miércoles, 22 de mayo de 2013

Michou Pourtale-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2013

A esta tarde la huyo hacia mi monte
y me he huido de mí muy tempranito,
sabedora de locura y atropello,
golpetea temible el tamboril, aquí
entre arbolillos ahora me complazco.
¿Soledad, te derramas con un debussy
en preludio por el caudal de la hojarasca?
Seguro estarás al alba de lo incierto
cuando yo parta, esa insondable separación,
sé que no podré huir si presurosa
viene, la que me cercará con mirada fija.
Muy arriba sobre mi monte
un párpado cerrado se abre con un guiño
y al  instante llega ese pájaro fronterizo
que chifla, clama rendición, despeje.
Pájaro del arbusto más cercano,
si vinieras junto a mi corazón, huésped
si hundieras tu pico en mi misma boca
para juntos aspirar la voluta del aire
final. Ya que tu plumaje vuela y yo,
infeliz de mí no puedo, te ruego
sostenme ceñida a tu volar.
Volada me quiero en torrencial
fuga de pájaros fulminantes,
y  no este escarabajo torpe
que con penas pugna hacia lo intangible.
Mi bosquecillo es sólido, umbroso,
límpido su verdor de agua sacia
complaciente me adormece.

                                                 
                                                s/t. del libro “Damero para un cuerpo”

1 comentario:

Beatriz Minichillo dijo...

La muerte que nos acecha pero que resistimos con esa imagen del pájaro que fuga hacia otro horizonte y nos transporta. Hermoso poema , Michou