lunes, 30 de diciembre de 2013

Victoria Baez-Chile/Diciembre de 2013

RETORNANDO

Cuando apareció en su oficina, Katalina no lo reconoció, pasaron unos segundos para que su mente y su corazón lo hicieran. Sorprendida y titubeante, exclamó: - ¿Vicho?... ¿Eres tú, Vicente Andrade?- era él, con los mismos ojos de mirada triste que ella recordara, le respondió melancólicamente:- Sí, soy yo, pensé que no me reconocerías.- ¿Cómo podría ella olvidarlo? Mirándolo con los ojos al borde de las lágrimas, esforzándose en disimular su emoción, sólo respondió.- Imposible no reconocerte en tus eternas camisas de lino sin cuello.
Tiernamente se fundieron en un largo abrazo.- ¿Sabes Katalina? , llegué solo ayer, ansiaba verte. Mi hermana me dijo dónde encontrarte.-  Catalina recordó, en ese momento, que también su hermana le había dado la noticia ese año setenta y tres. Llorando le había comentado:- Amiga, Vicho tuvo que dejar el trabajo. Abandonó el país para ir a la Argentina, allí tiene amigos que lo recibirán. Acá lo están buscando.- Todas las ilusiones de ambos habían sido tronchadas. Pero, la vida había continuado.
El ingreso sorpresivo de la asistente de Katalina, los hizo zafarse de aquel abrazo.- Disculpe señora, las personas citadas ya llegaron, ¿las hago pasar?- Vicente con una encogida de hombros entendió que debía retirarse, no sin antes decirle:- ¿Nos podremos ver uno de éstos días?, tenemos tanto que contarnos, por favor no me digas que no.- Ella le sonrío, mientras abría la cajita que se encontraba sobre su escritorio, sacó una tarjeta de presentación y con su delicada pluma de tinta color violeta, agregó un número, diciéndole:- Te apunté mi número privado, puedes llamarme cuando quieras. - Al despedirse Vicho le susurró al oído, “estás muy linda”.
Al día siguiente recibió el esperado llamado:- Katalina ¿dispones de tiempo hoy en la tarde? - Se oyó de parte de ella un fuerte y repetido.- ¡¡¡SIII, SI!!!  - como respuesta- Una colega me reemplazará, nos vemos en el Café de siempre, aún sobrevive.
Antes de ir a su gran cita, Katalina se probó muchas tenidas, buscaba alguna prenda que les trajera recuerdo. Sólo encontró su viejo y atesorado cintillo que había guardado celosamente. Lo colgó en su bolso, ahora ya no lo podía usar atado a su frente, no luciría bien, los años habían pasado, los hippies que fueron, casi estaba olvidado.
Al entrar al café lo pudo ver en el fondo del largo y angosto salón, sentado en el lugar de siempre, lucía como en aquellos tiempos, con su barbilla y bigotes que lo hacían tan especial. Curiosamente no habían encanecido, como su pelo, que le daba un aspecto aún más interesante y atractivo. Al levantarse para saludarla, acercó su mano al cintillo que adornaba el bolso de ella, mirándola tiernamente le dijo:- Veo que aún lo conservas, no sabes cuánto me agrada y cuántos recuerdos llegan a mi mente.
Ya sentados, uno frente al otro, sin dejar de mirarse, Vicho continuó enrollando entre sus ágiles dedos el papelillo con tabaco con el que liaba un cigarrillo: - Me doy cuenta que no te has modernizado Vicho, sigues confeccionando tus propios cigarrillos.- Sí, me acostumbré, me parecen más sanos, los de hoy contienen mucho alquitrán y otros químicos. Por lo demás, me he convertido en un fumador ocasional.- Tomándole las manos entre las suyas le preguntó:- Catalina, tenemos tanto de qué hablar, son muchísimos años los que han pasado. ¿Te parece si luego de tomarnos el café, nos vamos a un lugar más tranquilo?- Era lo que ella estaba esperando, quería saber de él, de su vida, de sus planes. Inmediatamente fue ella quién le respondió.- Sí, pienso lo mismo. ¿Te parece si nos vamos a nuestro pueblo?- Era precisamente lo que Vicente había programado, su hermana le había pasado las llaves de la cabaña.
Mientras Katia conducía su vehículo, preguntó.- ¿Vicho, quieres conducir tú?- un poco dudoso le respondió:- No estoy seguro, ya me acostumbré a manejar al revés, quiero decir con volante y pista a la derecha. Aunque la verdad es que esta cuesta la puedo manejar con los ojos cerrados. Más de alguna vez lo hice cuando conducía mi moto, ¿la recuerdas?- Por supuesto cómo podría olvidar a la noble Gitana, que a tantos lugares nos llevó y recuerdo también que la bautizaste así por tu amigo, el Gitano Rodríguez.
Katalina le cedió el volante, bajaron la culebrosa cuesta, aunque ahora más moderna con doble pista y barandas de contención. Más allá, el profundo acantilado, recibiendo en sus rocosas orillas el constante golpetear de las olas del bravo mar. Vicho, suspiró profundamente, alargó su mano izquierda y dio unos suaves golpecitos en la pierna de ella. Se miraron tiernamente con inmensa melancolía:- Ya llegamos Catalina. ¿Recorremos primero nuestros antiguos y secretos lugares de hace tantos años?- Claro, pienso que ya presienten nuestra cercanía, también han sufrido tu partida y nuestra ausencia. Se alegrarán de volvernos a ver juntos. Yo vine muchas veces a solas, a buscar recuerdos en estos acantilados, a llorar desconsolada y gritar enrabiada tu nombre por si aparecías, pero solo el eco lo repetía y lo devolvía burlonamente a mis oídos.
Los recorrieron uno a uno, sin decir nada, solo permanecían unidos el uno junto al otro. Aferrados a esos hermosos recuerdos. La emoción se les hacía muy fuerte. Las silenciosas lágrimas de Katalina humedecían  sus mejillas. Vicente las secaba con las palmas de sus manos. Entre suspiros Katalina le preguntó.- ¿Nos podemos ir? Creo que es suficiente, hace mucho frío:- Sí, vamos, el viento tan especial de este lugar nos calará los huesos y pronto caerá la tarde, el sol ya se está escondiendo.- En esta ocasión el eco no se había burlado de Katalina, no había ido a gritar su nombre, se encontraba junto a él.
-¿Sabes Vicho?, no había vuelto a entrar en esta cabaña. Nunca tuve las fuerzas para ello, está igual, sólo han cambiado el piso, ya no crujen las viejas tablas enceradas, que nos delataban al entrar. Se ve bien este cerámico, aunque moderno es rústico.- Calmadamente, Vicente acoto:- Sí, no está mal, pero me resulta un poco frío, la tabla era más cálida. Ahora ya no podremos caminar descalzos como antes. Encenderé la chimenea para temperar la sala.- Mientras tú haces eso, yo prepararé algo para comer - le señaló Catalina - y por favor, también algo para beber. - le gritó Vicente mientras caminaba hacia la leñera.
Luego de encender los leños, Vicho acercó el viejo sofá cerca de la chimenea. Al llegar Katalina con la bandeja con sándwiches y café le dijo: - El café viene con malicia. -Él le quitó la bandeja de sus manos y la dejó en una mesita cercana. Acercándola hacia él la beso suavemente y en un susurro le preguntó:- ¿Kati, quieres que estire el sofácama?- La había llamado Katy, ella inmediatamente reconoció ese llamado, sólo le respondió con una tierna sonrisa de asentimiento. La ropa de ambos se dispersó por toda la sala, se encontraban nuevamente amándose en ese viejo y cálido sofácama. Los leños chirriaban en la chimenea, señal de que el fuego comenzaba a temperar  la sala.
El canto de un búho los despertó muy acurrucados, ya había oscurecido, no era tan tarde, tenían tiempo para tomar el café malicioso y contarse sus vidas  de los últimos veinte años.
-Katalina - le comentó Vicho - yo me casé con una mujer argentina, ella me ayudó mucho, siempre ha solidarizado conmigo, tuvimos  hijos, nos fuimos a Inglaterra como refugiados. Al principio fue muy duro, pero luego  de aprender el idioma, las cosas fueron mejorando para nosotros, logrando desarrollar actividades relacionadas con mi profesión. La vida allá es muy diferente, se extraña la tierra y la gente de uno. ¿Sabes?, el destierro resulta muy cruel, te corta las raíces. Yo me siento chileno, mi mujer argentina y mis hijos que son mitad chilenos, mitad argentinos, se sienten ingleses. La relación con mi mujer, con los años se ha ido enfriando, pero ya hemos formado una familia, veo muy difícil que eso se arregle y también muy difícil que se rompa… Pero cuéntame de ti Katalina, quiero saber más de ti, por mi hermana algo supe, cuando viajó  a visitarnos. Dime ¿por qué estás sola, qué ha sido de tu vida? –Katalina, un tanto incómoda le respondió:- Mi vida, mi vida eras tú, la proyectaba contigo, pero no pudo ser. Me costó entender todo lo sucedido, me dolió esa separación. Afortunadamente en un momento de cordura pude seguir la carrera que tanto me apasionaba, ¿lo recuerdas? Profesionalmente me he sentido realizada. Apareció en mi vida un príncipe azul, pero al poco tiempo la relación cambió, se deterioró a tal extremo que terminó en una separación. Desde entonces no hubo nadie importante, soy feliz con mis hijos y he vivido para ellos.
Vicho, le tomó las manos diciéndole:- Katalina, no imaginas cuánto deseé regresar, volver a estar junto a ti, nunca te he olvidado, en momentos de tristeza tu recuerdo me acompañaba y reconfortaba. Ahora que he vuelto a verte,  prometo que regresaré todos los años, cada verano te visitare, incluso me gustaría vivir meses acá y meses en Europa, no quiero alejarme de ti nunca más.
Katalina, aún más incómoda, respondió tranquilamente: – ¿Sabes Vicho?, también yo te he recordado, mi corazón estaba herido, pero aunque esa herida ya no sangra, frecuentemente me señala su cicatriz. Nunca entendí ¿por qué después de largos años no intentaste ubicarme? sólo para hablarnos, para acabar algo que no terminó, eso me ha dolido mucho. Este encuentro ha sido maravilloso, por muchas razones, principalmente porque cierra un capítulo inconcluso de mi vida ligada a ti. Lo que pueda venir ahora es incierto. Has regresado, pero volverás a partir una y otra vez, siempre será así.
Por lo que fuimos alguna vez, siempre yo dispondré de tiempo para ti cuando aparezcas como un cometa, porque el cuarto de mi corazón herido te pertenece, pero debes saber que después de oír tu promesa, no me cierro a la posibilidad de recibir, en mi vida, a un hombre que merezca las tres cuartas partes sanas de él, solo el tiempo y la vida lo dirán.


