Marta
Miranda: sus respuestas y poemas
Entrevista
realizada por Rolando Revagliatti
Marta Miranda nació el 17
de noviembre de 1962 en la ciudad de Mendoza, capital de la provincia homónima,
la Argentina, y reside en la ciudad de Buenos Aires. Desde fines de los ’80
hasta 1997 integró la Cooperativa Editorial “Nusud” y entre 1993 y 1996 fue
miembro del consejo de redacción de la Revista “El Desierto”. Participó como
invitada en encuentros de escritores, ferias de libros y diversos eventos en su
país y en el exterior. Poemas suyos fueron traducidos al inglés, catalán,
francés, croata y alemán. Es coordinadora, junto al escritor Ricardo Rojas
Ayrala, del Festival Internacional VaPoesía Argentina.
Entre otras antologías, fue incluida en “Antología
de Poesía de la Primera Bienal de Arte Joven” (selección y prólogo de
Joaquín Giannuzzi, 1989), “Poetas 2 –
Autores argentinos de fin de siglo” (selección y prólogo de Juano
Villafañe, 1999), “Historia de la literatura
de La Plata” (de María Elena Aramburu y Guillermo Eduardo Pilía, 2001), “Naranjos de fascinante música” (2004), “Poetas
argentinas contemporáneas 1961-1980” (selección y prólogo de Andi Nachon, 2008), “Animales distintos. Muestra de poetas argentinos, españoles y
mexicanos nacidos en los sesentas” (México, 2008), “La poésie aux coeurs des arts” (Francia, 2013), “Un verano antes
del verano” (Suiza, 2015). Sus poemarios son “Mea culpa” (1991), “El
oleaje” (1997), “La misma piedra”
(2002), “Nadadora” (2008), “El lado oscuro del mundo” (2015).
Además fueron publicados dos volúmenes antológicos de su obra: “El oleaje y otros poemas” (bilingüe
castellano-francés, 2013), “Antología”
(México, 2013).
1
— Residiste en varias localidades del país y también en el exterior.
MM — Sí, en varias ciudades. Mis padres son de Buenos Aires,
pero por cuestiones de trabajo a mi papá lo trasladaron a Mendoza, donde nací.
Y un par de años más tarde, por las mismas razones, nos fuimos a Francia.
Primero residimos en Ille de France, Meudon Val Fleuri, ahí hice dos años de
jardín de infantes. Luego la familia volvió a Mendoza, menos mi padre, pero
seguimos viajando a pasar las vacaciones escolares con él, que ya se había
instalado en Paris, en Trocadero. Eso hasta mis catorce años. Después pasé
temporadas en Santiago de Chile, pues ahí residía por entonces uno de mis
hermanos. Y en Capital Federal y la ciudad de Campana, en donde también tenía parientes. Ya en el ´86 me vine a Capital Federal.
Estuve unos meses y después me fui a La Plata, en donde viví nueve años. Luego
volví a la ciudad de Buenos Aires, al barrio de San Telmo. Y aquí me quedé.
2 —
Ubiquémonos en la veinteañera que estudiaba pintura, piano e integraba un coro.
MM — Bueno, en alguna época fui bastante “hippie”. De hecho,
mis hermanos fueron los primeros “hippies” de Mendoza. Eso hizo, creo yo, que
mis inquietudes fueran más artísticas. Debe haber influido bastante, lo que yo
buscaba era una manera de expresarme. Aunque ya escribía, ese hecho estaba tan
pegado a mí que no alcanzaba a darme cuenta que la cosa iba por ese lado. Así
es que hice un curso de dibujo y pintura en el Teatro Independencia, los
sábados a la mañana. Estudiaba piano acústico, que me encantaba y me encanta,
pero como no tenía instrumento tuve que desistir. Y canté en un coro durante
tres años, el Latinomúsica, de la Municipalidad de Godoy Cruz. Era contralto.
Canté hasta que me vine a Capital Federal.
3 — No
abundan aquellos que han residido en una vivienda de las que denominamos
“comunitaria”. Y vos tuviste esa experiencia.
