Tú si
puedes
He
despertado de una alucinación,
saturé
la cama de gritos, sudor e histeria;
tuve
una pesadilla, un aguijón de miedo,
una
revisión certera y saludable.
Vayamos
al hecho; En las alturas,
en un
sitio imposible de ubicar, desde
los
crespos del aire
me
arrojé al vacío sin sábanas ni almohada,
sin
mis cómodas babuchas, sin cartera,
sin
marido, sin casa, sin horizonte,
y por
las corrientes de viento golpeando
mis
labios mayores
creo
que tampoco sin ropa interior.
Me
arrojé al vacío en una temeraria maniobra
de mi
mente,
me
lancé en señal de protesta, en defensa
de mi
soberanía,
en
desacato a la inercia, a las valvas
de
mis ojos, empeñadas en cerrarse
ante
los cambios.
Yo
caía y caía, podía ver las casas,
los
árboles, podía ver las vacas en los campos,
podía
sentir mi rigor mortis.
Me
acordé de todo lo que dejé de hacer
por
no arriesgarme
y me
dije: Qué pendeja he sido.
Sin
embargo, despues del miedo, comprendí que no caía, volaba;
y en
franca rebelión a la ley de la gravedad,
sucumbí
a las nubes, al cielo,
a mis
alas abiertas, a mis cabriolas de yegua feliz
experimentando
la emoción de ser libre.
Hoy
he despertado de una clase de vuelo,
tuve
un orgasmo a todo color, en 3D,
un
mensaje de texto, una llamada,
una
invitación a meditar sobre el paso adelante
que
soy,
sobre
el coraje, ese que me vio en las nubes,
corrió
a abrazarme
y me
puso contra el viento
para
decirme:
-Tú
si puedes.
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