Pedro Fierro Campos-Chile/Diciembre de 2013

LAS LLORONAS   (Oficios)


Se acercaba el medio día, en un día de verano. Recuerdo que lentamente, junto a mi madre, caminábamos por las polvorientas calles de Mulchén, mi pueblo sureño. El calor era sofocante, por eso mi alivio fue grande cuando ella me invitó a visitar a su comadre Juanita, más conocida como la “llorona”. Era tema de muchos comentarios y pelambres entre los vecinos, lo que acrecentaba mi curiosidad por esta mujer. De ahí que, para recabar todo acerca de su trabajo, lo fui juntando como lo permitieran las circunstancias y mis diferentes fuentes de información.
Primero supe que las lloronas necesitaban de la muerte para existir, vestían de negro y eran contratadas para ir de muerto en muerto, de velorio en velorio y de entierro en entierro. Llorando y lamentándose ruidosamente, por la insoportable pérdida de un ser querido que, la mayoría de las veces ni siquiera conocían.
Este cruel oficio, pensé que era cruel, porque ellas adoptaban voluntariamente el sufrimiento, el luto y la tristeza del suceso, aunque sus servicios fueran cobrados. Los dolientes pensaban que mientras más se llorase por la partida del fallecido, era porque la vida de éste, había sido más relevante. También se especulaba que, las lloronas eran contratadas para que sus llantos limpiaran de pecados el alma del muerto, facilitando de esta manera un alcance rápido a la eternidad. Además de derramar lágrimas, estas lloronas servían para que los deudos pudieran atender, de manera adecuada, a quienes habían venido a la ceremonia de despedida.
Recuerdo que mi madre nos comentaba que, la comadre Juanita comenzó a dedicarse al oficio de “llorona”, como la mayoría de las mujeres que reunían ciertas características. Generalmente eran de clase humilde, de mediana edad y se habían quedado solas por diversas razones, algunas viudas como su comadre, pero que en definitiva esta actividad la ejercían más por necesidad que por obtener satisfacción moral.
            Una vez finalizado el entierro, la llorona recibía el pago de sus honorarios por el trabajo. Esta retribución podía ser en dinero o víveres, como trigo, yerba o harina.
El origen de la palabra llorona proviene del verbo plañir, es decir gemir y llorar sollozando. Esta tradición se realizaba en los velorios donde había escasa presencia de personas y sus orígenes están en el antiguo Egipto. Sus servicios eran variados, tales como lamentos que podían convertirse en gritos desconsolados, golpes en el pecho, tirarse de los cabellos o echarse tierra en el cuerpo. Manifestaciones que a la postre permitían teatralizar el profundo dolor que conllevaba la pérdida de un familiar querido. 
Otros textos señalan que “la llorona” es un oficio de origen hispánico que, se arraigó en algunas regiones de México, como en el estado de Oaxaca. Generalmente se llevaban de 3 a 4 plañideras. Para cada difunto la familia contrataba a estas mujeres, para que sus llantos y gemidos amenizaran el velorio. Propiciaban un espacio en donde el sentimiento trágico se revelaba como parte del componente de una cultura, donde la muerte es un elemento determinante. 
Finalmente ir de muerto en muerto, de velorio en velorio, de panteón en panteón y siempre vestir de luto, es un oficio casi olvidado que necesitaba de la muerte y con ella murió. (Grupo Literario LiteRatis)

martes, 17 de diciembre de 2013

Luis Gallardo-Chile/Diciembre de 2013


EL LUSTRABOTAS. (Oficios)
                     
   Miré mis zapatos con detención, pensando inmediatamente que necesitaba lustrarlos. Un polvillo los cubría por una  larga  caminata por  las  calles  del centro de Valparaíso y, a menudo, la gente se fija en esos detalles.
  Encaminé mis pasos hacia la plaza Victoria, recordando  con nostalgia a un antiguo conocido que trabajaba como  lustrabotas: El cojo Santoro,  fallecido hace largo tiempo.  Apodado así por  la amputación de una pierna que suplía con una muleta hecha con tubos de bronce.
  Su lugar estaba en  una  esquina, ahora lo ocupa otro personaje: Miguel López, heredero del sitio y de algunos de sus clientes.
  Estando en ese lugar, mientras espero mi turno de atención para lustrar mis zapatos, observo el trabajo prolijo del lustrabotas: sus cajas de betún de diversos colores, botellas con anilinas y paños para brillo y un trozo de felpa, como el empleo final dejando el calzado reluciente.
  No puedo dejar  de  reflexionar que  la  vorágine  del desarrollo finalmente devorará a este lustrabotas, debido a la escasez de personas que usan zapatos de cuero y por imperio de la moda o comodidad,  las zapatillas están ganando la batalla del consumismo. (Grupo Literario LiteRatis)

lunes, 16 de diciembre de 2013

Claudia Díaz-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2013



                 POR ESTAS LÁGRIMAS.



  POR ESTAS LAGRIMAS…
  HE SUFRIDO INJUSTAMENTE,
  ANTE EL DOLOR…
  ¡Y  MI CORAZON!…SE PARTIO…
  Y POR ESTAS LAGRIMAS…
  ME QUEDE MUCHO TIEMPO…
  REFUGIADA…
  ¡PORQUE TENÍA TEMOR!…
  ANTE CUALQUIER SITUACION…
  QUE SE PRESENTABA.
  POR ESTAS LAGRIMAS…
  ¡CASI ENTREGO LA VIDA!…
  ¡PERO DESPUES!…CON EL TIEMPO…
  ME DI CUENTA QUE ESOS SERES…
  NO VALIAN.
  POR ESTAS LAGRIMAS…
  LE HE SACADO A MÁS DE UNO UNA SONRISA…
  ¡Y DESPUES!... SIN NINGUNA RAZON…
  ¡DE MI!... SE APARTARON.
  PERO POR ESTAS LAGRIMAS…
  ME HA SERVIDO…
  AUNQUE ALGUNOS ME TOMARON… A RISA.
  ¡PERO YO!…APRENDI A CRECER…
  NO POR MIS AÑOS…
  LA EXPERIENCIA DE LO VIVIDO…
  ¡PERO AHORA!... ME TOCA… ¡A MI!…
  VERLOS COMO SUS VIDAS…TRANSCURREN…
  ESCONDIENDO SUS ROSTROS…
  ¡Y NO POR LA LUZ DEL SOL!…
  ¡SI NO!... POR SU OBRAR…DE SER…TAN INHUMANOS.

Gonzalo Carabajal-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2013



GENERACIONES DE SUEÑOS


!Ya basta…¡,
Alguien tiene que decirlo
ya no soporto más este engaño;
estoy harto que logren todo
y nadie los frene

!Ya basta...¡
!Dejen de engañarnos¡
somos más y juntos sabemos
sus estrategias de placebo

¡No queremos otra Troya!
ni endulzarnos en sus salsas,
seremos capaces de ser sordos
ante sus cantos de sirenas

Esta vez !va en serio¡
conocemos sus estrategias,
han llegado a su final

Reconozco que saben hacerlo
y sus recursos alcanzan satélites
así cualquiera podría,
así cualquiera

¿No sé cómo los llaman? 
con todos tus nombres
según la ocasión;
no lo sé, pero basta

¿Será que eres Lucifer disfrazado ante nosotros?
que cuando sabemos su juego
su máscara se transforma

Publicidad !ya basta¡
ahora somos muchos gritando
no nos dejaremos engañar

!Basta...¡, !Basta...¡!Basta...¡, 
 Ey ¿adónde van?
¡Basta...! ¡Basta...¡
No..., ustedes también no
! Basta... ¡
¿Qué..? ¿dos por uno?

Ernesto Villa Venegas-Chile/Diciembre de 2013



MEDITABUNDO

Yo escribo a lo infinito
a las galaxias que no usan suspensores
a los sueños, siempre trascendentes
a mi tiempo que oculta mi desnudez
Y a los buses que llevan mis trajinados anhelos.

Escribo a la tierra y al espanto
a mis limitaciones y a mis amigos
a mi silla de playa que instalo en la arena
a Pamela que conocí en la playa descansando en sus dudas.

A los ascensores y las acequias
a los oleajes que se negaron a salar mi rostro
también a la Soledad, mi amiga
a lo único que ya no escribo
es a tu ausencia.


(De su libro “En una esquina del tiempo”)

Osvaldo Tassara López-Chile/Diciembre de 2013




PEDRO DE VALDIVIA.

            Manuel estudiaba en el colegio de “Los Sagrados Corazones” de Viña del Mar. Era un alumno destacado por su buen rendimiento, en su curso y en todo el colegio.
            Le gustaba mucho leer, en especial sobre la conquista española en América Latina. Su libro preferido era “La Fundación de Santiago y Pedro de Valdivia”.
            Una noche en que estaba con su libro favorito en las manos, leyó hasta que le dio sueño y colocó el libro sobre el velador. Pasados algunos minutos, misteriosa y mágicamente, el libro se empezó a mover y luego a temblar muy fuerte, sin que Manuel lo manipulara. Al sentir esto, se sobresaltó y sintió miedo. De pronto, un retrato de la página en que quedó abierto, se materializó del papel al mundo de los humanos. Al ver lo que sucedía se sintió aterrorizado.
Apareció una persona que por sus características, correspondía a un personaje del tiempo de la conquista española. Usaba una camisa que le cubría con vuelos hasta el cuello y una armadura protegiéndole parte del cuerpo. Al costado le colgaba una espada y sobre sus labios un bigote curvo, terminando en puntas a ambos lados. Este personaje también se veía impactado, no comprendía la realidad en que se encontraba. Cuanto le rodeaba era desconocido: la lámpara, el computador, el televisor, el velador.
            Al verlo, Manuel recordó el retrato del personaje que aparecía en el libro: ¡Pedro de Valdivia! ¡No podía creer que aquella celebridad fuera real! Pensó que estaba ante un fantasma.     
             Para asegurarse de que estaba ante él, lo pellizcó. Don Pedro de Valdivia se sintió amenazado, sacó su espada y la clavó en el cuerpo de Manuel. El muchacho herido, se empezó a desangrar y, como no había nadie para asistirlo, presintió que se moría. Entonces, el español comprendió que estaba seguro y amparado, su vida ya no corría peligro y, por arte de magia, se refugió de nuevo en el libro, mientras Manuel agonizaba.
De pronto, un ruido en la calle, hizo que el muchacho despertara sobresaltado. (Eco Taller)

Luis Tulio Siburu-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2013

No me dijo su nombre                               

No me dijo su nombre, no mencionó su origen
No aclaró su oficio
Se acercó despacio, se arrimó a mi lado
Se sintió observado
Me mostró su obra, me miró de frente
Me pidió comprara y acepté el pedido
Le dí las coronas, le admiré su estilo
Le escruté su rostro

Bajo una estatua del Puente de Carlos
Caí yo en la cuenta
Era un no vidente, que intuía el entorno
En su mundo negro y con el bastón blanco
Por quinientos metros, desde Ciudad Vieja
Hasta Mala Strana
Tanteando turistas, en el corto trecho
Sobre el río Moldava