MM — La casa en cuestión quedaba en el centro de la ciudad
de Mendoza. Se llamaba “La Semilla” (algunos vecinos mal intencionados, de esos
que nunca faltan, agregaban: de marihuana) y en ella había una biblioteca
pequeña, un taller de cerámica y habitaciones para los residentes. No teníamos
una organización estrictamente comunitaria como se entendería ahora, era más un
espíritu de autonomía de un grupo de personas jóvenes con inquietudes
artísticas y políticas. Una cocina común, un parral. Nos divertíamos mucho. Ahí
aprendí a hacer cerámica y en la biblioteca leí por primera vez a Alejandra
Pizarnik. Pero lo importante era esa sensación de un espacio bonito de libertad
en una ciudad tan conservadora como Mendoza. Un ejemplo de ese conservadurismo
es el partido local llamado Demócrata, “los gansos”: gente de derecha que colaboró
con un gobernador de su partido durante la última dictadura militar, el Dr.
Bonifacio Cejuela.
4 — Te
invito a que nos hables de tu inserción en Nusud, de la Revista “El Desierto”,
de tus incursiones radiales.
MM — Mi llegada a Nusud se produjo como consecuencia de la
invitación que me hicieran los cuatro fundadores para editar una plaqueta,
Silvina Zazunic, Carlos Piro, Graciela Fernández Alaimo y Paula Brudny. Nusud
comenzó editando plaquetas, la mía fue la número seis. Y a medida que ibas
integrando la colección pasabas a formar parte del grupo. Luego de un tiempo
empezamos a editar libros y es así como mi primer y segundo poemario aparecen
bajo ese sello. No recuerdo bien en qué momento se empezó a pensar en una
revista, “El Desierto”. Se llamaba así porque en la biblia el desierto es el
lugar de las revelaciones. Bueno, la idea era “revelar” la producción de poetas
y narradores del momento, entrevistar a escritores consagrados. Era
estrictamente literaria. El primer número fue del ‘94. Y se editaron cuatro. El
staff estaba conformado por los integrantes de Nusud, que iban rotando en su
puesto. En uno de los números colaboré con un dossier sobre los nadaístas
colombianos. De Nusud partí en 1998.
Con respecto a la radio colaboré en
dos programas: el primero se llamaba “Como Cuadros” y era parte de la
programación diaria de una FM platense, en el ‘95 o ‘96. Ahí los días martes
tenía un segmento llamado “Literatura y Rock”. Y hablaba de la literatura en
relación a esa música, compositores, poetas y un largo etcétera. El segundo
programa, “Mariposas de Madera”, lo conduje con el
poeta José María Pallaoro, en FM Parque, de Villa Elisa, partido de La Plata, en
2002: literatura, música, arte en general. Lo hicimos juntos unos cuantos meses
y lo prosiguió José María. Adoro la radio, me parece el medio masivo por
excelencia. Tiene intimidad, calidez. Es una maravilla.
5
— “Incursiones”, Marta, me lleva a las que has tenido en el campo del guión,
radial, cinematográfico, televisivo.
MM — En un centro cultural de calle
58 de la ciudad de La Plata ofrecían
un curso de guión televisivo, dictado por Lalo Constantino,
guionista de TV. En cuanto empecé supe que había dado con la persona
indicada. Trabajamos todo un año con él, su asistente y un grupo de alumnos. Me
quedé el segundo año y me invitó a ser parte de un grupo. Éramos tres: Lalo, su
asistente y yo. Nos juntábamos a pensar y desarrollar proyectos concretos. Por
ejemplo, estuvimos elaborando material de “Cartas de Amor Prohibidas”, el reconocido programa radial que
conducía Rolando Hanglin en radio Continental. Cuando el programa ganó el Premio
Martín Fierro hubo una oferta de llevarlo a la televisión y ahí entramos
nosotros. También estuvimos en un proyecto cinematográfico y en el de un reallity.
