A Camila.
Lucero de mi atardecer
La
luna duerme,
ante
el fenómeno pasado del eclipse,
observo
la misteriosa oscuridad del cielo,
la
colosal e intrépida negrura de la noche
transforma la naturaleza.
Sin
ver figuras ni constelaciones de Orión,
hace
un mes y días que apareció.
Las
luciérnagas iluminaban mis cansados ojos,
aún
con brillo, quizás por que tengo un nuevo
y
pequeño lucero.
Con
la Fe de siempre
aprenderé
si
Dios da la oportunidad de verte crecer.
A
veces el destino inexorable
nos
marca un ciclo,
sin
solemnidades que señalan los rituales.
Recibiré
con agrado el abrazo de la tierra
con
la seguridad de que hasta el último momento
habitaste
en mi corazón.
Cuando
des tus primeros pasos y
el
tiempo ineluctable…
Oirás
mi voz entre los árboles,
los
de la casa de tu abuelo Isidoro.
La
memoria que aún tenías cuando pequeña
o
ya un poco mayor, te hará recordar sin olvido
los
materiales inasibles con que yo escribí:
Las
palabras, algunos cálamos de tinta,
las encontrarás,
o
al quebrar una rama, verás algún pájaro
haciendo nido; ahí estaré yo.
Por
lo pronto pequeña niña mía
duerme,
sueña, duerme…
Tu
abuelo piensa en ti.
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