Y en el puente mas hermoso que yo haya visto
Con primavera checa y rubias esbeltas
Pude observar de cerca esa mirada muerta
Pincelando escenas en azul y en rojo, amarillo y sepia
Que disfrutan turistas, pero que él no ha gozado
Entonces le pregunté ansioso, cómo lo hacía
La respuesta estaba, en el ayer de su vida

Y me dijo…

Leyendo a Kafka, por sistema Braille
Supe del puente
Conocí su forma, contexto y tradiciones
Apoyé la mano izquierda en Juan Nepomuceno
Se hizo el milagro, elegí los óleos
Cargué el caballete e imaginé la belleza

Hoy pinta sin ojos lo que ven los ojos
De toda la gente del planeta Tierra
Que respiran Praga, que caminan Carlos
Que se mojan en Moldava
Y  llevan de recuerdo del lugar, un cuadro
Que sin verlo nunca, lo ha pintado un ciego

No me dijo su nombre
Pero me  llevé su firma en la tela


Horacio Semeraro-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2013

                             Concurso de cuentos FEDESPA 2013


La Federación de Sociedades Españolas de Argentina (FEDESPA)  hizo entrega de los premios correspondientes  al concurso de cuentos 2013 en un lucido acto que se realizó en la Sede Social del Centro de Galicia, sito en Bartolomé Mitre 2552 ,CABA. El mismo tuvo lugar el 24 de octubre ppdo, y contó con la presencia de un numerable y entusiasta público y autoridades de las entidades constituyentes.
Para referirse al mismo hicieron uso de la palabra, el Presidente de FEDESPA, señor Pedro Bello, el Presidente de la Subcomisión de Cultura, señor Jorge A. Alonso y la Secretaria de la Comisión de Cultura, licenciada Adriana A. Rodríguez.
El jurado que seleccionó los trabajos presentados  estuvo integrado  por los escritores  Gabriela Speranza Turchet, lic. María del Carmen Terezza, Ana Bisignani, León Bouvier y por quien escribe, crítico literario Horacio Semeraro .Los cuentos premiados, los que obtuvieron menciones de honor y distinciones se darán a conocer más adelante en una edición de la institución.

Lina Sánchez Michea-Chile/Diciembre de 2013

UNA DAMA.



            María Estela, todos los días al escuchar el despertador a las seis de la mañana, se levanta aún medio dormida, y se dirige a la sala de baño. En el espejo observa su rostro: ojeroso y demacrado, producto de las diez agotadoras horas de trabajo en su Salón de Belleza.
Al volver a su hogar por la noche, debe dedicarse a realizar labores domésticas. Su anciana madre está a su cuidado, padece de un cáncer terminal y el dinero que obtiene con su trabajo, apenas le alcanza para los gastos obligados que, son  innumerables.
            Hoy sábado, al levantar la cortina de su establecimiento, ve llegar a una elegante dama, quien afectuosamente le dice: - ¡Mira mi amor, vengo recomendada por mi amiga Olga. Ella me ha dicho que ¡haces maravillas en tu trabajo. ¡Por eso me pongo en tus manos! Deseo cambiar totalmente mi look.- María Estela se dispone a atenderla inmediatamente, explicándole que en primer lugar va a empezar con un buen corte de cabello. Ya instalada la clienta en el sillón y María Estela, tijera en mano, la dama inicia la siguiente conversación: – ¡Fíjate mi linda! Soy la mujer más afortunada del mundo, tengo la suerte de haberme casado con mi príncipe azul. Mis deseos son una orden para él. Me ha comprado ese autito que podrás ver desde aquí,  le ha costado una millonada.
            ¿Cómo puede haber personas que ganen tanto dinero y yo sufriendo tantas estrecheses? Pensaba Estela, mientras la clienta continuaba: -Mis hijos han terminado sus carreras y están haciendo un  doctorado en Europa. Este fin de año voy con mi esposo a visitarlos y al regreso haré unas ampliaciones en la mansión que tengo en el barrio alto y otras reparaciones en mi casa de veraneo en Reñaca.
            A estas alturas, Estela comenzó a inquietarse, la conversación se había convertido en un tedioso monólogo. Sin embargo la clienta siguió y siguió hablando: -Ojala pueda estar lista antes de cuatro horas, porque tengo entradas para un concierto en el Teatro Municipal y después iremos a cenar con mi esposo y con un personaje político importante.
            María Estela, en realidad ya no soportaba la charla de la señora, le parecía una mofa al compararla con su actual situación.
            Desesperada, le parece que la mujer la mira y se ríe de ella, la ve convertida en una hiena. En un arranque de locura comienza a cortar, cortar, cortar, cortar, cortar… (Eco Taller-Viña del Mar.)





Ana Romano-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2013



Elevación

Como notas
resbalan
barriletes

Un crisol

Y  es que flotan
 los cuerpos.

George Reyes-México D.F./Diciembre de 2013

LO SE, LO SABES

De pie en tu portón
no derrame mi insolencia líquido pesar en tu memoria
Agonizando está el olvido herido en tu recordación
Ni es preciso salpicar 

en los indigentes sequedales de risueña ausencia

Eres presencia
Y el cántico de tu paso lo escucho anémico en las calles de arenales fríos

Eres cercanía
Y me abrazo de aquellas lejanías que se esconden del tanteo de mi índice

Del agrio jugo de alzadas lenguas
han dejado de embriagarse mis antiquísimas almohadas…
Y aun mis impúberes migajas auditivas
deambulan y tropiezan con el pestífero “valle de los huesos secos”
al rebuscar el tríptico señuelo del lucero mío

¡El tuyo!
¡Lo sabes!

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Diciembre de 2013



SUCEDIÓ EN NOCHEBUENA.


Así como las gotas de la primera lluvia bendicen la tierra después de un tórrido verano, repartiendo sonrisas, el padre Gabriel, se paseaba de sala en sala por los amplios pasillos de aquel hospital. Su deambular era siempre en el área donde estaban los menores con enfermedades terminales. Cada pieza tenía tres camas por lado, y dos, aquella en que los pequeños pasaban por sus últimos días, apoyados con oxígeno, monitores y otros implementos  que advertían la gravedad de su situación.                    
Bastante motivado por la muerte de sus padres en un accidente aéreo, el joven había tomado los hábitos cuando estaba por terminar la carrera de medicina. Apenas obtener aquel anhelado diploma, acudió a golpear la puerta del noviciado que, algunos años después lo convertiría en sacerdote. Y desde que decidiera darle esta dirección a su vida, había transcurrido bastante tiempo; la congregación, en consideración a la un poco, olvidada profesión y a la religiosidad a toda prueba, le había encomendado asistir a pacientes infantiles en situación extrema. A diario, aquellos pequeños, aún dentro de su estado precario, lo esperaban ansiosos. La expresión bondadosa de su rostro y aquellas manos que con sólo sentirlas en sus frentes, aquellas caritas mustias y delgadas, parecían revivir.
El padre Gabo como le decían los niños y el personal, tenía una imagen que lo caracterizaba. Había decidido desde hacía mucho, y con el permiso del superior de la orden, dejarse crecer la barba hasta la altura del pecho, como una forma de ocultar las emociones cuando le tocaba asistir a un pequeño a punto de abandonar el malogrado cuerpecito. A sus setenta y cinco años, este verdadero parapeto de dolorosas experiencias, lucía casi totalmente blanco, a pesar de su andar ágil y resuelto que, insinuaba una obesidad insipiente. Los chocolates y mermeladas eran su perdición.
Luisín, era uno de los pequeños que se encontraba en la última fase de leucemia. A Gabriel le parecía increíble la resistencia del menor para dejar su maltrecha humanidad. Sin poder evitarlo, interiormente rogaba a Dios le permitiera pasar esa Nochebuena cerca de él, y sacar aunque fuera una sola sonrisa de felicidad de aquella carita consumida por el mal. Faltaban dos días y las enfermeras y auxiliares, en los ratos libres, permanecían afanadas preparando las salas, confeccionando adornados arbolitos. Esa noche, al pasar la última ronda, Gabriel descubrió con desagrado que todos los arreglos navideños carecían de nacimientos. A la mañana siguiente, llamó al personal del turno, aquellos largos años ejerciendo este ministerio se lo permitía. -¡Tengo un malestar muy grande!- les dijo. Esta fiesta es par- Por si lo han olvidado, esta fiesta es de la cristiandad, y no es para exaltar costumbres foráneas sobre leyendas de Papá Noel, Santa Claus, Viejito de Pascua o como quiera llamársele, y árboles adornados con un cuanto hay. Esta fiesta es para recordar el nacimiento del Niño de Belén, Jesús, nuestro Salvador-.
Irma, una de las auxiliares con más edad tomó la palabra. - Padre, perdone usted, pero yo tuve un hijo que murió en una de estas salas, y siempre lo alimenté con ilusiones. Aunque sabía que no eran ciertas, lo hicieron feliz hasta que cerró sus ojitos. –La mujer no pudo seguir hablando, porque un llanto silencioso le afloró en el rostro.
-Aún así y con el respeto que me causa su dolor, estimada Irma. Entiendo que ustedes hacen esto con la mejor intención, pero a cada cosa debe dársele la importancia que merece, y más, tratándose de algo tan importante para los que nos sentimos cristianos. Por ello, les ruego sacar tanto brillo de las salas y de los arbolitos, y yo solicitaré fondos para comprar tantos nacimientos, como salas tenga esta área.- Las mujeres bajaron la cabeza y cada cual partió a cumplir con sus obligaciones.
Esa noche al invocar a Dios en sus oraciones, Gabriel recordó sus instrucciones respecto a los festejos navideños y reconoció haber sido un poco duro en los conceptos. De todas maneras, antes de ir al hospital, compraría varios nacimientos. Consideraba  que alguien debía poner orden ante aquel consumismo loco que aparecía en esta fiesta, tan trascendental para la iglesia. Se acomodó en el lecho y se durmió casi al segundo.

