Saltó por la terraza, todavía no amanecía, fue directo a las
jaulas de los pájaros. El dueño sintió ruidos y subió con la escopeta. Al ver
la silueta que abría la última de las tramperas, disparó.
- ¿Llegó a robarle? Preguntó una vecina.
- Nada, fue solo una maldad, me soltó todos los pájaros.
Desde esa madrugada, los rehenes libres cantaron en todos los árboles de la cuadra.
Dicen que todavía anda una silueta silbando por el barrio, que alcanza cualquier jaula y resiste los disparos. Cuentan que sabe volar.
- ¿Llegó a robarle? Preguntó una vecina.
- Nada, fue solo una maldad, me soltó todos los pájaros.
Desde esa madrugada, los rehenes libres cantaron en todos los árboles de la cuadra.
Dicen que todavía anda una silueta silbando por el barrio, que alcanza cualquier jaula y resiste los disparos. Cuentan que sabe volar.
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