Picolín, el
pollito de mi nieta amaneció muerto. Ella estaba devastada, un mar de lágrimas.
-Hija, Picolín se fue al cielo de los pollitos, y allá está muy bien.
-¿Y no se lo van a comer?
-No, cómo crees. Va a andar jugando, feliz.
A Picolín lo sepultamos en el patio esa misma mañana.
-Ángel de mi guarda -dijo mi nieta- que no se lo vayan a llevar hasta el infierno, amén.
-Hija, Picolín se fue al cielo de los pollitos, y allá está muy bien.
-¿Y no se lo van a comer?
-No, cómo crees. Va a andar jugando, feliz.
A Picolín lo sepultamos en el patio esa misma mañana.
-Ángel de mi guarda -dijo mi nieta- que no se lo vayan a llevar hasta el infierno, amén.
-Abuelo ¿tú has
visto a Dios?
-Lo veo todos los
días: es igualito a ti.
-Entonces está
guapo.
-Ya tienes cuatro
años
¿y no has aprendido a amarrarte las agujetas?
-No,
eso es hasta que tenga cien años.¿y no has aprendido a amarrarte las agujetas?
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