Al día siguiente despertó conmocionado. Algo había sucedido durante su reposo. Recordaba vívido el sueño que lo había angustiado seriamente,  tanto como si hubiera sido una pesadilla terrorífica.      
 “Estaba en un restaurante elegantísimo, sentado frente a una mesa surtida con los más ricos manjares de su preferencia y un mozo dispuesto a atenderlo en los mínimos detalles. La mesa coincidía con una ventana. Mientras se aprontaba a comenzar, colocándose la gran servilleta, vio asomada la macilenta carita de un pequeño. Uno tan igual como aquellos que estaban de paso en las salas que él visitaba a diario. Su delgado rostro estaba triste y hambriento. No le cupo duda que gran parte de aquella ración la guardaría y a la salida la compartiría con el niño. Tomó los cubiertos y se dispuso a degustar aquellos manjares que bien sabía, los merecía con creces. Al probar el primer bocado descubrió que no tenía sabor, sólo alcanzaba a sentir su volumen dentro de la boca. Por más que forzaba sus papilas, ellas no entregaban respuesta. Aquellos apetitosos manjares ni siquiera tenían el gusto propio de los alimentos. Le colocó de todos los aliños que estaban delante del plato, aún así, nada consiguió. – ¡Mozo, por favor! Dígame ¿por qué esta comida no tiene sabor?- Le he colocado todo tipo de condimentos y no siento absolutamente nada. Pienso que me sentiré mal si me la trago.- El mozo le respondió. – Perdone usted, padre, pero se nos acabó un condimento muy importante y debimos prescindir de él en su cena. Se lo puedo asegurar que mañana, víspera de Navidad, nuevamente nos llegará.- Intrigado Gabriel le preguntó – ¿Y cuál podría ser ese condimento mágico? – ¿Qué raro que usted no lo sepa padre?- ¡Lo lamento, pero no lo sé!, ni se me ocurre que podría ser. Le contestó,  agregando - Le agradecería si usted me lo dice. – El mozo con cara de circunstancias le respondió. -Se llama Esperanza, padre, y es aquel que se nos acaba más rápido”. Iba a responder, cuando de pronto sonó el despertador y el sueño se interrumpió.

Esa noche de Navidad, a los niños en grave estado se les veía más abatidos que nunca, a veces  cruzaban una que otra palabra forzados por las enfermeras. De pronto, vieron aparecer a un barbado anciano vestido de rojo, con una gran bolsa en la espalda  y que reía con un Jo, Jo, Jo contagioso. Verlo e incorporarse dentro de las dolorosas posibilidades de cada uno, fueron una sola cosa. Luisín gritó a  los otros niños. -¡Amigos, yo les había dicho!, el padre Gabo es Santa Claus. Estaba seguro que esta noche vendría. - ¡Sí, lo sabía, yo lo sabía!, yo estaba seguro que se disfrazaba de padre y estaba siempre con nosotros-   Gabriel se acercó donde el pequeño con los ojos húmedos y le dijo. – Dime Luisín, qué quieres como regalo de Navidad.-  El niño sin pensarlo mucho contestó. –Santa, yo quiero un cuerpo nuevo… que esté sanito. Este que tengo, ya no me sirve… Y mis amigos también quieren lo mismo.- Gabriel miró al resto de los niños y todos asintieron con sus macilentas caritas, ahora alegres.  Tragando lágrimas, les respondió –Bien, le diré al Niño Jesús que les conceda tal pedido, de momento les traje golosinas, de aquellas que pueden comer, con un saludo de María y José que se han quedado celebrando el cumpleaños de su hijo. - Esa noche fue de verdadero jolgorio para los pequeños, no les cupo la menor duda que efectivamente era Santa Claus quien los había visitado, y a quien durante el resto del año, tenían a diario como el Padre Gabo.

     Posteriormente, Gabriel despidió a cada uno de esos niños quienes fallecieron con una sonrisa en el rostro y, más de alguna de las madres de aquellos pequeños, pronto anunció una nueva maternidad. No quiso sacar ninguna conclusión, sólo había pasado… Talvez, un milagro de Nochebuena.

Ascensión Reyes (Comentario libro)-Chile/Diciembre de 2013



LOS CAUTIVOS

            Un interesante cuento del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. Escrito en Paris en 1971. En él narra la experiencia que vive el protagonista de la historia, un hombre que llega a Francfort a cumplir el encargo de un amigo, relacionado con asuntos litográficos, la impresión a cuatro colores.
            Se instala en una pensión en las afueras de la ciudad en un sector de fábricas que lo desconcierta por su gran cantidad de chimeneas y edificios grises; producto del ingenio del hombre, de máquina en máquina ha logrado crear este paisaje que, para él resulta desagradable. El autor sutilmente nos instala en el mundo frío y mecanizado de aquella ciudad industrial, y la enorme jaula de pájaros que posee en su casa, Hans Hartman, el dueño de la pensión donde se aloja. Es la antítesis de ese mundo gris e impersonal que se encuentra afuera. Sin embargo, bajo esta inofensiva afición del dueño de casa, se esconde un pasado de muerte y sufrimiento.
            Poco a poco estos dos personajes, Hartman y el pasajero, entablan un cordial entendimiento a raíz de los pájaros y la admiración que produce la solicitud con que los cuida su dueño.
            El relato está pleno de simbolismos, desde el mundo desagradable de una ciudad industrial, hasta esa naturaleza vital de la jaula de pájaros y su boscaje. Sin embargo, en cierta ocasión, el pensionista le señala que aquellos pájaros viven como príncipes, el alemán le respondió que efectivamente estaban como príncipes, pero carentes de libertad, es decir cautivos, sometidos total y completamente a su voluntad.
            Unos días después de esta conversación a raíz de comentarle su procedencia peruana, al reconocer al chaucato un ave de su país, el acercamiento del alemán cambió a una indiferencia y desagrado manifiestos, lo que desconcierta en gran medida al protagonista.
    La historia nos lleva a la segunda Guerra Mundial, Hartman había sido soldado encargado en los campos de concentración y exterminio de Auschwitz y su inquilino por el hecho de ser peruano se convierte en su enemigo potencial. Perú no fue neutral a favor de Alemania en el conflicto bélico.

            El tiempo de acción es breve y la trama se va develando en los diálogos que comparten ambos hombres y da para meditar que no obstante los años transcurridos, los conflictos bélicos dañan indefectiblemente a los seres humanos, marcando inconscientemente su vida futura.
            Este campo de concentración de pájaros, de variadas especies, las que solo requieren condiciones determinadas, comida y algo de afecto, en cambio para su dueño, esta población lo halaga, por el poder que ejerce sobre ellas. La mente de este hombre, pese a los años transcurridos, ha quedado en el pasado, en Auschwitz.
R. ASCENSIÓN REYES-ELGUETA -12-OCTUBRE-2012.

Rolando Revagliatti-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2013



LO LLAMAREMOS POR EL NUMERITO



Personajes “A”:

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
PELIRROJA
NIÑO
NIÑA
DIPLOMÁTICO
JESUITA
RABINO
HIPPIE
HIPPIE EMBARAZADA
LA SIN PIERNAS
MANDRAKE, EL MAGO
RUBIA
LITERATA
SENCILLA
ADOLESCENTE VOLUPTUOSA
GÁNSTER VOLUMINOSO
JOVEN “PATO-VICA”
VIEJITO
ÁNGEL

Personaje “B”: 

VENDEDOR DE ESPIRALES

Personajes “C”: 

SECRETARIA 1
SECRETARIA 2
SECRETARIO



ESCENARIO:

Decorado: Sala de Espera

a) Dos puertas: una en lateral izquierdo con un cartelito dibujado que dice: “El Baño”; la otra en lateral derecho con un cartelito dibujado que dice: “El Hall para Entrega de los Numeritos”. (En el centro del decorado hay una puerta dibujada con un cartelito también dibujado que dice: “El”.)
b) Sillas y sillones.
c) Varios ceniceros de pie ubicados en proscenio.
d) Revistero con revistas y diarios en diversos idiomas.
e) Reloj enorme colgante que al comenzar la representación indica las 11,35 horas y al concluir las 16 horas.



Consideraciones sobre los personajes:

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: Con uniforme de la primera guerra mundial. Flaquito. 45 años.
PELIRROJA: Pelirroja. Mucho busto. 40 años.
NIÑO: Moreno. Lindo. 9 años.
NIÑA: Rubiecita. 8 años.
DIPLOMÁTICO: Alto. Elegante. Canoso. Fuma en pipa. Portafolios negro. 50 años.
JESUITA: Sotana acorde. 40 años.
RABINO: Barba acorde. 40 años.
HIPPIE: Cabellera larguísima. Barba rala. Ojotas. Bajo. 20 años.
HIPPIE EMBARAZADA: Bella. Rulos. Anillos y collares. 18 años.
LA SIN PIERNAS: No tiene piernas. Cabellera que le llega al suelo. Se traslada en una plataforma con rueditas. 30 años.
MANDRAKE, EL MAGO: Como Mandrake, el mago.
RUBIA: Platinada. Hermosa. Usa pantalones. 40 años.
LITERATA: Se pone y se saca los anteojos. 50 años.
SENCILLA: Cabello corto. Usa pantalones. 35 años.
ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: Rutilante. Cinturita. Alta. 15 años.
GÁNSTER VOLUMINOSO: Corpulento. Bigotes. Anteojos oscuros. Traje cruzado a rayas. Sombrero. Zapatos amarillos. 45 años.
JOVEN “PATO-VICA”: Bajo. “Físico-Culturista”. Remera. Pantalón ajustadísimo. Sandalias. Carterita. Muñequera. Anillo en el índice. No fuma. 25 años.
VIEJITO: Esmirriado. Barba blanca que le llega a las rodillas. Cabellera blanca muy larga. Anteojos de muchísimo aumento. 90 años.
ÁNGEL: Todo de blanco. Alas y maletín blanco. Anteojos con el marco y los vidrios blancos. Mechón blanco en la cabellera castaña. No fuma. 40 años.
VENDEDOR DE ESPIRALES: Simpático. 25 años.
SECRETARIAS 1 y 2: Muy altas. Sutil uniforme. Atractivas. 20 años.
SECRETARIO: Muy alto. De frac. Buen mozo. 35 años.



INDICACIONES Y SALVEDADES:

a) Los personajes “A” —excepto el VIEJITO— desde que son advertidos por el espectador permanecen con un papelito de un mismo color con un número impreso, en la mano o más o menos a la vista —un ojal, un anillo, sobre la oreja, un cierre relámpago—.
b) Cuando en el texto esté indicado que entran o salen deberá entenderse que lo hacen por puerta de lateral derecho.

c) Muchos personajes fuman. Vuelcan las cenizas y apagan los cigarrillos en los únicos ceniceros existentes en el ámbito; absolutamente ningún personaje intenta aproximar a sí alguno de dichos ceniceros.
d) Deberá entenderse que, aquí y allá, a lo largo del transcurso, personajes “A” no especificados en el texto, mantienen entre sí diálogos áfonos; que otras charlas, o pedidos de fuego, o incidencias no detalladas, ocurren simultáneamente a las instancias descriptas, y que de esos otros diálogos pueden oírse algunas risas ocasionales.
e) En rigor, muchas “instancias” son trozos, tramos, trechos, porciones de una totalidad no descripta; las hay ya iniciadas y las hay truncas.
f) El texto de la instancia XXI ha sido extraído del libro de W. R. Bion, Experiencias en Grupo (Editorial Paidós, 1974, pág. 47).
g) Los textos de las instancias XXII y XXV han sido extraídos del libro de Ronald D. Laing, Nudos (Editorial Sudamericana, 1973, págs. 21 y 25).
h) Decidida en el texto la división en “instancias” y su numeración, es cierto que algunas de esas numeradas instancias, en realidad, son la segunda parte, la continuación de una instancia anterior.



