimiento literario: “Varia invención”
y “Confabulario”. En 1954 publica la obra dramática “La hora de todos”.
En
1958 apreció “Bestiario”, poco más tarde se dedica al rescate y posterior
dirección de la Casa
del Lago de Chapultepec, como recinto
cultural, junto con Héctor Mendoza dirige algunos programas teatrales de poesía en voz alta, además
descubre que la enseñanza es otra manera de crear.
Arreola
es considerado Maestro de toda una generación de escritores entre ellos:
Vicente Leñero, José de la
Colina, José Emilio Pacheco, entre otros.
En
1963 aparece su novela “La Feria”,
donde intervienen personajes y multitudes: “Somos más o menos 30 mil”, describe
en sus páginas infinidad de oficios, quizá los mismos del propio Arreola.
Existe
una anécdota de su viaje a Cuba, García Márquez lo presenta con Fidel Castro y
le dice: “Comandante, te presento al mexicano Juan José Arreola, el escritor
que más me gusta después de mí”.
Arreola
guarda la pluma, trabaja en el rescate del oficio de narrador oral, de aedo
como Homero, de juglar, jugó con las palabras, sonoridades, rescató autores y
fragmentos de obras siempre a flor de labios. Su capacidad de memorizar le
permitía citar versos contundentes, al autor preciso en el momento oportuno,
con el único fin de maravillar al auditorio… aprendió a olvidar su portentosa
memoria
El
prodigio de su voz, el aleteo de su capa negra de terciopelo, el rítmico
danzar
de su bastón-batuta, seguirán en la memoria de quienes lo vimos actuar
recorriendo escenarios de voz en el
teatro del aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario