jueves, 21 de julio de 2016

Maida Filippini-Argentina/Julio de 2016

Luminosamente Gris


Tarde gris, en la oscuridad de la ciudad. Nadie camina, sólo el sonido de las bocinas al andar. Mis pasos ya no se sienten en esta vereda, de la calle 433. Creí ser eterna, pero mi imagen se desvanece lentamente, mientras intento marcar las últimas huellas de mis tacos color café.
-Ahí va la diosa de las luces, el resplandor de los reflectores quemados. El brillo, el lustre de cada escenario. ¿Quién mas que ella, podría igualar su decorado?- Gritaban al viento, las voces, al salir del templo. Pero ya no escucho ni un sonido, ni una alabanza, ya nada queda a mi alrededor. Pensar que siempre tuve brillantina en los soles de mis días. Sin embargo, hasta la diosa de las luces termina como el color gris, siendo olvidada poco a poco, ante aquellos ojos fanáticos del resplandor de este simple don que me fue dado.
Mis últimos aplausos, los pude sentir unos minutos antes de cerrar el telón. Creí que iría directo a recoger mis cosas, dejaría el traje y volvería a ser yo, pero no. Me encuentro caminando en esta ciudad, donde ya no se oye nada, y ningún rastro puedo dejar. La muerte es la gran escoba hasta de las luces brillantes de esta sociedad. Autora: Maida Filippini



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