miércoles, 20 de febrero de 2019

Agustín Alfonso Rojas-Chile/Febrero de 2019


ASALTO AL CARRO DE VALORES

¿Cuánto renta el crimen?

                El humo de cigarrillos teñía de azul la atmósfera, acentuada por las pantallas de las luces muy bajas, dejando en penumbras la parte superior del salón.
Ese viernes, como todos las semanas, el salón de billar estaba repleto de público. Sus 17 mesas, ocupadas. El sonar de las bolas al chocar entre sí, impulsadas por los “tacos” de los jugadores, interpretaba una sorda melodía.
El tufo a cerveza se mezclaba con el fuerte olor que exudaban los cuerpos sudorosos de los presentes. Era tan denso el ambiente, que fácilmente se podría cortar con un cuchillo. El vocerío y risotadas de las mujeres daban la impresión de encontrarse en un lupanar.

                Por la pequeña puerta disimulada por un biombo, salió un hombre en mangas de camisa, se aproximó a una de las mesas y algo murmuró al oído de uno de los jugadores. Este depositó el “taco” sobre la mesa y se perdió por la pequeña puerta en medio de la oscuridad. Momentos después, entró a un bien iluminado garito. Al centro, una mesa cubierta por un paño verdebosque. Sobre él, diversas botellas de licor, canapés, variados quesos, granos de cereales tostados y otras exquisiteces. Alrededor, cuatro hombres bebían sendos vasos de whisky. Al entrar el recién llegado, todos se pusieron de pie, en señal de respeto y disciplina.
-¿Todo listo?- vociferó tomando asiento e invitando al resto quienes le imitaron.
-Jefe - dijo un barbón que lucía en el rostro una larga cicatriz en el lado derecho. Contaba que la había ganado durante una riña en la cárcel, además de otras marcas en su cuerpo.
-El plan lo hemos revisado. El “Cojo” ha reunido el armamento: tres pistolas P.P.K. 32 y 3 bombas lacrimógenas. - continuaba explicando.
El jefe asintió sonriendo.
-Y tú “Mapuche” ¿Has conseguido los dos automóviles que necesitamos?
-Sí, jefe. Están guardados en el patio de mi casa, uno requisado en Viña del Mar y el otro en Providencia, ambos de color blanco, como usted lo dispuso. Los estanques con bencina y cien por ciento operativos. – Contestó el aludido.
-¿En cuánto se estima el dinero que traslada el vehículo? -volvió a preguntar.
-Entre ciento cincuenta y ciento setenta millones, jefe. Hemos hecho seguimiento una vez por semana. El día viernes, al cierre del comercio, justo a las 23:10, el camión retira la recaudación. La dotación es la misma: un chofer y dos vigilantes. – Intervino el “Chino” otro de los mafiosos presentes.
-Bien, repasemos una vez más el plan- dijo el mandamás.
Se puso de pie y extendió un plano sobre la mesa…
-Esta es la calle Sargento Aldea, aquí, en esta cruz, se ubica el “Mall”. El carro recaudador entra en reversa por este callejón, baja un guardia quien apoyado por un funcionario del local transporta un montacargas con las bolsas de dinero. El conductor del camión permanece en la cabina, el otro vigilante de pie abre la puerta del móvil para el transporte del dinero. Luego se embarcan y aseguran la puerta. Sale el vehículo, tomando por Avenida Las Golondrinas hasta San Juan, luego doblan a  la derecha y continúan por esta arteria hasta llegar a Blanco Encalada. Ahí hay un semáforo. San Juan solo tiene habilitada la pista izquierda, la derecha esta cerrada por trabajos en la ruta. El transito es escaso a esa hora, y la iluminación nula. El móvil llega a las 23:40.

-En este punto se encontrará el “Cojo” con su automóvil averiado, al detenerse el transporte de valores le pedirá a los del camión, que le ayuden a moverlo del lugar, como no podrá pasar, accederán. En ese momento, “Mapuche” y “Chino” salen de la oscuridad para encañonarlos. Los lanzan al suelo, abren las puertas, retiran el dinero y lo trasladan al auto. Mientras tú, “Barbón”, los mantienes vigilados. Terminado el traslado del dinero, esposan a los vigilantes y los introducen al mismo camión. Luego desaparecen para encontrarnos en la “Caleta”, ubicada aquí, en este punto e indicó con el dedo. Todo en un y medio minuto que dura la luz roja. Antes ya hemos realizado esta faena, por ello esta vez, no podemos fallar.
-¿Alguna pregunta?
Nadie dijo nada.
-Yo estaré vigilando el desarrollo de la faena a prudente distancia. Verifiquemos los relojes. Son las 21:10 Hrs. Todos a sus puestos cada cual conoce su tarea…-dijo una vez más el jefe.
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El plan se desarrolló sincronizadamente, tal como lo planificó el jefe. ¡Fue todo un éxito! pensó desde la oscuridad. Sonriendo, puso a su vez, su vehículo en marcha.
Mientras se dirigían raudos a la “Caleta”, los mafiosos celebraban felices.
-No hemos disparado ni un solo tiro.- Dijo el “Chino”.
-Ha sido más fácil que quitarles las monedas a un ciego. -Replicó el “Mapuche”.
El chofer, taciturno, conducía sonriendo. Al llegar a la “Caleta” y encender la luz para colocar los bolsos con dinero sobre la mesa, se percataron que estaban rodeados de policías que les apuntaban con sus armas.
Sin disparar un solo tiro, fueron encarcelados por treinta años…No lo sabía el jefe, ni el “Chino”, ni el “Cojo”, ni el “Mapuche”, ni el conductor, ni siquiera el mismo “Barbón”, que en la ultima riña en la cárcel, le fue colocado un micro chip de G.P.S. en su cuerpo.

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