Ninguno logró salir al aire o filmarse. Por lo que vi siempre es un poco así. A
mí me dejó una experiencia hermosa y varios guiones escritos en la instancia
del curso y del trabajo en equipo. Luego dejé el grupo porque me vine a vivir a
Capital Federal y no pude acomodar mis horarios. Gracias a eso durante cuatro
años estuve en el Departamento de Artes del Movimiento del IUNA (ahora UNA
Universidad Nacional de las Artes), los primeros dos años como adjunta de las
cátedras de Escritura Dramática y Guión y Lenguaje Visual. El titular era Edgardo
Pacha Brandolino, bailarín, profesor de filosofía y uno de mis amigos más
queridos. Desgraciadamente Pacha falleció en 2011 y entonces quedé como titular
de ambas cátedras, hasta 2013.
6 — Entre las antologías en las que fuiste
incluida, destaca “Animales distintos.
Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesentas”,
edición coordinada por Juan Carlos H. Vera, con selección, presentación y notas
de Ana Franco Ortuño, Antonio Portela y Benjamín Barajas. Soy uno de los que
sólo ha sabido de ella por la Red.
MM — Lleva el sello
de Editorial Arlequín, con apoyo de la CONACULTA y el Fondo Nacional para la
Cultura y las Artes. Llegué ahí por dos vías: una, por el poeta y fotógrafo
Daniel Grad, quien me recomendó a Jorge Santiago Perednik (al parecer se
encargaba de la selección acá) y dos, por la escritora Andi Nachon. Ya los textos en México, hubo otra selección. Quedó
explicitado en la contratapa del volumen que se procuraba “dar a conocer a poetas mexicanos en
Argentina y España, a poetas argentinos en México y España y a poetas españoles
en México y Argentina”.
Es una muestra impresionante: 598
páginas. La edición es preciosa. Estoy muy agradecida de estar allí y andar
circulando por las bibliotecas de varios países. Es otra manera de viajar.
7 — ¿Qué particularidades tiene el Festival Internacional VaPoesía? ¿Cuándo, dónde se
desarrolla? ¿Transcribimos sus fundamentos?
MM — Se desarrolla en
nuestra ciudad y algunas localidades de las provincias de Buenos Aires y de Mendoza.
La fecha para este año fue entre el 1 y 12 de junio, la primera semana en
Mendoza y la tercera (lo pospusimos una semana) por aquí.
“Este Festival
Poético está destinado a niños, jóvenes
y adultos de barrios y comunas alejadas de los centros urbanos. Haciendo eje en
la responsabilidad social que tiene cada ciudadano que conforma una sociedad,
creemos que los escritores no pueden estar al margen de la misma y por lo tanto
pensamos una actividad en la cual los mismos, desde su labor artística, asuman
la responsabilidad y el compromiso con el resto de la comunidad compartiendo su
tarea para que constituya un incentivo para los niños, adolescentes y adultos
que asistan a las actividades. Desde esta perspectiva es que asumimos la
literatura como una herramienta de inclusión social que debe ser puesta al
servicio de aquellos con menores posibilidades de acceso a estas experiencias.
Llevamos artistas de nuestra comunidad y del extranjero a escuelas, centros de
detención y comunidades de barrios marginales y/o en situación de
vulnerabilidad. Forma parte del CORREDOR CULTURAL TRANSPOESIA, que enlaza con
actividades de similares características a los países de México (Festival
ABBAPALABRA) y Costa Rica (ENCUENTRO ARTE COMUNIDAD).
Objetivo: Esta es una actividad
descentralizada que revierte la ecuación del espectador que acude a escuchar un
escritor que es el protagonista, y transforma a estos niños, jóvenes y adultos en
protagonistas ellos mismos de cada encuentro, recuperando su voz, su
individualidad, su humanidad. El objetivo de este programa es que los alumnos
puedan entablar un diálogo que los acerque a considerar la escritura como
herramienta de expresión de sus sentimientos, experiencias y deseos. Los
participantes verán que la actividad literaria no les está vedada y podrán y es
lo deseado, formular durante los encuentros preguntas que rara vez se atrevan o
tengan la oportunidad de hacer. Se buscará que se cuestionen sobre su
individualidad, su sentir, sus familias, su entorno, y que vean en el escritor y
en la escritura un reflejo, una oportunidad de ser escuchados.
