lunes, 22 de julio de 2013

Cecilia Ortiz-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2013

Lo perdido

La casa estaba en una isla. Ellos, miraban por la ventana. Sabían que, al salir de la casa se terminaba el sueño. Había sido una sorpresa soñar lo mismo y mantenerlo por varias noches.
Uno de los dos fue el traidor que al pasear por la playa deshizo el sueño.
Los dos, añoraron lo perdido.
Continuaron abrazados sobre el lecho, dormían y soñaban. juntos. Algunas veces perdían un sueño.
La casa en la isla se negaba a ellos.
Él, pensaba que ella era la traidora; ella, estaba segura de que era él.
Una noche, el letargo de ambos se dividió, cada uno continuó libre de la ensoñación del otro.
De madrugada, el traidor desapareció, llevándose su fantasía. Ella soñaba que estaba sola, en una cama cubierta de pétalos rojos.
El sueño perdía forma, era menos que un anhelo; mientras el despertador la volvía a la realidad.
Ya despierta tuvo la sensación de haber soñado. Al abrir la ventana, vio sobre el piso, junto a su cama, un pétalo rojo, fresco. Lo guardó junto con los otros.
Sus cajones estaban llenos de trozos de sueños.

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