sábado, 24 de junio de 2017

Margarita Rodríguez-Argentina/Junio de 2017



 LA CASA DE LOS ABUELOS

En el cómplice
Silencio de la tarde
Cuando todos hacían que dormían
Despertaban los duendes
Del ensueño y la inocencia
De una niña.
A la siesta
Exploraba aquel ropero,
Chalinas y carteras yo tenía
Por un rato
Sintiéndome tan grande
Al ponerme
Los zapatos de la tía.
Todo el tiempo cabía
En esas tardes
Todo el mundo se hacía fantasía.  

Después,
Con los chicos de la cuadra
A la ronda jugaba, a las estatuas,
Al pisa pizuela, a la rayuela.
Las miradas cuidadosas de las madres
Mientras juntas
Charlaban en la esquina,
Saludando a los abuelos con las manos
Atentas a empujones y corridas.

En el patio de baldosas en damero,
Porosas del trajín de la familia,
El abuelo contaba adivinanzas
Y en ronda, absortos nos tenía.
A la sombra del parral y el limonero
Las horas displicentes transcurrían
Otros tiempos, los abuelos
Ya se hicieron invisibles.
Ya crecimos y partieron nuestros pasos
De la casa de Rodó, aun la recuerdo,
De Rodó entre Villegas y Mansilla.

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