Se abre el telón. Luz en resistencia que aumenta. El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL y la PELIRROJA están sentados, no inmediatamente al lado el uno de la otra. En proscenio, el NIÑO recorta fotos de una revista picaresca con una tijerita.

I


SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL — PELIRROJA.


SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (a la PELIRROJA, quien se hace la indiferente): “¡Quién fuera teniente coronel!”, suspiraba un teniente coronel. (Pausa.) “Si yo tuviera un batallón”, suspiro yo. “Aquel que conoce el origen de las cosas, conoce también su disolución”: Buda. (Pausa.) “Tal vez la comprometo. ¿Es por eso?” Alguien nos mira. “¿Alguien nos mira? Dígamelo, se lo suplico”, quejumbroso. (Pausa.) “Hoy tengo salida”, comunico. (Pausa.) “El laberinto es un espacio sin tiempo.” Mío no es. “¡Oh, mi muy y tanto más!...” (Pausa.) “Los sonidos acortan el tiempo. Los silencios lo alargan...”, sentenció J. A. M. Merloo, en fin. (Pausa.) “¿Es por el uniforme?... ¿Usted cree que soy sólo el uniforme?”, dudo. “¿Qué pretendo, estar bien?, si hoy es domingo.” Eso fue ayer: y estaba acuartelado. “La vida es juego y es lucha. Si el juego te aburre y la lucha te cansa, estás perdido.” Está todo perdido. No y no. “Es mejor escarmentar en cabeza ajena.” Está todo. (Deja de dirigirse a la PELIRROJA.) “Una charla entre yo solo, conmigo”, recapacito. “El la necesitaba a ella para seguir ignorándose”, me distancio. (Pausa.) “Su nombre es la marca de unas mercaderías acaparadas para nadie”, temo, o mejor: prefiero. “Sólo se tienen buenas razones para cometer atrocidades”: mío. “¿A la crueldad?... Eterna mujer... Lo siento: no tengo verdaderamente ninguna propensión avisorable.” ¡Mirá qué estilo! Soy más bueno que el pan.


II



NIÑO — SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL — PELIRROJA.



El NIÑO, ajeno a su derredor, comienza a canturrear. Progresivamente lo hará con mayor vigor. El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL y la PELIRROJA lo observan, inmóviles.

NIÑO: “No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te bese,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te hurgue,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te incite,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te restañe,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te hostigue,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te alimente,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te robe,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te escamotee,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te vitoree,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te trepe,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te disemine,
No quiero dejar, por fin, de pronunciar el silencio cuando impunemente te abandone!”


Pausa.



III



SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL — PELIRROJA.



SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: “Por uno solo conozco a los demás”: mi amigo Virgilio. “A resultados grandes por vías estrechas”, pobre de mí, pobre de muy pobre de mí. Una tras otra. “¡Oh, triste tonto!” “El Bien es a veces molesto”: Kafka. “El Diablo es puro (Se dirige a la PELIRROJA.) porque sólo quiere el Mal”: Maritain. “Yo no soy sino por ellos, que no son nada si no lo son por mí”: Jean Genet. “La muerte corre el peligro de ser el conocimiento de mi vergüenza”: Jean Genet. “El amor es desesperación”: Jean Genet. (Deja de dirigirse a la PELIRROJA.) Inconmovible. Tan inconmovible que estoy.




IV



SECRETARIA 1 — NIÑA — NIÑO — PELIRROJA — SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL — DIPLOMÁTICO.



Entra la SECRETARIA 1 acompañando a la NIÑA.

SECRETARIA 1: “Por acá”, dicen que diga.

NIÑA: “Muchas gracias”, corresponde.

La SECRETARIA 1 sale. La NIÑA queda de pie mirando al NIÑO, quien no advierte su ingreso. El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL y la PELIRROJA observan al NIÑO y a la NIÑA. La NIÑA con timidez se adelanta en dirección al NIÑO, quien sigue ensimismado. La PELIRROJA mira al SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, sin advertir éste, que es mirado. La PELIRROJA se sienta más cerca del SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL. Por puerta de lateral izquierdo entra el DIPLOMÁTICO, quien observa a todos detenidamente, los que, excepto el NIÑO, a su vez, lo observan. El DIPLOMÁTICO se sienta entre el SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL y la PELIRROJA. Pausa.



V


PELIRROJA — DIPLOMÁTICO — SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.



PELIRROJA (al DIPLOMÁTICO): “¿Usted cree que es una fechoría, que se soporta?” Eso lo leí: un escritorzuelo.

DIPLOMÁTICO: Yo leí que... “no”. Y que mi país “se adscribe a la tensión”. Tensión, y no goce.

PELIRROJA: “Sí, pero ¿hasta cuándo? ¿Hasta dónde se puede? ¿Y usted sabe para qué?”, me acoso. Ya ve: me urjo.

DIPLOMÁTICO: “Traigo órdenes, señorita.” Eso supongo.

PELIRROJA: Pero no es muy efectivo. “Pronto habrá una escisión.” Usted dirá: “Estamos preparados”. Pero no debidamente preparados.

DIPLOMÁTICO: ¿Vio cuando no puede hacer nada porque le pasa todo?...: la parálisis. Usted me diría: “Está mintiendo. Lo descubro en su cara, está escrito en su frente”.

PELIRROJA: Hay países amigos.

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: ¿Y quién lo dice?

PELIRROJA: ¡Oh!...



Pausa.



SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: ¿Y quién lo dice?

DIPLOMÁTICO: Lo leí.



VI



NIÑO — NIÑA.



La NIÑA se ubica al lado del NIÑO. El NIÑO la advierte, le sonríe. (Se iniciarán entre los niños jugueteos eróticos con extremadísima paulatinidad. El NIÑO es el activo, al principio, en esos jugueteos.) (A partir de esta instancia, las indicaciones que involucren a todos, exceptuarán a los niños.)



VII



SECRETARIA 2 — JESUITA — RABINO — SECRETARIA 1 — HIPPIE — HIPPIE EMBARAZADA.



Entra la SECRETARIA 2 acompañando al JESUITA.

SECRETARIA 2: Dicen que diga: “Tome asiento”, dicen que diga.

JESUITA: Lo sabía. “Para mayor gloria de Dios.” “Voy con El.”

La SECRETARIA 2 sale. El JESUITA se sienta. Entra la SECRETARIA 2 acompañando al RABINO.

RABINO (al JESUITA): ¿Le pisé los talones?

JESUITA: No creo. Siéntese.

SECRETARIA 2: Eso mismo. No lo dije. Debiera.

El RABINO se sienta al lado del JESUITA. La SECRETARIA 2 sale, al tiempo que entra la SECRETARIA 1 acompañando al HIPPIE y a la HIPPIE EMBARAZADA.

SECRETARIA 1: “Por acá”, dicen que diga.

HIPPIE Y HIPPIE EMBARAZADA: Bien.

SECRETARIA 1: Gracias.

HIPPIE EMBARAZADA: “Haz bien y mira bien.”

El HIPPIE y la HIPPIE EMBARAZADA se sientan al tiempo que la SECRETARIA 1 sale.



VIII



RABINO — JESUITA.



RABINO: El sistema de esa muchacha no es escandaloso. Vino a verme. Yo observaba una jaula vacía. Me sentía otro que decía: “No sé a dónde ir”. Metí los dedos entre las rejas. Nadie me miraba. Lo que hacía no estaba mal.

JESUITA: ¿El sistema consiste?... El sistema de que me habla...

RABINO: ¿¡El sistema!?

JESUITA: Sí, claro.

RABINO: Perdón. Ella me cuenta que se queda fuera la más de las veces. Ella me cuenta que se queda fuera frente a ellos. Que no se perturba. Que les ve la hilacha. Que no se ve su hilacha. No le importa que todos los hombres quieran lo mismo: le molesta advertirlo; no la entretiene el juego. Se impide fascinarse. Siempre están “in fraganti” frente a ella.

JESUITA: ¿Y bajo algún efecto?...

RABINO: No sabe con qué ayudarse.

JESUITA: Y está desesperada.

RABINO: Me contó que ni siquiera está desesperada. Pero es evidente que lo está. Se seca.

JESUITA: Derivemelá. No la entretiene el... Así que no la entretiene el...

RABINO: No.

JESUITA: Ya sabe.

RABINO: ¿Cómo?

JESUITA: Y...



IX



SECRETARIO — LA SIN PIERNAS — PELIRROJA.



Se oye un campanazo al tiempo que entra el SECRETARIO acompañando a LA SIN PIERNAS.

SECRETARIO: Dicen que diga: “La llamaremos por el numerito”, dicen que diga.

LA SIN PIERNAS: Muy amable. “Ponte de rodillas y creerás”: Pascal. (Es trasladada hasta alguna ubicación entre dos asientos por el SECRETARIO, quien la empuja por los hombros.) Muy amable. “Un amigo es alguien con quien se complacería en cometer una fechoría”: Gide.

PELIRROJA (sobresaltada): ¡¿Fechoría?!...

SECRETARIO: Es mi trabajo. Y es poco. Faltaba más. Dispense.

El SECRETARIO va hacia la puerta en lateral derecho. Se detiene. Va hasta el revistero. Toma una revista. Se la alcanza a LA SIN PIERNAS.

LA SIN PIERNAS: Muy amable.

SECRETARIO: Dispense.

X



SECRETARIA 2 — MANDRAKE, EL MAGO.



El SECRETARIO sale al tiempo que entra la SECRETARIA 2 acompañando a MANDRAKE, EL MAGO.

SECRETARIA 2: Dicen que diga: “Tome asiento”, dicen que diga.

MANDRAKE, EL MAGO: Ah, muy bien. (Saca un papel de su galera.) Para usted sola. Sin nervios. (Sonríe.) Bueno, para que quede en administración. (Acaricia la mejilla de la Secretaria 2.) Beodosvaldo y Curdamparo. Buscados. (Le entrega el papel.) Son pareja.

SECRETARIA 2: “No se preocupe”, dicen que diga también. Y sobre todo: “Tome asiento”, dicen que sobre.

MANDRAKE, EL MAGO regocijándose con el nerviosismo de la SECRETARIA 2, amplía aún más su sonrisa cuando ésta se equivoca.

MADRAKE, EL MAGO: Mire que no tengo copia.

La SECRETARIA 2 sale. MANDRAKE, EL MAGO la mira irse. Observa detenidamente a todos los demás. Se sienta al lado de LA SIN PIERNAS.



XI



JESUITA — RABINO.



JESUITA: Monógamo.

RABINO: ¿Monógamo? ¿Qué? ¿Qué monógamo? ¿Cómo monógamo?

JESUITA: Monógamo.

RABINO: ¿Monógamo? ¿Seguro?

JESUITA: ¡Monógamo, monógamo!

RABINO: Pero...

JESUITA: ¡Le digo que es así!

RABINO: Es que...

