La hora de las gaviotas
Estaba empacando en mi habitación cuando sonó el teléfono.
Dijo que había llegado la hora.
Aquél otoño me encontró extrañamente caminando por la orilla del mar. Era
un amanecer destemplado, donde el viento soplaba por momentos con intensidad,
dándole un tinte aún más gris a ese día melancólico.
Mis pies descalzos se hundían con dificultad en una arena húmeda y
compacta, dejando atrás las huellas uniformes. Quién hubiera querido seguirlas
las encontraría con facilidad, más estaba sola en medio de ese paisaje. Por
primera vez, y pensé: " En el amor, como agua de mar, te has desatado
". No tenía retorno, deseaba volver de mi desvelo, aunque lo único que
volvía era su imagen, sin poder detenerla.
Cuando sorpresivamente escuché sobre mi cabeza un aletear muy fuerte. Alcé
la vista y ví a dos gaviotas sobrevolando el lugar. Sus alas se rozaban
haciendo un juego amoroso, a la par que se alejaban. Hacia donde, pensé. Tal
vez en busca del nido cálido y seguro que las cobijara.
Me invadió una paz inesperada y respiré hondo.
Cuando volví a mi habitación empaqué mis cosas. Sonó el teléfono y dijo que
había llegado la hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario