viernes, 25 de julio de 2014

Ofelia Capodacqua-Argentina-Literarte soporte papel/Julio de 2014

Amor… amor

Amor… amor
juventud  insolente, avasalladora
niña dulce, bella
cual pétalo de rosa.

Corriendo bajo el sol de mayo
entre olivares y
viñedos deliciosos
llegaron a conocer una juventud feliz.

Caballero galante
mostrando su hidalgo lenguaje.
Bajo el cielo colmado de estrellas,
dos bellezas frescas. 

Corriendo hacia la aventura,
con soberano empuje,
signo de romance eterno,
pasión y amor audaz.

¡Qué maravilla!
                        Cuánta locura…





  Mi hombre

En la orilla de Buenos Aires,
ha nacido este varón,
provinciano de alma,
porteño de corazón.

Creció entre las quintas del bajo
y la pelota de trapo,
en patio de malvones y claveles.

La luna cayendo sobre el empedrado
iluminó su alegría de niño,
como gatito corriendo en el tejado.

No usa ni poncho ni facón
y como funyi
es su frente alta y limpia.

Hombre de ley,
su política la verdad
y su lema la amistad,
como escudo de caballero.

Sólo así podía
ser amado y respetado,
mi hombre.



La casa bosteza

El armario está abierto
se oye la risa de una joven
por el placard asoma una camisa con puntilla.

La curiosidad hace que Agustina investigue todos los estantes.
Un oso de cebelina rojo que con un solo ojo la mira como diciendo: entrá y averiguá.
Hay un tapado muy pesado, una caja color celeste con un traje blanco y un puñado de rosas, una corbata plastón, unos guantes de encaje. ¡Oh, qué antiguos!
¿Y ese cofre?, cuántas cartas, fotos recortes, versos y un cuaderno donde la abuela contaba sus cosas luego de regresar del liceo o de alguna reunión, donde quizás le echó el ojo el abuelo. Más abajo, la cajonera donde muy cuidada y perfumada está la ropa íntima.
La casa bosteza en sus ventanas, las cortinas sacuden sus sueños perfumados de primavera.
Toman el té con la abuela. Agustina la mira pensando que también ella tenía secretos.




Los tapices

Abandonadas y olvidadas están sus
regiones, mesetas, llanuras y vertientes.
Sus hijos duermen,
su bondad y comprensión autóctonas en su sangre
yacen inertes.

Todo se secó,
sin savia quedaron sus raíces,
la máquina de producir cálculos
la aplastó, como eclipse de sol.

Aún hay esperanzas,
los felpudos se remiendan,
las alfombras se sacuden
y llegan a ser hermosos tapices.

Nuestras pampas olvidadas
que fueron desplazadas por la ambición y la codicia,
siguen inertes esperando el milagro del sembrado.

¡Aún hay esperanzas!
Se cubrirán de sembrados dorados
y  blancos rebaños.

Las chimeneas volverán
y se salvará la Patria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísimos tus textos Ofelia!!!

Cuánta nostalgia en ellos.

Besos Josefina