JESUITA: ¡Sssssssstttch! ¡Monógamo!...

RABINO: Es que usted no quie...

JESUITA: ¡Dije monógamo y basta!

RABINO: Si yo le dijera...

JESUITA: ¿¡Pero por qué me contradice!? ¡Monógamo!

RABINO: Es que no se trata, en realidad, de...

JESUITA: ¡Qué intolerante!

RABINO: Pero una apertura... En los tiempos que corren...

JESUITA: ¿Usted me oye? ¿Qué dije?

RABINO: Triangular. Con número tres.

JESUITA: ¡Monógamo, histérico!

RABINO: Con respeto. No, nada de bigamia. Si usted no me deja hablar... Es otro criterio. Otro. Otro.

JESUITA: ¿Yo no dije monógamo?

RABINO: Dijo.

JESUITA: ¿Y entonces?

RABINO: Son pruebas. El criterio de triangularidad.

JESUITA: ¿Triangularidad? ¿Qué? ¿Qué triangularidad? ¿Cómo triangularidad?



XII



(LA SIN PIERNAS — NIÑO — NIÑA.)

MANDRAKE, EL MAGO — PELIRROJA.



LA SIN PIERNAS se traslada hasta un cenicero y arroja el cigarrillo. MANDRAKE, EL MAGO se sienta al lado de la PELIRROJA. LA SIN PIERNAS da un par de vueltitas alrededor de los niños, observándolos con gran curiosidad. Sin abandonar la revista sale por puerta de lateral izquierdo.

MANDRAKE, EL MAGO: Disculpe, señorita... ¿Usted sabe qué revelarse es con “ve” corta?...

PELIRROJA: Eeeehhh... ¿Con “ve” corta?... Eeeehhh... Es... Es ese revelarse que no es labial, con “ve” de víbora; si usted dice “bíbora” con “be” larga, sería una víbora buena... y mansa... y maternal: una “bíbora” con “be” de buena.

MANDRAKE, EL MAGO: ¿Pero las víboras no son maternales?... No son maternales con nosotros, que no somos sus hijos, pero habrán de ser maternales con sus hijos.

PELIRROJA: Eeeehhh... Y son víboras con “ve” corta con nosotros. (Pausa.) Eeeeeehhhhh... ¿Usted tiene predilección por los ofidios?...



XIII



SECRETARIA 1 — RUBIA — LITERATA — SENCILLA.



Entra la SECRETARIA 1 acompañando a la RUBIA, la LITERATA y la SENCILLA.

SECRETARIA 1: “Por acá”, dicen que diga.

La RUBIA se sienta próxima al DIPLOMÁTICO. La LITERATA y la SENCILLA se ubican una al lado de la otra. La SECRETARIA 1 dado que ninguna de las tres le agradece, ni siquiera gestualmente, las mira desconcertada. La SECRETARIA 1 sale.

LITERATA (con papeles sobre su falda): ¿Mi obra?

SENCILLA: Sí.

LITERATA: ¿Mi obra literaria? Ooohhh... Es muy vasta.

SENCILLA: ¿Narrativa?

LITERATA: Sí... Ooohhh...: cuentos, unas pocas novelas, algún ensayo, conferencias, poesía maldita, poesía y teatro. Básicamente. ¿Pero usted me conoce?... Un guión para cine... en fin... chistes, fotonovelas...

SENCILLA: ¿Esas son bases, no? ¿Municipal?...

LITERATA: ¿Eh? Ah, sí. Ya tengo escritos unos cuantos. Puedo participar.

SENCILLA: ¿En qué?...

LITERATA: Inédito. Teatrofiado.

SENCILLA: ¿Qué unos cuantos?

LITERATA: Títulos, mi querida. A ver si le suenan: “Banquete necrofílico y el menú es papá”; otro: “Al salir le estiro la mano para saludarlo, me da un beso”. Sí, largo. Ooohhh... Pienso en una tetralogía...

SENCILLA: ¡Hhhumm!

LITERATA: “No hay mejor ciego que el que no quiere ver”; “Soñar cuesta”. Otro: “Siempre se necesita alguien que perdone”; “Caracteristericona”; y otro: “Lo bueno sí es breve”.

SENCILLA: Brillante.

LITERATA: ¿En serio?

SENCILLA: ¡Brillante!

LITERATA: ¿En serio?

SENCILLA: ¡Pero sí!... Hace mucho que no oigo piezas tan ingeniosas. Son humorísticas, patéticas... Yo no sé cómo se puede...

LITERATA: Sí, algunos se admiran.

SENCILLA: Alegórica. Le dirán que es un venero inagotable.

LITERATA: Ooohhh...

SENCILLA: A mi esposo le va a encantar cuando le cuente que la conocí. A él le hubiese gustado conocerla. Se lo pierde por no acompañarme. Nosotros somos gente sencilla: lectores, espectadores... No alternamos con artistas.



XIV



SECRETARIO — ADOLESCENTE VOLUPTUOSA.



Se oye un campanazo al tiempo que entra el SECRETARIO acompañando a la ADOLESCENTE VOLUPTUOSA.

ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: ¡Bueno, gracias!...

SECRETARIO: Dicen que diga: “La llamaremos por el numerito”, dicen que diga.

ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: ¡Bueno, gracias!...

La ADOLESCENTE VOLUPTUOSA queda mirando al SECRETARIO, quien —no instantáneamente— hace ademán indicando que puede sentarse. La ADOLESCENTE VOLUPTUOSA se sobresalta, sonríe y obedece. El SECRETARIO la mira hasta que se sienta. El SECRETARIO sale.



XV



RUBIA — DIPLOMÁTICO.



RUBIA: Hoy me cuesta vivir. Es que nada es claro ni suficiente. Yo la oigo a mi hermanita, que todo lo cuestiona; pero ella cuestiona y combate, es distinto. Yo cuestiono para adentro, soplo para adentro; no chupo ni mastico.

El DIPLOMÁTICO la escucha con atención.

Quisiera que me abolieran. Pero no crea que siempre. (Pausa.) No crea que no lo tomo en cuenta. Es que cuando una está así... El sinsentido no da resuello. Una cree que, en realidad, nada tiene sentido nunca. ¡Somos tan provisorios!... ¿No le parece?

El DIPLOMÁTICO hace un gesto ambiguo.

Mire: yo me desespero esperando; me abarroto. No siempre tocan la tecla que me suena. Siento temor. Y envidia. Una profunda envidia. (Pausa.)

DIPLOMÁTICO: ¿Y tiene más hermanas?

RUBIA: Ataca los claros. Dice lo que piensa. ¡Ahhh, mis otras hermanas posibles! Sí, tengo más hermanas. Hay que precaverse. Recién lo conozco.

DIPLOMÁTICO: Señora, soy un diplomático.



XVI
SECRETARIA 2 — GÁNSTER VOLUMINOSO — JOVEN “PATO-VICA”.



Entra la SECRETARIA 2 acompañando al GÁNSTER VOLUMINOSO y al JOVEN “PATO-VICA”, quienes entran conversando.

SECRETARIA 2: Dicen que diga: “Tomen asiento”, dicen que diga.

GÁNSTER VOLUMINOSO (al JOVEN “PATO-VICA”): Eso de andar celoso de los maridos es un mal asunto. No me embarco. Las mujeres al final...

JOVEN “PATO-VICA” (a la SECRETARIA 2): Está bien, no se moleste.

El GÁNSTER VOLUMINOSO y el JOVEN “PATO-VICA” sin dejar de hablar van a sentarse. La SECRETARIA 2 sale.

GÁNSTER VOLUMINOSO: Las mujeres al final se quedan con sus recuerdos. Inclusive con el de uno.

JOVEN “PATO-VICA”: Creo que soy muy susceptible.

GÁNSTER VOLUMINOSO: Inclusive. Y mirá que de esto sé un rato largo. Se procuran metas imposibles. El orden no hace la felicidad. Ni el orden ni el progreso hacen la felicidad. ¡Las mujeres!... Hay que convencerse.

JOVEN “PATO-VICA”: Me opongo a ese sentimiento. Pero no tengo alcance conmigo. Me hace desdichado. Yo no sería mi amigo.

GÁNSTER VOLUMINOSO: No sabés cuánto daría. Pero es necesario reconocerlo. Como dice el refrán: “Lo que no sé por dónde entró, no sé por dónde salió”.

JOVEN “PATO-VICA”: No me pregunte cómo lo hago. Uno nunca sabe estas cosas. O a mí me pasa: cuando trato de contarlas se desvirtúan, se deshacen. Desaparezco detrás de lo que cuento, y lo que cuento, imagínese, no se sostiene.

GÁNSTER VOLUMINOSO: Es una comedia obvia. ¡Ellas!... Cuando quieren de vos más el jodido. ¿Quién quiere actuar? ¿Vos querés actuar?... Y sin embargo, cualquier acto te representa. ¡Vivir, vivir!... ¡Después me vienen con vivir!... Con que vivir es atreverse, con que vivir es arriesgar... Todo el mundo. Con que vivir es averiguar de qué se trata.

JOVEN “PATO-VICA”: Y a mí me mataría ser reconocido. No salgo... no salgo... Pero no puedo evitar la lucha. Tampoco.

GÁNSTER VOLUMINOSO: Todo el mundo. “Tengo miedo del deseo que tengo de morir.” ¡Rumano loco, Ionesco! Por eso te prevengo: tomo una posición y la fortalezco.

JOVEN “PATO-VICA”: Es un camino muy largo, muy largo... Extenúa.

GÁNSTER VOLUMINOSO: ¡Entienden de asfixia, nada más! ¡Arbitrarias!

Todos miran al GÁNSTER VOLUMINOSO.

JOVEN “PATO-VICA” (con ademán): Baje la voz...



XVII



LA SIN PIERNAS — HIPPIE — HIPPIE EMBARAZADA.



Por puerta de lateral izquierdo entra LA SIN PIERNAS. Va hacia el HIPPIE y la HIPPIE EMBARAZADA. Les muestra algo de la revista.

Diálogo áfono.

HIPPIE EMBARAZADA: ... táctil ...

Diálogo áfono.

LA SIN PIERNAS: ... Dios proveerá ...

Diálogo áfono.

HIPPIE: ... jactancia ...

Diálogo áfono.

LA SIN PIERNAS: ... rudimentos ... cama camera ...

Diálogo áfono.

LA SIN PIERNAS: ... no obstante ...

Diálogo áfono.

HIPPIE EMBARAZADA: ... “El inconsciente es el cuerpo”: Lacan ...

Diálogo áfono.

LA SIN PIERNAS: ... el horario ...

Diálogo áfono.

HIPPIE: ... Todo depende de lo que uno haga con lo que se le haga a uno” ...

Diálogo áfono.

HIPPIE: ... la ilusión ... anónima ...

Diálogo áfono.



XVIII



VENDEDOR DE ESPIRALES — LOS DEMÁS.



