sábado, 22 de agosto de 2020

Luis Tulio Siburu-Argentina/Agosto de 2020


BOSTEZO

Dicen que aparece cuando a uno lo empieza a vencer el sueño.
Son mentiras, hay otras cuantas causales.
Les detallo un montón de circunstancias donde también se presenta.
En las películas aburridas, que uno eligió al azar y se creyó el comentario de la cartelera.
En las explicaciones incomprensibles y nunca acertadas de los economistas.
En la mesa de café adonde invitó a una chica a tomar un capuccino y ella le empieza contar de sus profesores de la secundaria.
En la lectura de un abogado del escrito que presentará por uno para un simple resarcimiento de deuda y parece que el reclamante haya solicitado un resumen del tratado de Tordesillas.
Escuchando de una señora que se las sabe todas, el chisme de una vecina sobre el señor de la otra cuadra a quien uno no ha visto en su vida y tampoco le interesa si se acuesta con la rubia de la esquina a la cual uno tampoco conoce.
En la cola del cajero del supermercado los sábados a la tarde cuando tiene 27 carritos esperando delante suyo.
Cuando el vendedor de automóviles le relata las mil y una maravillas del modelo que intenta venderle…y uno no sabe nada de mecánica.
En la mitad del discurso presidencial de la apertura de sesiones del Congreso.
En la mitad de la tetralogía de Wagner, con todo el respeto por el autor.
En la página 48 del libro El pasado, de Alan Pauls. O en la página 53 del libro La chica del tren, de Paula Hawkins, que todas las librerías recomiendan desde hace dos años y ninguno de los que lo leyeron se anima se anima a decir que no entendió nada.
Ahhh, me olvidaba decir…estoy hablando del bostezo.  

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