La
palabra es nuestro primer medio de socialización y de comunicación con los
otros, por extensión suele ser la escritura el segundo modo de expresarnos. La
idea de transformar la literatura en herramienta de inclusión social va de la
mano de estas ideas. Todos tenemos algo para decir. Si esto mismo nos lo dice
una persona que hace de su escritura su vida, este hecho tiene un significado
poderoso. Hay que crear entonces el espacio para que esto suceda. Esta
actividad presupone un concepto que va de la mano de una política de integración,
de no marginalidad, de oportunidad de reinserción social para cada uno de
nuestros ciudadanos. Llegando a los lugares más lejanos o conflictivos, conversando
con la gente en su lugar, desde su cotidianeidad, es como ampliamos los
horizontes para que cada ciudadano pueda reflexionar, pueda expresarse, ampliar
su horizonte y elegir mejor.”
8 — En
tanto concluyó hace poco el VaPoesía 2015, ¿qué te parece si nos relatás cómo
ha transcurrido?
MM — VaPoesía es siempre una hermosa experiencia y esta
edición no ha sido la excepción. En la provincia de Mendoza coordinamos
actividades con la Dirección de Promoción de Derechos Humanos que depende del
Ministerio de Acción Social y Derechos Humanos de la provincia, pues ellos nos
brindan la posibilidad de acceder a lugares a los cuales nos sería muy difícil
y hasta imposible lograrlo. Hablo de barrios en situación de alta
vulnerabilidad, villas, penales, comunidades de
difícil acceso geográfico. Por ejemplo, allí tuvimos una labor con pueblos
originarios, principalmente huarpes, etnia de la cual desciendo por
parte de mi padre (mezcla rara la mía: huarpes, andaluces y franceses), y representantes
de otras que confluyeron en la ciudad, por invitación del Ministerio, como
parte de su política de desarrollo. En Buenos Aires articulamos principalmente
con escuelas y organizaciones sociales que trabajan en barrios carenciados. En
las dos semanas que dura el festival compartimos con adolescentes, mamás,
pueblos originarios, jóvenes y adultos en situación de cárcel, mayores en
proceso de alfabetización, alumnos de escuelas secundarias. En todos los casos
fue excelente y logramos nuestro objetivo: compartir poesía, desacralizar la
figura del escritor, integrar a partir de la literatura. Como co-coordinadora
de este festival el trabajo es muy diferente del que realizo para el FIP
Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires. Allí la tarea es de organización
y logística, y formalmente inversa: recibimos escritores de todas partes del
mundo y de nuestro país, e invitamos al público a que se acerque a conocerlos.
9 — En 2011 fuiste
becaria de la Fondation Camac, Arts et Ciences, programa de residencia de
artistas, en Marnay Sur Seine, Francia.
MM — El Centre d´Art Camac es una residencia para artistas en
general. Yo apliqué como escritora. Fue en el mes de febrero, razón por la cual
no habían muchos artistas en residencia. Éramos sólo cuatro mujeres, dos
artistas plásticas irlandesas y una japonesa, y yo. El hecho de estar en un
lugar únicamente con el fin de escribir, ya presupone toda una experiencia en
sí misma. Llegué allí con un conjunto de poemas y volví con la génesis de un libro,
que es el que acabo de publicar, “El lado
oscuro del mundo”. A pesar de que
febrero en Camac, más bien es época de receso, quise alojarme durante el
invierno por cierto tratamiento de la luz, la luz del invierno, tan particular
en Francia. Camac está en un viejo monasterio al que le han anexado una parte
nueva. Afortunadamente me alojé en una habitación situada en el viejo edificio.
Todo muy melancólico y frío y gris. Pero ese es el ambiente que buscaba. En un
principio, antes de llegar, tenía mis dudas sobre lo que pudiese producir allí,
pues lo bucólico no es lo que más me motiva. Pero finalmente funcionó, y muy
bien.
