MAMALLUCA
¿Cuánta
historia? ¿Historia, cuánta? Aquella simple explanada, cementerio fue de
anónimos Diaguitas.
Aire,
sólo aire, espada pura y fría, albergaban otras voces plasmadas en el alba y,
el cielo, limpio cielo nortino.
Había traslúcida pureza y austeridad en
castas divididas. Serios y mudos en su pedazo de tierra, madurados en dolorosa
majestad, de libertad y silencio, absortos. Quizás tejiendo o tiñendo lanas,
haciendo cestos, o modelando vasos para las urnas funerarias.
Los vocablos íntegros, esenciales y
simples partían de la luz, el camino o el sollozo.
La
apretada piedra del sentimiento, los pensamientos postreros en el umbral de las
ondas, en ese aire, en ese viento, bajo ese sol cayeron.
Carentes
de fáciles blanduras, también ellos contemplaron esos astros y esas nubes,
sintieron miedos, alegrías, convicciones callaron sus sueños rotos.
Esos seres incontables ¿Consumir íntegro
lograron, el caudal de sus días? ¿Quién dimensionó sus tradiciones?
El
aire, sólo el frío aire golpea el Observatorio y es el gran enigma su mayor
riqueza.
A
Mamalluca llega ahora, la ciencia, el saber, la inteligencia, sosteniendo el
aire, viene. El Universo desde arriba a Mamalluca llega.
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