Entra el VENDEDOR DE ESPIRALES con un bolso. Rápidamente entrega un espiral contra mosquitos a cada uno de los presentes, menos a MANDRAKE, EL MAGO y a LA SIN PIERNAS, quienes se niegan a recibirlo. El VENDEDOR DE ESPIRALES se ubica de espaldas a la puerta de lateral izquierdo, y con un espiral en una mano se dirige a todos.

VENDEDOR DE ESPIRALES: Damas y caballeros: Siento interferir por un lapso, finalmente, corto, a los efectos de presentar a vuestra distinguida consideración, directamente del importador al usuario, aquello que tenéis a bien evaluar en este instante, y del que sólo por discreción me permito no resaltar sus fines últimos, la índole de su conveniencia, puesto que es ya extendidamente sabido cuánto no irrita ni perturba, y que en términos de eficacia es garantido, así como reconocido su prestigio en países del mundo que lo adoptaron sin reservas, y de lo cual hemos adquirido información merced a publicaciones nacionales e internacionales especializadas y a órganos en ininterrumpido contacto con un público inteligente que no desdeña, sino que por el contrario, procura esa información pertinente y respetuosa en lo que hace a una cada vez mayor amplitud de miras en órdenes que nos atañen principalmente, y que hoy y ahora tengo la satisfacción de ofrecer a ustedes a la irrisoria suma de un dólar, o peseta, o franco suizo, o rupia, o florín, y que como si fuese poco, viene acompañado por otros nueve, y que a quien me lo solicite, cordialmente paso a entregar.

El VENDEDOR DE ESPIRALES —puesto que ninguno le compra— recoge los espirales diciendo al tomar cada espiral: “Gracias”, una vez, y “Muchas gracias”, otra. Ya guardados en el bolso todos los espirales, y de espaldas a la puerta de lateral derecho, vuelve a dirigirse a todos:

Agradezco a ustedes la atención dispensada y me retiro, no sin antes formular sensatamente la siguiente pregunta: “¿Es donde están y como están, donde realmente quieren estar como están?”

El VENDEDOR DE ESPIRALES queda observando la repercusión de su pregunta. Los demás se atisban, se miran.

El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL se incorpora a medias, y recupera su posición anterior.

LA SIN PIERNAS se traslada hacia una nueva ubicación. Enseguida hace otro tanto la ADOLESCENTE VOLUPTUOSA.

Cambia de sitio el JESUITA. Luego el RABINO.

Simultáneamente lo hacen el GÁNSTER VOLUMINOSO y el DIPLOMÁTICO.

(El VENDEDOR DE ESPIRALES inicia una sonrisa que ampliará con paulatinidad, y que no abandonará mientras permanezca.)

La RUBIA se incorpora; corrige algún detalle de su indumentaria; camina sin desatender la acción anterior; sale por puerta de lateral izquierdo.

El JOVEN “PATO-VICA” inicia una acción de traslado, y sin que la haya concluido, MANDRAKE, EL MAGO inicia otra.

El HIPPIE y la HIPPIE EMBARAZADA cambian entre sí sus lugares.

(Algunos personajes cambian no sólo de lugar físico, sino que, también, de actitud.)

El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL se dirige hacia la LITERATA y la SENCILLA, y se detiene frente a ellas. La SENCILLA se incorpora. El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL se sienta en el lugar abandonado por la SENCILLA. La SENCILLA se dirige primero hacia un sector, vacila, vacilando se dirige hacia otro, y se sienta.

La PELIRROJA inicia una acción de traslado, y sin que la haya concluido, inician un nuevo traslado, el JOVEN “PATO-VICA”, quien vuelve a sentarse en su primera ubicación, y la ADOLESCENTE VOLUPTUOSA.

La LITERATA inicia una acción de traslado al tiempo que entra la RUBIA por puerta de lateral izquierdo. El SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL se sienta en el sitio dejado por la LITERATA. La RUBIA se sienta en el sitio dejado por el SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.

(Debe entenderse que no son éstos los únicos traslados posibles, ni que la sucesión descripta sea inalterable. Inclusive podría optarse por algún otro desplazamiento, aun después de la desaparición del VENDEDOR DE ESPIRALES.)

El VENDEDOR DE ESPIRALES sale.



XIX



¿TODOS?



Simultáneamente se inician conversaciones áfonas. Al cabo de un lapso algunas conversaciones se interrumpen.



XX



RABINO — ADOLESCENTE VOLUPTUOSA.



RABINO: Llevaba una capa raída y sucia, de color que alguna vez fue blanco. Y un sombrero de ala ancha que, desde luego, alguna vez fue moda. Y era cortés en el trato, y cauto, y hasta delicado, tanto, como aquellos a los que algunas veces se los reconocía caballeros.

ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: ¡Bueno!...

RABINO: Sí, pero se ve que ya no era de este mundo; de este, que alguna vez fue mundo. Perdí con él más que un hermano. El me lo recordó. Sólo su rostro. ¡Su rostro!... Que alguna vez fue hermoso.

ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: ¡Bueno!...



XXI



SENCILLA — RUBIA — PELIRROJA — SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL — JOVEN “PATO-VICA” — DIPLOMÁTICO.



SENCILLA: La semana pasada pasé un momento desagradable. Estaba haciendo cola para entrar al cine cuando sentí una sensación tan rara como nunca. Realmente, pensé que me desmayaría o algo por el estilo.

RUBIA: Qué suerte tiene de haber ido al cine. Si yo pudiese ir al cine sentiría que no tengo de qué quejarme.

PELIRROJA: Sé lo que la señora quiere decir. Yo también me siento así, sólo que yo hubiese tenido que abandonar la cola.

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: ¿No probó inclinarse? Esto hace que la sangre vuelva a la cabeza. Creí entender que usted se sintió desmayar.

SENCILLA: No era desmayo, precisamente.

RUBIA: Siempre he pensado que el hacer ejercicio es muy bueno. No sé si esto será lo que quiere decir el señor.

PELIRROJA: Yo creo que hay que usar la fuerza de voluntad. Eso es lo que me preocupa; yo no tengo nada de voluntad.

JOVEN “PATO-VICA”: Me ocurrió algo similar la semana pasada, sólo que no estaba haciendo cola. Estaba sentado tranquilamente en mi casa cuando...

DIPLOMÁTICO: Tiene suerte de poder estar sentado en su casa, tranquilamente. Si yo pudiera hacerlo, consideraría que no tengo nada que me preocupe.

PELIRROJA: Yo puedo sentarme tranquilamente en casa, muy bien, pero lo que me preocupa es que nunca soy capaz de salir a ninguna parte. Si usted no se puede quedar en casa, ¿por qué no va al cine o algo así?...



XXII



HIPPIE EMBARAZADA — HIPPIE.



HIPPIE EMBARAZADA: Me molesta que estés molesto.

HIPPIE: No estoy molesto.

HIPPIE EMBARAZADA: Me molesta que no te moleste que yo esté molesta porque vos estás molesto.

HIPPIE: Y a mí me molesta que te moleste que no me moleste que te moleste que yo esté molesto, cuando no lo estoy.



Pausa.



HIPPIE EMBARAZADA: Me juzgás mal.

HIPPIE: No te juzgo mal.

HIPPIE EMBARAZADA: Me juzgás mal al pensar que me juzgás mal.



Pausa.



HIPPIE: Perdoname.

HIPPIE EMBARAZADA: No.

HIPPIE: Nunca te voy a perdonar que no me perdones.



XXIII



LA SIN PIERNAS — GÁNSTER VOLUMINOSO — JESUITA — MANDRAKE, EL MAGO — LOS DEMÁS — VIEJITO.



Diálogo áfono entre LA SIN PIERNAS, el GANG-STER VOLUMINOSO y el JESUITA. De pronto, muy sonrientes, hacen ademanes y gestos amplios hacia MANDRAKE, EL MAGO, quien sonriendo también, hace gestos de negación, hasta que se oye:

LA SIN PIERNAS: ¡Aunque sea uno, pero bueno!

GÁNSTER VOLUMINOSO: Todos son buenos. ¡Uno, don Mandrake!

LA SIN PIERNAS: ¡Sí, uno!

JESUITA: Aproveche la audiencia.

LA SIN PIERNAS: ¡Es volver a vivir!

GÁNSTER VOLUMINOSO: ¿Qué, es un problema de cachet?

MANDRAKE, EL MAGO: No, por favor.

JESUITA: ¡El que usted quiera!

LA SIN PIERNAS: Seguro que a toda esta gente le gustaría.

GÁNSTER VOLUMINOSO: ¡Déle, anímese!

LA SIN PIERNAS: ¡Sí!

MANDRAKE, EL MAGO: No sé si hay quórum...

GÁNSTER VOLUMINOSO: ¡Eeeehh!, si no va a haber quórum para usted...

JESUITA: ¿Qué dice, señor Mandrake?

LA SIN PIERNAS: Sí, cómo no va a haber. Ya va a ver...

MANDRAKE, EL MAGO: Voy a probar uno, en todo caso.

LA SIN PIERNAS: Sí, Mandrake, lo que prefiera.

JESUITA: Imagínese, para nosotros...

LA SIN PIERNAS: Es para verlo en acción.

GÁNSTER VOLUMINOSO: Espere, no se preocupe... (Se acerca a los demás.) El señor Mandrake, el mago, nos va a hacer... (Dirigiéndose al JESUITA.) Mejor usted, padre.

JESUITA: El señor Mandrake, el mago, a nuestra solicitud, accede a hacernos uno de sus maravillosos trucos; y... bueno, descontamos la unanimidad...

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: ¡Sí, por supuesto, muy agradecidos!

ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: ¡Bueno!...

SENCILLA: ¡Ay, sí, muy bien!

LITERATA: ¡Fantástico!...

DIPLOMÁTICO: El es también un diplomático. A su manera.

RUBIA: No sabía que él era...

SENCILLA: ¡Y mi marido se lo pierde!...

MANDRAKE, EL MAGO se incorpora y apresta. Gran expectativa.

MANDRAKE, EL MAGO: Bien, para esta prueba necesito de ustedes que no hablen ni respiren. Vamos a parir. Que no pestañeen ni se miren. (Se saca la galera, se concentra, hace pases mágicos.) “¡El corazón del cuerpo de afuera y el corazón del cuerpo de adentro!” (De golpe disminuye la luz, hasta penumbra.)

LOS DEMÁS: ¡Ooooohhhhh!... (Vuelve la luz.)

MANDRAKE, EL MAGO (con ademanes): “¡No una flor con pétalos de flor: una flor con pétalos de flores!” (De golpe disminuye la luz, hasta penumbra.)

LOS DEMÁS: ¡Ooooohhhhh!...

MANDRAKE, EL MAGO (con ampulosidad): “¡Restos diurnos!”

Oscuridad total. Pausa. Se ilumina como hasta antes de decrecer. En lateral derecho hay un nuevo personaje: el VIEJITO. Pausa. Todos miran al VIEJITO y se miran entre sí.

