Alguna vez, un patio entre mil hojas.
Hubo
alguna vez allá, hace tiempo,
En un
barrio lejano y entrañable,
perdido
entre la bruma del recuerdo,
dormido
junto a vías y adoquines
y acunado
por un coro de acordeones
bajo un
manto de hojas derrotadas,
Un patio ,con
glicinas y malvones.
Sobre sus
viejas baldosas coloridas
Disfrute
mi niñez, libre de ausencias.
Reí,
llore, corrí, hice mil juegos,
Forje
sueños de amor y de fortuna
Y
elevándole mil versos a la luna
Que colaba
entre hojas verdes, musicales,
Me diplome,
al fin, como andariego.
Allí
aprendí de faltas, de dolor y de alegría.
De ropas
remendadas y de festejos,
De
honradez, de sacrificios y de esfuerzo,
Y que un
abrazo puede más que cien billetes,
Porque el
cariño, entonces, nos sobraba,
Como las
hojas de la parra umbría.
Pero el
dinero quedaba siempre lejos.
Así me
crie, en fin, con esa impronta,
De mirar
siempre de frente, con respeto.
Y aunque
no escriba a la luna más sonetos
Y no
encuentre ya ese patio y sus baldosas
Con su colchón
marrón de hojas muertas,
Me
reconozco entre malvones y glicinas ,
Como una sombra
más de sus esquinas.
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