ODA A UN NENÚFAR
Te alzas singularmente erguido
blancura entre el verde.
Tus pétalos desplegados
ahora se desperezan
cada uno se sabe defender.
Al correr el día
estás en plenitud.
Después recedes lentamente
sobre ti, en tu ceñido capullo.
Tu descanso es breve
y con la nueva mañana
recreas tus encantos.
Una representación cumbre
y ya no más.
Tu tallo que era erguido
se inclina ahora sumiso
la beldad exhausta ahora está inmóvil.
En el agua, los peces de colores
mordisquean y se esconden
mientras tú te consumes.
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