jueves, 23 de octubre de 2014

Ita Espinoza Mandujano-Chile/Octubre de 2014


MUERTE EN LA COLONIA

            Con gran alboroto los niños subían a los buses que los trasladarían a su lugar de vacaciones. Las auxiliares acomodaban en sus asientos a los cincuenta escolares, asegurándose que las puertas quedaran bien cerradas y cuidar que no se asomaran por las ventanillas para despedirse de sus padres y parientes que habían concurrido a despedirlos. Durante el camino cantaron y rieron hasta llegar a  San Alfonso, lugar donde permanecerían durante quince días. Lucrecia era la profesional a cargo de los pequeños y del personal que debería cuidarlos. En el lugar los esperaba el Padre Archeste, Director General de todas las colonias. Al llegar les dio la bienvenida y entregó a Lucrecia, la directora, las llaves del recinto, comunicándoles que ella representaba la dirección general de esas vacaciones. Una vez distribuidos los dormitorios, se nombró cabeza de grupo a las auxiliares, todas ellas estudiantes de pedagogía, trabajando para obtener algún dinero a fin de costear sus estudios universitarios.
            Después que los niños se retiraron a los dormitorios, reunió a las auxiliares y distribuyó los grupos de acuerdo a las edades, que fluctuaban entre los seis y los doce años, correspondiendo a cada una de las auxiliares diez pequeños. Organizó los programas y fijó las recomendaciones diarias para analizar el comportamiento de los chicos y los intereses de cada grupo. Además, los acompañaban un auxiliar de enfermería y dos empleados de servicio, incluyendo una cocinera. Por su parte Lucy, como la llamaban sus íntimos, llevaba con ella a su hija y su esposo profesor, quien se hospedaba en una pensión cercana al lugar. Durante el día, él las visitaba y llevaba a veces de paseo a su hija.
            Todo transcurría normalmente. Las auxiliares eran muy amigas entre sí, a excepción de Dolly. En cambio, María Inés, una joven muy agraciada, comenzó a pedir asesoría al esposo de Lucy, y ésto se transformó en un sospechoso acercamiento, el cual causó un schoc en la pequeña al descubrirlos en actitudes casi románticas, que motivaron su estado. Lucy, reprochó la actitud irresponsable de su esposo y le pidió regresara a casa prohibiéndole el ingreso a la colonia. Por su parte, la muchacha, se mostró molesta, negándose a reconocer su comportamiento inadecuado. Sus compañeras y ahora amigas, hicieron causa común con ella. Un ambiente de intranquilidad se había desatado. Clara y Adriana, eran las más apegadas a María Inés, y por ello, comenzaron a comportarse en forma irresponsable con sus diarias obligaciones, obligando a Dolly y Vivian a realizar esfuerzos, más allá de sus capacidades, para cubrir todos los quehaceres.
            La situación hizo crisis cuando un menor, por falta de preocupación de su líder, estuvo a punto de lesionarse. Se fue solo a mirar un campeonato de tiro de flechas que se realizaba en la plaza del pueblo, y una se desvió hacia él, felizmente sin trágicas consecuencias, solamente rozó la cabeza del niño. Lucy reunió esa noche a las auxiliares y les hablo claramente advirtiéndoles que si las jóvenes no enmendaban rumbos, avisaría a la Dirección General, para finalizar antes de tiempo las vacaciones, por cuanto no podía exponer a los menores, por la falta de cuidados. Guardaron silencio, menos Dolly, quien les reprochó a sus compañeras su actitud, en consideración a su futuro como profesionales. A la mañana siguiente, como de costumbre, María Inés no se presentó a la hora del desayuno. Con malestar, Lucy envió a una de sus compañeras a buscarla, al regresar, dijo que aún dormía. Nuevamente indicó, la fueran a despertar. Adriana, fue en su busca. Regresó, a los pocos segundos, lívida y muy asustada, le pareció que su compañera estaba muerta. Al oír esto, todas corrieron hacia el dormitorio. La muchacha, estaba en su lecho, con pánico observaron que no respiraba. Ya era manifiesto su deceso. Lucy envió por un empleado de servicio para que avisara a la policía, recomendando a todos no tocar nada. Solicitó a Dolly, se hiciera cargo de los niños que lideraba la muerta y los repartiera entre los cuatro grupos restantes, recomendándoles actuaran en forma normal, para no asustar a los menores. Ella se quedó junto al cuerpo, observándolo con detenimiento, sobre la almohada, había un largo cabello rubio, diferente al de la muerta, oscuro y crespo.