MANDRAKE, EL MAGO: ¿Para qué pedí silencio?

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: ¡Muy bien!...

JOVEN “PATO-VICA”: Tengo una curiosidad...

GÁNSTER VOLUMINOSO: Sin abusar.

LITERATA (a MANDRAKE, EL MAGO): Después quisiera hablar con usted.

ADOLESCENTE VOLUPTUOSA: ¡Bueno!...

HIPPIE EMBARAZADA (al HIPPIE): ¿Viste?

SENCILLA: ¡Qué moderno!

RUBIA: ¿Uno solo?

HIPPIE (a la HIPPIE EMBARAZADA): Vi.

LA SIN PIERNAS (a la RUBIA): Sí.

MANDRAKE, EL MAGO: Me voy a sentar.

JOVEN “PATO-VICA”: Señor...

MANDRAKE, EL MAGO: Total...

JOVEN “PATO-VICA”: Mandrake...

PELIRROJA: Lo felicito.

RUBIA: Lo felicito. Yo también.

DIPLOMÁTICO (a la RUBIA): ¿Y ese viejito?...

SENCILLA: ¡Qué amor!

RUBIA: ¿Será?...

GÁNSTER VOLUMINOSO: ¡Y es el más famoso!

RABINO (al JESUITA): Estas cosas...

JESUITA (a MANDRAKE, EL MAGO): Sinceramente...

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (a MANDRAKE, EL MAGO): Sí, yo comparto.

El VIEJITO comienza a caminar. Tropieza con los pies de la PELIRROJA. Mira desde cerquísimo el rostro de la PELIRROJA. Mira a otros, aunque no en todos los casos el rostro, siempre aproximándose mucho. Los demás, en silencio, se hacen discretos gestos, algunos sonríen. El VIEJITO cesa su rastreo al encontrar un asiento desocupado. Se sienta. Pausa. Todos miran al VIEJITO, quien con parsimonia busca y rebusca en sus bolsillos, hasta extraer, por fin, un “numerito” como el de los demás. Se irá adormeciendo.



XXIV



¿TODOS?, EXCEPTO EL VIEJITO.



Simultáneamente se inician diálogos ya ocurridos a lo largo de la representación. Al cabo de un lapso algunas conversaciones se interrumpen, otras continúan áfonas. (Sólo prosigue fónicamente el diálogo que supuestamente iniciado en esta instancia, conforma el de la siguiente instancia XXV.)



XXV



HIPPIE — HIPPIE EMBARAZADA.



HIPPIE: Lo malo con vos es que me tenés envidia.

HIPPIE EMBARAZADA: Lo malo con vos es que pienses eso.



Pausa.



HIPPIE: Nunca reconocés mis méritos. No podés soportar la idea de admitirlos.

HIPPIE EMBARAZADA: En eso te equivocás. No podés soportar la idea de que no me importen.



Pausa.



HIPPIE: Además, no podés dejar de proyectar. La frígida sos vos.

HIPPIE EMBARAZADA: No lo era cuando te conocí. (Pausa.) Al menos podemos ser amigos.

HIPPIE: Desde luego. En ningún momento he dejado de ser amigo tuyo.



XXVI



LITERATA — MANDRAKE, EL MAGO.



LITERATA: ¿Duele?

MANDRAKE, EL MAGO: ¿Si duele?

LITERATA: Sí. Debe doler.

MANDRAKE, EL MAGO: No es tanto el dolor, sino que sangra.

LITERATA: Pero impresiona.

MANDRAKE, EL MAGO: Desde luego. Si uno es impresionable...

LITERATA: Yo pensé que...

MANDRAKE, EL MAGO: Y en el momento duele un poco; pero es un dolor sonoro, porque uno siente que le abren la cabeza.

LITERATA: ¿Y ellos se salpican?

MANDRAKE, EL MAGO: Y, sí. Imagínese. Ahora, que, cicatriza rápido.

LITERATA: A usted le quedó muy bien.

MANDRAKE, EL MAGO: Me quedó lo mejor que se puede. Y le aseguro que me era imprescindible.

LITERATA: ¿Por su trabajo?

MANDRAKE, EL MAGO: Y... las presentaciones... Es una técnica relativamente nueva.

LITERATA: ¡Perfecto le quedó!

MANDRAKE, EL MAGO: Mejor si tomara sol.

LITERATA: ¿No toma?



XXVII



SECRETARIO — ÁNGEL — LOS DEMÁS.



Siendo las 15,30 horas se oye un campanazo al tiempo que entra el SECRETARIO acompañando al ÁNGEL —sin los anteojos puestos—.

SECRETARIO: Dicen que diga: “Lo llamaremos por el numerito”, dicen que diga.

ÁNGEL: ¿Toda esta gente?

SECRETARIO: Toda. Dispense. (Dirigiéndose a los demás.) “¿Es donde están y como están donde realmente quieren estar como están?...”

El SECRETARIO sale. El ÁNGEL se encamina hacia los niños abriendo su maletín blanco y sacando de allí una gran sábana blanca con la que los cubre, al tiempo que los demás —excepto el VIEJITO— abandonan rápidamente sus lugares y ocupan otros. El HIPPIE y la HIPPIE EMBARAZADA cambian entre sí sus lugares. La SENCILLA se incorpora y va hacia un asiento desocupado que la RUBIA ocupa antes. Vuelve hacia el asiento que acaba de dejar, pero la ADOLESCENTE VOLUPTUOSA lo ocupa antes. Queda de pie. El ÁNGEL se sienta y se coloca los anteojos. Es observado disimuladamente por los demás. La ADOLESCENTE VOLUPTUOSA y la RUBIA se incorporan, caminan hacia la puerta de lateral izquierdo, salen. La SENCILLA se sienta en el sitio dejado por la RUBIA.



XXVIII



SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL — PELIRROJA.



SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (a la PELIRROJA, que se hace la indiferente): ¿Lo que a usted le molesta es el humanismo de los humanistas, verdad?... “¿El uniforme complica mis intenciones?”, dígamelo. No me sorprendería, no es la primera vez. “Deme una chance, sea buena”, esbozo. Con qué ansias me lustraría estas pesadas botas... (Pausa.) “Asentado sobre mi sombra su pie desposeído.” Por ahí no va. “El amor es un problema de hormonas”: M. Bunge. No y no. Todo infructuoso. Hay algo en mí que... Creí que antes, usted... ¿Recuerda?... Porque de pronto, fue un segundo... Mire, le juro... Ya sé: no se debe jurar. Preferiría que no lamente el haberme conocido. Ayer estuve acuartelado. (Pausa.) No y no. (Deja de dirigirse a la PELIRROJA.) No tengo más. “No te des por vencido...” No tengo más. No sé qué es lo que no sé, ni sé qué es lo que no entiendo. Desvencijado. Des... cuajeringado. Quejoso. No y no. Y no y sin embargo, sí. (Se dirige a la PELIRROJA.) Yo le cedería la pared. La protegería. A mi lado estaría libre y resguardada. Nada de pegoteo. Yo, no. Usted como usted. (Pausa.) ¿Cómo es ahora?... ¿Cómo?... Ahora... ¡Siento por usted tanta propensión! Puedo... (La PELIRROJA evidencia interés por el SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.) Disculpe. Es que estas horas cerca suyo... Compartiendo. Mire, no lo tome a mal... Su perfume... ¡Qué bien casados su perfume y usted!... ¿Tiene nombre?... Me gustaría saber su nombre. Aunque no me permita nombrarla. En voz alta. Señora o señorita. Sólo para mí.

PELIRROJA: Graciela.

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: Graciela.

PELIRROJA: ¿Y usted?

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: ¿Yo?... ¿¡Usted me pregunta!?

PELIRROJA: ¿Cómo se llama? ¿Tiene nombre? ¿Cómo se dejaría llamar por mí?

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: Guido.



XXIX



ÁNGEL — DIPLOMÁTICO — JESUITA — ADOLESCENTE VOLUPTUOSA — RUBIA — LA SIN PIERNAS — SENCILLA — HIPPIE — HIPPIE EMBARAZADA — JOVEN “PATO-VICA”.



El ÁNGEL se incorpora. Vuelve a sentarse. Se estremece. El DIPLOMÁTICO tose. El JESUITA se masajea una pierna. Por puerta de lateral izquierdo entran la ADOLESCENTE VOLUPTUOSA y la RUBIA. Se sientan una al lado de la otra. LA SIN PIERNAS quema la hoja de un diario con el cigarrillo. La SENCILLA se come las uñas. El HIPPIE y la HIPPIE EMBARAZADA miran él hacia un lado, ella hacia el otro. El DIPLOMÁTICO se suena la nariz. El JOVEN “PATO-VICA” se aprieta las sienes con las manos.



XXX



RABINO — JOVEN “PATO-VICA”.



RABINO: Llevaba una capa raída y sucia, de color que alguna vez fue blanco. Y un sombrero de ala ancha, que, desde luego, alguna vez fue moda. Y era cortés en el trato, y cauto, y hasta delicado, tanto, como aquellos a los que algunas veces se los reconocía caballeros.

JOVEN “PATO-VICA”: Creo que soy muy susceptible.

RABINO: Sí, pero se ve que ya no era de este mundo; de este, que alguna vez fue mundo. Perdí con él más que un hermano. El me lo recordó. Sólo su rostro. ¡Su rostro!... Que alguna vez fue hermoso.

JOVEN “PATO-VICA”: Es un camino muy largo, muy largo... Extenúa.



XXXI



SECRETARIO — SECRETARIA 1 — SECRETARIA 2 — LOS DEMÁS.



Se oye un campanazo al tiempo que entran el SECRETARIO, la SECRETARIA 1 y la SECRETARIA 2. La SECRETARIA 1 trae un pincho de escritorio. La SECRETARIA 2 toma por orden de ingreso a la sala de espera, cada uno de los “numeritos” y los clava en el pincho que sostiene la SECRETARIA 1. El SECRETARIO observa los ceniceros, el revistero, etc. Toma de las manos de LA SIN PIERNAS el diario, y lo coloca en el revistero. Toma de las manos del JESUITA una revista, y la coloca en el revistero. El ÁNGEL se aproxima al SECRETARIO y le habla al oído, haciendo gestos de desagrado. Los demás, excepto el VIEJITO que continúa dormido, se incorporan y salen. Entre los últimos en hacerlo, están MANDRAKE, EL MAGO, LA SIN PIERNAS, la PELIRROJA, el SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, y el ÁNGEL, quien camina sin dejar de hablarle al oído al SECRETARIO, imperturbable, el que sale también.

SOLDADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (hacia los niños debajo de la gran sábana): “¡Las comas también se cantan!”: ¡Goyeneche!

Las SECRETARIAS 1 y 2 apagan luces y salen. Un haz de luz ilumina al VIEJITO dormido y a los niños moviéndose debajo de la gran sábana. Luz en resistencia que decrece. Telón.