viernes, 25 de julio de 2014

Ascensión Reyes-Chile, comentario libro-Literarte soporte papel/Julio de 2014

LA CASA DE ASTERION

DE JORGE LUUIS BÓRGES – ARGENTINO

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, nació en Buenos Aires un 24 de agosto de 1899  y falleció Ginebra el 14 de junio de 1986. Fue un prolífico escritor, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, es fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y además, ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende a cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
            Estamos ante un interesante relato en la genial pluma de Borges, basado en la historia del Minotauro y su reclusión en el Laberinto. Es la historia de Ariadna y Teseo.
Para poder encontrar la interpretación cercana a lo que su autor pretendió, es necesario adentrarse en la mitología griega y entender las proyecciones de esta obra en la vida del escritor, quien contó desde temprana edad con un gran bagaje intelectual. El fue un gran estudioso de los clásicos, a quien su padre había interesado a temprana edad.
            Comienza haciendo una referencia a Apolodoro, un griego que hizo un compendio sobre la mitología griega, señalando además los capítulos en referencia.
            Aparentemente es un cuento fantástico relacionado con la historia del Minotauro. Al escarbar en su contenido descubrimos al escritor mismo, un trasfondo que descubre al hombre que está detrás del escritor. En cierta forma una justificación de sí mismo, en ese pedestal diferente, casi divino, en que él siempre se colocó, diferenciándose del resto de los humanos.
            Empieza aseverando las acusaciones de las cuales es objeto, conciente de ellas, las acepta como algo propio. Incluso piensa en una venganza. Habla de su yo interno, donde no guarda sentimientos, no hay un solo mueble en la casa...refiriéndose a ellos. Él es un prisionero de sí mismo, su madre fue reina, por lo tanto él no se puede confundir con el vulgo. Al comienzo, una frase da la pista principal a la historia, dice: Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión. Por lo tanto, él es sin duda Asterión, es único y no le interesa lo que otros hombres puedan transmitir, por su parte considera que el arte de la escritura no es una forma de comunicación, sino más bien un arte en sí. El está más allá del significado de las palabras, por ello a veces su tiempo de crear es largo.
            No le faltan distracciones, pues su espíritu porfiado como un carnero, corre por las galerías de su propio laberinto mental, jugando permanentemente solo, incluso hasta dañarse. Es un solitario que sólo vive consigo mismo, a veces sufriendo, gozando, otras imaginando vidas similares a la suya...El de otro Asterión, igual a él, a quien invita a conocer su propio laberinto.
            Habla de cisterna, de aljibes. Ambos términos corresponden a surtidores de agua. Agua es un elemento que limpia, que refresca, que purifica. Asterión lo necesita.
            Para el autor, este juego mental ha determinado toda su vida. Y siempre está allí, ese laberinto donde no se encuentran cosas simples, los pesebres (La casa modesta de un rey), abrevaderos (El lugar donde los seres comunes y corrientes o los animales, sacian su sed), patios (Sitios de recreo) y aljibes (Fuentes de redención) Y son catorce, como lo son en número los sacrificios que el Minotauro exige, para calmar su infinito poder. Sin embargo, Asterión, tan importante como el sol, su mente (casa) ha creado tanto, que ha perdido la cuenta, no está dentro de los sacrificados.
            A continuación se refiere a nueve años. Puede referirse a novena, número mítico del mundo cristiano que significa redención, tal vez perdón, refiriéndose a otros hombres, que igual caen en su laberinto ensangrentado. Ellos son sus detractores, que se destruyen sin su intervención.
            Sin embargo, uno de ellos le profetizó su fin, talvez  un doctor y ello le quitó el dolor de la soledad pues sabe que existe un ser que lo redimirá, aunque su concepción de él es diferente a la de los demás. Se lo imagina como un ser mítico y lo asocia al Minotauro o talvez podría ser igual a él mismo.
            La espada de bronce, el sol de la mañana y ni un vestigio de sangre. Él está enfermo, su fin está próximo
            La frase final.- ¿Lo creerás,  Ariadna?- Dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió... A Marta Mosquera Eastman.
            Es la duda sobre la existencia de un Dios omnipotente, al cual un hombre como Teseo lo eliminó, o es solamente una leyenda de su gran poder. Marta Mosquera, en este momento es Ariadna a quien el autor dedica esta reflexión, mediante un hilo que a lo mejor esta mujer le entregó al comenzar su relato, para no perderse en su propio laberinto. El hilo de la amistad, la simpatía o quizá una pequeña relación con algunas personas que lo rodearon.
            Un gran escritor, cuya vida de semidiós, lo convirtió en un solitario prisionero dentro de su propio laberinto, esperando el encuentro final con un Dios, del cual ni siquiera estaba seguro de su grandiosidad.

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