Pan caliente
El olor a pan caliente
me lleva al pueblo de mi infancia.
Cada día mi tío y dos o
tres de sus empleados, se levantaban en plena madrugada, a eso de las
tres y media.
Debían hacer la mezcla
de la harina con sabor a mañana aún dormida, la levadura ácida, el agua y la
sal que olían a espuma de mar.
Esa mezcla era llevada a una enorme máquina, que estaba en una pieza
cálida y húmeda.
Esperar…ésa era la
consigna. Esperar el tiempo exacto para que la masa leude.
De a poco, el
ambiente olía a pan incipiente, alquimia de olor a masa cruda y levadura.
Neutro, perceptible.
A unos pocos
metros, estaba el horno que abrigaba leña quemada a fuego lento. Todo esto
debía suceder para que saliera bien.
Mientras la
levadura hacia su trabajo en su masa, alguien aparecía con un jarro de
mate cocido. Aroma inconfundible. Irremplazable. Mate cocido de pueblo.
Cuando el tiempo
de leudar se cumplía, había que amasar y hornear.
La parte más linda y
divertida era esta: cortar cada trocito de masa, para que cada uno de ellos
fuera, en pocos minutos, un pan cocido crujiente.
Así, la vida de la
panadería pueblerina crecía entre bolsas de harina, trozos de levadura, leña,
horno, pan cocido, y por supuesto madrugones.
Y poco a poco iba
llegando el momento del horneado.
Y lo mejor, el pan
caliente recién hecho.
Olorcito inquebrantable,
capaz de subyugar hasta al más cruel de los sentidos. Nadie se resistía a ese
aroma. Era como disfrutar de una cálida embriaguez.
Esa embriaguez hecha de
pan, mate cocido caliente y calor de horno de panadería.
Rara embriaguez para los
que no la conocen.
Para nosotros era, “la
embriaguez nuestra de cada día.”
P/d: Para mis tíos
Poroto y Tota, en donde quiera que estén, porque con ellos pude compartir
tantas masas leudadas y panes recién sacados del horno.
5 comentarios:
Me encantó Graciela, cuado tenia 18 años era camionero, llevaba harina de Molinos Chacabuco a las panaderías de Chivilcoy, Mercedes, Navarro, Monte y, ese aroma de pan recién horneado era irresistible.
Gracias por tu lectura Jorge...y te cuento que esta panadería, de la que habla mi relato...estaba sobre la ruta 5 a 15 km antes que Chivilcoy...Un abrazo/Graciela♥
te felicito,,bella manera de mostrarnos añoranzas con olor a pan,,
Graciela!!!! a mi también me hacés recordar a mi tío José, el panadero
que vivía en Junín, y de madrugada empezaba a hornear y esas galletas de campo son inolvidables.
Besos Jóse
Gracias por tu lectura, Rocío.
Gracias por tu lectura, José.
Saludos,
Graciela.
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