10 — En Cavan, una villa irlandesa de la
provincia de Úlster, se realizó la Muestra “Memory and Landscape”, en la que
participaste.
MM — La artista plástica Marylin Gaffney me invitó a formar
parte, a escribir un texto introductorio para la muestra general, y además a
participar con algunos poemas. En un conjunto de veintitrés artistas fui la
única escritora. Envié cuatro poemas y un video en lengua original que se
proyectó el día de la inauguración. Cada trabajo dio cuenta de la
transformación del paisaje cuando es atravesado por la memoria. Mis poemas
toman mi propio cuerpo como paisaje, y desde ahí escribí. Fue mi primera
experiencia de este tipo y la verdad es que me gratificó muchísimo.
11 — Has
participado en Encuentros y Ferias realizadas en el exterior.
MM — En México he participado de dos festivales: uno de ellos
organizado desde la Academia de Creación Literaria de la Universidad Autónoma
de la Ciudad de México, “Letras sobre la Mesa”; el otro en San Luis Potosí, el
ABBAPALABRA. Este último es el festival fundador del corredor cultural del que
participamos con VaPoesía. En Colombia he estado en el Festival “Luna de Locos”,
de Pereira, y en el Festival PoeMaRío, de Barranquilla. En Costa Rica participé
del Festival Arte Comunidad, organizado por la Asociación Cultural Tangente,
que es parte del corredor cultural que mencioné antes. En Canadá, en el
Festival International de Trois-Rivières. En El Salvador vengo de participar
del Festival Internacional de Poesía Joven “Amilcar Colocho”. Salvo en el caso
del festival organizado por la UACM, los otros festivales tienen la característica
de realizar lecturas en escuelas y barrios alejados de los centros urbanos y en
situación de vulnerabilidad. Como escritora supone un cambio fuerte en relación
a los festivales tradicionales; el público es distinto y en pocos casos con
alguna preparación desde el punto de vista de la literatura, salvo la escolar.
Así es un desafío leer, pues sabés que si gusta es porque en un punto
“llegaste” de verdad. Es muy enriquecedor como autor salirse de un público
habituado a la lectura de poemas para entrar en territorios en donde el
lenguaje es otro. Cuando viene un chico y te hace algún comentario sobre lo que
leíste, yo siento que el hecho de estar allí valió doblemente cualquier
esfuerzo. Lo digo en el sentido de que en muchos de estos festivales sólo tenés
cubiertos los viáticos y el transporte interno, pero hay que gestionarse los
tickets aéreos.
12 — Supe
que en los últimos años te has ido imbuyendo de la obra de Angèle Vannier
(1917-1980).
MM — La conocí a través de “Rimbaud Revue”, donde me
publicaron poemas en la sección dedicada a la literatura latinoamericana. En
dicha revista difundieron una selección de poemas de Angèle e inmediatamente me
interesé por conocer su obra. En Argentina es imposible encontrarla, así es que
en 2007, en ocasión de un viaje a Francia tomé unos días para llegar hasta su
pueblo, Bazouges-la-Pérouse, situado a unos kilómetros de Rennes. Allí no sólo
pude acceder a datos sobre su vida y su obra, sino que también a algunas
ediciones originales. Tomé el té en su casa con quien fuera su asistente hasta
el día de su muerte. Estoy traduciendo poemas y parte de su biografía.
13 — Tras releer el número 6 de la revista
“Plebella”, le sustraigo a Romina Freschi algunas preguntas que le formula al
norteamericano Charles Bernstein, y a mi vez urdo alguna propia a partir de las
respuestas: ¿Qué poetas que admires considerás que se relacionan con tu
escritura y tu vida? ¿Admirás a poetas que no te gusten y te gustan otros que
no admires? ¿Qué personalidades no poetas admirás y cómo se relacionan con tu
vida?