            Al llegar la policía, confirmó el deceso y prohibió a todos los que habían pasado la noche en el lugar, hicieran abandono de él, como así también nadie podría ingresar a la Colonia sin una autorización policial. Comenzaron los interrogatorios y todas coincidieron que la última vez que la habían visto en la noche fue después de la cena y se retiró a su dormitorio. Todas tenían testigos que avalaron sus declaraciones. Adriana y Helena, dormían en la misma habitación. Vivian se había ido a dormir a su pieza, no quería molestar a María Inés, sabiéndola con un serio problema. La vigilancia nocturna del dormitorio de los niños, la realizaba el empleado de servicio, en compensación por entrar a su turno por la tarde. La auxiliar de enfermería tenía su habitación, al lado de la Directora. En la Colonia, nada se pudo esclarecer. El cadáver fue remitido al Instituto Médico Legal. Mientras tanto el padre Archeste, enterado de lo sucedido, no aceptó dar término al período de vacaciones de los menores, por tal motivo el grupo debería continuar hasta el último día planeado.
            Los días siguientes fueron interminables. Lucy, deseaba que el tiempo pasara rápido para regresar a su hogar. Pensaba en lo ocurrido y no acertaba a comprender qué había causado la muerte de la muchacha. No aceptaba el diagnóstico que en primera instancia dio la policía, muerte por asfixia al ingerir su propia saliva. La autopsia posterior, no dio mayores índices al respecto y el caso fue cerrado. Lucy, no podía dejar de pensar sobre el largo cabello que había divisado sobre la almohada de la difunta, ¿sería coincidencia?, ¿al hacer las camas, al instalarse? Nunca lo podría saber, lo que sí estaba cierta era que dentro de la colonia, había alguien que tenía ese caballo encontrado en la almohada. Sus sospechas no tenían un asidero concreto, por ello guardó silencio.
            Pasaron muchos años, en los cuales Lucy, convocó a muchas personas y lugares en su calidad de Asistente Social. Sin embargo, en su mente quedó fijo el recuerdo de este caso, para ella, pendiente de un esclarecimiento lógico. Involucrada en un caso social que debió resolver,  conoció accidentalmente a una pariente cercana a María Inés, quien le refirió acerca de la desordenada vida sentimental de la muchacha y de los conflictos que había causado en su hogar, al tratar de conquistar a su esposo en sus propias narices. Posterior a su muerte, ella se había enterado de la tragedia que había ocurrido en la vida de la joven. Vivía con su madre y su pareja, un hombre mucho más joven que ella.  Apreciando el bello florecimiento de la muchacha, el hombre la enamoró a escondidas de su madre y pronto la embarazó. Temiendo perder el apoyo de ambas mujeres, la llevó rápidamente donde una partera, quien la esterilizó de por vida en un aborto sanguinario.
            Al fin, Lucy pudo desentrañar el misterio, la venganza de María Inés, contra cualquier núcleo familiar, fue manifiesto. El cabello encontrado era el de Dolly, quería incriminarla. Sin duda el caso de ella fue un suicidio. Recordó en ese momento una conversación escuchada en las tertulias nocturnas, donde María Inés se explayó sobre sus conocimientos acerca de remedios y tóxicos. En las pericias de la investigación, nunca se le hizo un examen gástrico, solamente su posición determinó la ingesta de saliva. Y en cuanto a su familia, en el momento de su fallecimiento, ella vivía en forma independiente, como para agregar mayores antecedentes al caso.  

No hay comentarios: