ASALTO AL CARRO DE VALORES
¿Cuánto
renta el crimen?
El humo de cigarrillos teñía de azul la atmósfera,
acentuada por las pantallas de las luces muy bajas, dejando en penumbras la
parte superior del salón.
Ese viernes, como todos
las semanas, el salón de billar estaba repleto de público. Sus 17 mesas,
ocupadas. El sonar de las bolas al chocar entre sí, impulsadas por los “tacos”
de los jugadores, interpretaba una sorda melodía.
El tufo a cerveza
se mezclaba con el fuerte olor que exudaban los cuerpos sudorosos de los
presentes. Era tan denso el ambiente, que fácilmente se podría cortar con un
cuchillo. El vocerío y risotadas de las mujeres daban la impresión de
encontrarse en un lupanar.
Por la pequeña puerta disimulada por un biombo, salió
un hombre en mangas de camisa, se aproximó a una de las mesas y algo murmuró al
oído de uno de los jugadores. Este depositó el “taco” sobre la mesa y se perdió
por la pequeña puerta en medio de la oscuridad. Momentos después, entró a un bien
iluminado garito. Al centro, una mesa cubierta por un paño verdebosque. Sobre
él, diversas botellas de licor, canapés, variados quesos, granos de cereales
tostados y otras exquisiteces. Alrededor, cuatro hombres bebían sendos vasos de
whisky. Al entrar el recién llegado, todos se pusieron de pie, en señal de
respeto y disciplina.
-¿Todo listo?-
vociferó tomando asiento e invitando al resto quienes le imitaron.
-Jefe - dijo un
barbón que lucía en el rostro una larga cicatriz en el lado derecho. Contaba que
la había ganado durante una riña en la cárcel, además de otras marcas en su
cuerpo.
-El plan lo hemos
revisado. El “Cojo” ha reunido el armamento: tres pistolas P.P.K. 32 y 3 bombas
lacrimógenas. - continuaba explicando.
El jefe asintió
sonriendo.
-Y tú “Mapuche”
¿Has conseguido los dos automóviles que necesitamos?
-Sí, jefe. Están
guardados en el patio de mi casa, uno requisado en Viña del Mar y el otro en
Providencia, ambos de color blanco, como usted lo dispuso. Los estanques con
bencina y cien por ciento operativos. – Contestó el aludido.
-¿En cuánto se
estima el dinero que traslada el vehículo? -volvió a preguntar.
-Entre ciento
cincuenta y ciento setenta millones, jefe. Hemos hecho seguimiento una vez por
semana. El día viernes, al cierre del comercio, justo a las 23:10, el camión
retira la recaudación. La dotación es la misma: un chofer y dos vigilantes. –
Intervino el “Chino” otro de los mafiosos presentes.
-Bien, repasemos
una vez más el plan- dijo el mandamás.
Se puso de pie y
extendió un plano sobre la mesa…
-Esta es la calle
Sargento Aldea, aquí, en esta cruz, se ubica el “Mall”. El carro recaudador
entra en reversa por este callejón, baja un guardia quien apoyado por un
funcionario del local transporta un montacargas con las bolsas de dinero. El
conductor del camión permanece en la cabina, el otro vigilante de pie abre la
puerta del móvil para el transporte del dinero. Luego se embarcan y aseguran la
puerta. Sale el vehículo, tomando por Avenida Las Golondrinas hasta San Juan,
luego doblan a la derecha y continúan
por esta arteria hasta llegar a Blanco Encalada. Ahí hay un semáforo. San Juan
solo tiene habilitada la pista izquierda, la derecha esta cerrada por trabajos
en la ruta. El transito es escaso a esa hora, y la iluminación nula. El móvil
llega a las 23:40.
-En este punto se
encontrará el “Cojo” con su automóvil averiado, al detenerse el transporte de
valores le pedirá a los del camión, que le ayuden a moverlo del lugar, como no
podrá pasar, accederán. En ese momento, “Mapuche” y “Chino” salen de la oscuridad
para encañonarlos. Los lanzan al suelo, abren las puertas, retiran el dinero y
lo trasladan al auto. Mientras tú, “Barbón”, los mantienes vigilados. Terminado
el traslado del dinero, esposan a los vigilantes y los introducen al mismo camión.
Luego desaparecen para encontrarnos en la “Caleta”, ubicada aquí, en este punto
e indicó con el dedo. Todo en un y medio minuto que dura la luz roja. Antes ya
hemos realizado esta faena, por ello esta vez, no podemos fallar.
-¿Alguna pregunta?
Nadie dijo nada.
-Yo estaré
vigilando el desarrollo de la faena a prudente distancia. Verifiquemos los
relojes. Son las 21:10 Hrs. Todos a sus puestos cada cual conoce su tarea…-dijo
una vez más el jefe.
***********************
El plan se
desarrolló sincronizadamente, tal como lo planificó el jefe. ¡Fue todo un
éxito! pensó desde la oscuridad. Sonriendo, puso a su vez, su vehículo en
marcha.
Mientras se
dirigían raudos a la “Caleta”, los mafiosos celebraban felices.
-No hemos disparado
ni un solo tiro.- Dijo el “Chino”.
-Ha sido más fácil
que quitarles las monedas a un ciego. -Replicó el “Mapuche”.
El chofer,
taciturno, conducía sonriendo. Al llegar a la “Caleta” y encender la luz para
colocar los bolsos con dinero sobre la mesa, se percataron que estaban rodeados
de policías que les apuntaban con sus armas.
Sin disparar un
solo tiro, fueron encarcelados por treinta años…No lo sabía el jefe, ni el
“Chino”, ni el “Cojo”, ni el “Mapuche”, ni el conductor, ni siquiera el mismo
“Barbón”, que en la ultima riña en la cárcel, le fue colocado un micro chip de
G.P.S. en su cuerpo.
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