MM — La primera poeta es Alejandra Pizarnik, que si bien no está relacionada en
forma directa ni con mi vida ni con mi obra, fue la autora que me hizo pensar
que “eso” también podía ser poesía. Cabe aclarar que mi formación fue clásica,
y que fuera de los textos escolares yo no tenía acceso a otro tipo de autores. Con
respecto a los poetas que admiro y no me gustan y viceversa, me interesa mucho
Octavio Paz, aunque dicen que era una persona tremenda, pero ¿quién soy yo para
abrevar en eso? Sin ser poeta, de Heidegger se ha hablado mucho sobre su
relación con el nazismo y a pesar de eso me atrae su obra. Yo prefiero, si se
trata de escritores, mirar lo que cada uno escribe. Es cierto que no me
agradaría estar relacionada, por más bien que escriba, con un poeta o una poeta
maltratadora, mal bicho, pero tampoco con ninguna persona de ese tipo, no
importa el oficio. Puedo admirar a las personas por un lado y a la poesía por
otro. A veces coinciden y es hermoso. Pero si no coinciden no es tan importante
para mí.
De los no poetas, admiro a la gente
que trabaja desinteresadamente en causas humanitarias, que buscan agua y comida
para otros. Admiro a quienes residen en países atravesados por la violencia, que
se levantan cada día y sostienen la vida cotidiana en los mercados, las
escuelas, la casa, a pesar de las balas que dicen lo contrario. Ellos me ayudan
a advertir qué afortunada soy. Y admiro a los hombres de ciencia, a los que
piensan el universo, como Carl Sagan y Stephen Hawking, pues me inducen a
enfrascarme en la profundidad de mi propio cosmos.
14 — ¿Qué incidencia creés que tiene la
poesía en el desarrollo de la cultura de un país o de una región? ¿Que poetas
sugerirías que no dejen de leer quienes están comenzando a incursionar en la
poesía?
MM — Creo que tendría
incidencia en cuanto fuera parte de una política educativa el acceder a éste
género. Lo que me parece que sí tiene incidencia es el desarrollo del hábito de
la lectura. En cuanto al género en sí, es una buena manera de que el lector se
repregunte sobre cuestiones que tienen que ver con su intimidad, sus deseos, su
esencia, sobre todo en lugares en donde la gente está masificada,
invisibilizada, y en los cuales preguntas como ¿a vos que te gustaría?
o ¿cuál es tu sueño? no son formuladas por nadie, porque lo
urgente no deja lugar a lo importante o porque
simplemente a nadie le importa. En cuanto a la sugerencia de autores,
para comenzar yo me inclinaría por autores de verso libre y con temáticas, en
lo posible, locales. Hace poco, en un encuentro de poetas en el barrio de La
Boca, los vecinos estaban maravillados al escuchar poemas que hablaban sobre la
inundación, el puerto, el puente, imágenes con las que podían emparentarse,
sentirse identificados y hacerlas propias. Pero en realidad depende de cada
uno. Nunca se sabe qué puede motivar al otro. Recuerdo que una de las mejores
devoluciones que he tenido en toda mi vida vino de una muchacha con cero acceso
al género, y te diría casi a la literatura en general, una muchacha de campo,
madre de cuatro hijos con la que coincidí en un hospital. Yo le había dejado mi
primer poemario a una amiga que estaba internada y que compartía habitación con
la chica en cuestión. Cuando volví al otro día me dijo que había leído mi libro
y que el poema “Fotografía” (el más complicado, por diversas cuestiones) le
había gustado mucho, y agregó: “No
entendí nada de lo que usted quiso decir, pero sentí una cosa acá” y se
pasó suavemente la mano por el pecho. ¿Qué puedo decir? El más neófito de los
lectores puede sorprendernos más de lo que imaginamos.
15 — ¿Sabrías enunciar tus propósitos
poéticos?
MM — No sé si
llamarlo propósito porque nunca me propuse ni me propongo, salvo contadas
excepciones, escribir. Puedo hablar de una pulsión que se materializa en un
texto poético donde digo lo que no puedo decir de otra manera. Luego sí viene
el propósito de hacer que eso que dije sea dicho de la mejor manera, de la manera más fiel lo que quise decir. Parece un
trabalenguas, pero así es.
