viernes, 18 de marzo de 2022

Javier Claure-Suecia/Marzo de 2022

Héctor Borda Leaño (La Paz, 2004).

 

                      “Claurecito, no te puedo dar la entrevista. Ya me voy a morir”
                                                    

Héctor Borda Leaño falleció, a los 95 años el día miércoles 26 de enero, en la ciudad de Malmö (Suecia). Fue un poeta comprometido con las causas sociales, miembro del movimiento poético “Gésta Bárbara” de Oruro. Tiene varios poemarios en su haber, y ha obtenido dos veces el “Premio de Poesía Franz Tamayo”. Primero en 1967 por su poemario “La Ch’alla” y en 1970 por su poemario “Con rabiosa alegría”. El año 2010, recibió la medalla al mérito cultural Marina Núñez del Prado. Ha participado, junto a Homero Carvalho y Alberto Guerra (†), en el Encuentro de Poetas y Narradores en Estocolmo (Suecia, 1991). 

Borda Leaño trabajó en la mina San José de Oruro y conoció de muy cerca las injusticias sociales. Siempre defendió los derechos de la gente humilde, de los agachados y de los que no tienen voz. Y ante la agresión del tiempo, sus versos denuncian las heridas abiertas de una sociedad católica con estructuras desiguales entre los individuos o grupos sociales.
Fue un querendón de su ciudad natal Oruro. Y la dibujó en su poesía en mayor o menor grado. Y como pretexto para cantarle a la tierra de Sebastián Pagador su poema, “Ch’alla al recuerdo del pintor Humberto Jaimez Zuna”, reza:

 

Cuando nuestros carnavales eran más sucios,

digamos más hediondos

digamos más Suramérica, más Oruro, más magia,

más misterio,

más Wawichu Zaconeta, mas Q’apichón quintanilla

más negro Zabaleta

más Thanta Oso Méndez

más Ángel Salazar

menos ordenanza municipal, menos mascarada del CAN,

menos gringas culonas, menos fotografía,

menos turistas, menos cine, menos coca cola

menos vendedores de trampas y agonías

 

Cuando en esquinas solitarias
recitábamos poemas de Luis Mendizábal Santa Cruz
y cerrábamos la puerta de la ciudad dormida
para ir a ch’allar nuestros orgasmos y alucinaciones
en casa de doña Consuelo…

 

La primera vez que vi a Héctor Borda fue, en Estocolmo, en enero de 1990. Ese día nos dimos la mano e intercambiamos palabras, me acuerdo bien. En el Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos efectuado en Estocolmo, en septiembre de 1991, fue cuando lo conocí mejor. El viaje en barco a Finlandia fue el postre exquisito del encuentro. Nunca olvidaré aquella tarde cuando varios de los poetas subimos a la cubierta del barco a pasear, y ver el panorama sobre las aguas del mar Báltico. Caminando por los pasillos conversaba con don Héctor y me decía “Claurecito, sigue adelante, hay que agarrar al toro por las astas”. Tampoco olvidaré aquel día que vinieron a mi departamento. Y conversamos horas entre Héctor Borda, Alberto Guerra, Homero Carvalho, Víctor Montoya, Nora Zapata Prill y mi persona.
El año 2004, cuando Héctor Borda vivía en Bolivia, le llamé tres veces por teléfono para entrevistarlo desde Suecia. Las tres veces me dijo con una voz gruesa, firme y saludable: “Claurecito, no te puedo dar la entrevista. Ya me voy a morir”. Conociendo el carácter de don Héctor, me echaba a reír en el teléfono. Nunca pude entrevistarlo frente a frente como deseaba. La presente entrevista se realizó a principios de 2012. Envié las preguntas por correo electrónico.
Debo aclarar que don Héctor, según su hija, se encontraba en silla de ruedas, le fallaba la memoria corta y tenía dificultad para hablar; pero estaba cuerdo. Afortunadamente, el 9 de agosto del mismo año, me llegó un mensaje de su hija Eliana que decía: “Te envío lo que con mucho trabajo logré arrancarle a papá”.

Javier Claure: Escribir poesía puede ser un acto de hacer frente a la miseria humana.

¿Cómo defines tu poesía? 

Héctor Borda: Durante mi juventud me dediqué a la política en Bolivia. Las grandes injusticias sociales me marcaron mucho. Y esto lo expreso en mi poesía. Por mis propias circunstancias me acerqué a las minas, y como trabajador conocí a fondo el proletariado minero. La vida del minero toca las fibras más hondas de mi ser, y mi poesía va tomando cuerpo en ese sentido. No sé si es una forma de hacer frente a la miseria humana, pero es para mí una forma de decir mis verdades y mi sentir.

 

JC: Sé que pertenecías al movimiento poético Gesta Bárbara de Oruro. Hablando con Alberto Guerra (†) me contó que fuiste tú, quién lo invitaste para que formara parte de ese movimiento. ¿Cuéntame algo de esa época?

HB: Primero que nada, los muertos siempre tienen más razón que los vivos. Así que no vale la pena refutar las afirmaciones de mi querido amigo Alberto. Pero si de algo sirve, te diré que en ese tiempo existían dos Gestas Bárbaras. Una que vio la luz en Potosí con Enrique Viaña, y otra fundada en La Paz por Gustavo Medinaceli a su regreso de Europa. Yo no pertenecía a ninguna de ellas, era simplemente un observador, un colado. Aquí quiero acotar que los vivos pueden equivocarse, los muertos ya no se equivocan.

JC: Tu último poemario lleva como título “Poemas Desbandados”. ¿Podrías contarme algo sobre los poemas incluidos en ese libro?. ¿En qué te inspiraste?

HB: Los poemas de ese libro están inspirados en personajes reales recogidos de todos los rincones de Bolivia. Poemas desbandados es una antología de otros libros anteriores.
 

J.C: ¿De qué manera ha influido en tu poesía, el hecho de haber vivido exiliado en Suecia?

HB: Mi producción poética de mayor intensidad se da mucho antes de llegar a Suecia. No creo que el exilio en Suecia haya influido mucho en mi poesía. Es un exilio de estómago lleno. En Suecia yo me entrego a la lectura totalmente, y estoy como parado frente a un semáforo en rojo esperando el momento para pasar. Sin embargo, otros exilios en otros países de América Latina influyen en mi poesía, especialmente cuando vivía exiliado en Argentina. No solo por las circunstancias políticas que me tocó vivir allí, sino también porque me involucro justamente en esas circunstancias. Conocí a gente con ideas progresistas y empecé a compartir mi poesía con poetas y escritores comprometidos con su país. La necesidad de escribir se hizo más intensa.
 

JC: Por último, ¿Cómo poeta qué opinas de la muerte?

HB: Cuando uno tiene la edad que yo tengo, ahora 85 años, no se pregunta eso. Pero puedes leer mi poema "ch’alla de la muerte", y así sabrás lo que opino de la muerte en términos de la poesía.

 

Hasta siempre querido amigo Héctor Borda Leaño. Tus consejos los llevo en mi universo interior.
Agradezco profundamente a Eliana Borda por su paciencia y colaboración para que se haga realidad esta entrevista.
* Javier Claure Covarrubias es uno de los organizadores del Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Estocolmo (Suecia, 1991).

 

 

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