16 — Ricardo H. Herrera en su libro “De
un día a otro”: “Empezamos
corrigiendo para enmendar los descuidos de la inspiración y terminamos
corrigiendo para borrar los rastros de las correcciones.” ¿Te sucede esto?
MM — En el caso de los excesos de la inspiración coincido con Herrera, pero
mi idea desde un primer momento es como pulir una piedra, es encontrar el poema
escondido en esa maraña de palabras, unas veces más grande que otras, y sacarlo
a la luz. Como el escultor que va en busca de la pieza que se oculta en el
interior de la piedra. Algunas veces, muy felices, encuentro lo que busco. También sé que corrigiendo
mucho, llevando las palabras hasta el borde corro el riesgo de que no quede
nada, pues bueno, será que ahí no había nada y hay que asumirlo.
17 — ¿En qué tipo de
situaciones es más factible que des tu brazo a torcer? ¿Te cuesta, en ocasiones,
explicar —o explicarte— por qué te atrae determinada cosa o asunto?
MM — En ninguna situación. Me cuesta, mucho y por eso si doy el brazo a
torcer me resulta más fácil hacerlo de la mano de un amigo, de una amiga, de
alguien que me quiere y me cuenta por qué estoy equivocada.
A veces me cuesta dilucidar mi
atracción hacia ciertas cosas porque tienen que ver con el inconsciente o con
la intuición. Esa atracción es difícil de explicar, pero sé que es genuina
porque la siento. Y creo que las cosas insisten, los temas insisten porque
necesitan ser tratados, porque necesitamos atravesarlos.
18 — ¿Dirías que te
resulta descarnada, impresionante, demasiado vulgar, la expresión “Hablar sin
pelos en la lengua”? ¿Sos de hablar sin pelos en la lengua?
MM — No me parece una fea expresión, me parece bastante clara. Busqué el origen
pero no lo encontré; en todo caso, aquel que haya tenido un pelo en la boca
sabrá que es bastante incómodo hablar así. Y sí, trato de hablar sin pelos en
la lengua, tratando de no lastimar a nadie, claro. Hay como una moda, una
estética un poco a lo Simpson en dónde le podés decir al otro o a la otra las peores
barbaridades en aras de ser franco. Yo creo que se puede ser franco o franca
igual, sin necesidad de herir a nadie.
19 — ¿Podrías ubicar
cuál fue el primer libro que elegiste para leer (no el que estaba en tu
biblioteca sino el que de manera conciente elegiste leer)?
MM — Fue “Príncipe y mendigo”, de
Mark Twain, una versión que tenía muchos pie de página con descripciones de joyas,
vestidos, salones. A mis ocho años fue agotador, pero lo leí entero. Creo que
la culpa no me permitió saltearme ni una sola nota al pie…
20 — ¿Qué palabras te
atraen sobremanera? ¿Qué palabras has evitado en tus escritos públicos?
MM — No evito palabras
pero sí las elijo cuidadosamente. Según la época he tenido diferente relación
con ellas. De chica y hasta la adolescencia me enamoraba de una palabra y la
repetía por días, hasta que quedaba vaciada de sentido y ya era otra cosa, algo
de un misterio indescriptible, recién nacido. Un poco más grande, cuando me
enamoraba de una palabra le armaba todo un andamiaje de otras palabras para
ubicarla espacialmente. El resultado era un poema. No muy bueno, por lo general,
pero me encantaba encontrarles una casa, un lugar que las retuviera, que protegiera
su fragilidad. Las palabras que más me atraen cambian cada vez que escribo: son
aquellas que se prestan y me asisten para decir mejor aquello que nunca podré
decir de otra manera.
*
Marta Miranda
selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:
El oleaje
El mundo
la película
que te
separa de él
El mundo:
aquello que
se toca
en la orilla
(De “El oleaje”, Nusud, 1997)
*
Fauna
“No hay amor verdadero sin un poco de
inocencia.”
Albert Camus
Asomada al
balcón de casa
disfruto los
últimos
coletazos
del verano
El puesto de
flores
ya cerró
y en la
esquina el movimiento
es agitado
travestis
taxi boys
chicos
preciosos
aportan
colorido
al paredón
de la universidad
Al pasar de
las horas
se han ido
han vuelto
han subido a los coches
y bajado de
inmediato
infinidad de
veces
Junto con
las horas
pasó la
noche
y la pequeña
fauna
ralea
En todo este
tiempo
no sé si por
el puesto
cerrado de
flores
o qué
ninguno de
nosotros
deshojó una
margarita
(De “La misma
piedra”, Ediciones del Dock, 2002)
*
Camina por el borde
contempla
el impecable
espejo
Dice la
nadadora:
no hay
como
sumergir el cuerpo
en la
superficie azul
En un punto
preciso
se detiene y
calcula la distancia
respira
profundo
alza los
brazos
Es corto el
movimiento
las piernas
de la que nada
se flexionan
y empujan el cemento
el resto cae
al agua
por su
propio peso
(De
“Nadadora”, Bajo la Luna, 2008)
*
La que nada quiebra la superficie
en un solo
segundo
se apagan
todos los ruidos
Todo es
distinto
bajo la
superficie:
el
movimiento lento
y la luz que
reverbera en el fondo
mezclada con
el agua
Imágenes de
un mundo
todavía sin
formarse
(De “Nadadora”, Bajo la Luna, 2008)
*
El río poderoso
En medio de
la isla
sola
en una cama
que no es mía
escucho la
tormenta
Para amainar
el miedo
trato de
identificar los ruidos
prevalecen
ante todo
el chasquido
potente
de la rama
de los sauces
y a lo lejos
el enorme
caudal
del río
poderoso
Después de
muchas horas, seca y viva
recostada en
el muelle
veo el
rostro de la amiga
que se
acerca en canoa
Imposible me
digo
pero allí
están
su sonrisa
sus bellos
ojos claros
Luego de la
alegría me cuenta
que su casa
queda
frente a la
mía, a pocos metros cruzando el río
Hubiese sido
bueno saberla allí
anoche
en el
momento en que un rayo sacudió la isla
cuando temía
a todo lo
que no se ve
Miro el
Paraná y calculo
son
a lo sumo
unos cuarenta metros hasta la otra orilla
en el medio
corre calmo
el río
trayendo
lo que trae
El río
es variable
en su anchura
y así
entre las
hojas
lleva y
deja
la gente que
se quiere
las partes
de una misma
aquellos
que no
veremos más
(De “El lado oscuro del mundo”, Bajo la
Luna, 2015)
*
No recuerdo la sonrisa de mi padre
Aunque la
enfermedad lo devoraba
siempre
ponderé
la belleza
de mi padre:
sus grandes
ojos
sus manos
alargadas
el aire
irónico con que miraba el mundo
Desde su
silla
si alguien
cometía una torpeza,
cosa
frecuente dado el lugar
las
circunstancias,
si me miraba
en esas circunstancias
sonreía
calladamente
yo tomaba
ese gesto como una señal de bienvenida,
de ser parte
de su mundo
Sin embargo
no recuerdo
su sonrisa, digo,
lo material
de su
sonrisa
¿Sus dientes
eran amarillos
o parejos?
En el
recuerdo
la sensación
es de felicidad
pero la
imagen congelada
al mirarme
tiene sonrisa
que ofrecemos al perro abandonado
que al
cruzarnos en la calle nos sigue
mueve la
cola, no nos muerde
Creo que es
suficiente
con saber
que mi padre sonreía
más allá del
recuerdo
para poder
creer en la regla de bondad
de todas las
sonrisas
de todos los
perros
de todos los
padres de este mundo
(De “El lado oscuro del mundo”, Bajo la
Luna, 2015)
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Entrevista
realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Marta Miranda y Rolando Revagliatti.
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