miércoles, 23 de junio de 2010

Lilia Elena Durand-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

Este río que llega
                       y se desviste
en la ranura del pensamiento
                       trae la voz del agua
que se abraza a la orilla
y  tan solo refleja
                      de los días
las horas que se han ido

Enmudecen los ruidos
y la lluvia
                moja la siesta
mientras
la soledad golpea
                 con cristales de invierno
impiadosa
y se hunde la risa en el silencio

Elisabet Cincotta-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

SE FUERON
 
 
se fueron los rojos
marchitaron las rosas
envejecieron los senos
suspiros sin verdes
atardeceres sin cielo
 
se fueron las manos
tras otras manos
otro cuerpo
buscaron
la eternidad en juventudes
desoyeron
el canto de los tiempos
fumigaron
lo perpetuo del amor
 
silencio
soledad
desazón
imperfecto transitar
 
rebelarse a la curvatura/ línea
trae de provecho angustia
 
mi mudez llora lloviznas
la suya ancla diluvios
 
el universo pregona desamores

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Junio de 2010

Historia urbana



Mi ciudad es Barcelona, Barcelona está coronada por montañas, y su base abierta le da la bienvenida al Mediterráneo. Pertenezco a ella desde 1928 y sigo presente en este corriente año 2010. He vivido huelgas, he vivido una guerra y visto sus nefastas  consecuencias. Se dice que los catalanes somos separatistas.
 Puede.
 Pero somos gente que ama su cultura y estamos orgullosos de nuestra ciudad. Hoy lamentablemente la delincuencia ha proliferado, está a la orden del día, pero suceden también pequeñas historias que enaltecen al ser humano.

Opinen:
El autobús de la línea 59 cuyo recorrida va desde la Pl. R. M. Cristiana hasta el Paseo Marítimo, tiene parada frente al Hospital Clinic. En dicha parada subió una señora que por su palidez y modo de llevar la cabeza cubierta con un pañuelo evidenciaba estar recibiendo tratamiento de quimioterapia. Tan solo  llevaba el bus  recorridos unos doscientos metros cuando dicha  señora ya comenzó a sufrir las molestias que ocasiona dicho tratamiento. Se sintió impotente para  contener las náuseas y compungida y más culposa se convirtió en una desagradable catarata de vómito. El conductor al percibir la situación, estacionó el coche en el primer lugar posible y dirigiéndose a la pasajera que estaba hecha un mar de lágrimas, acariciándola  con mucho respeto la consoló pidiéndole que se tranquilizara que allí no pasaba nada. Pidió a los pasajeros  que nos apeáramos. A continuación llamó una ambulancia que por suerte  no se hizo esperar y con un persistente aullar de sirenas de inmediato regresaron al Hospital con la pasajera enferma.  El chofer cerró las puertas del autobús, anunció en el parabrisas que el coche estaba fuera de servicio y puso rumbo a la Cochera entre calurosos aplausos del público allí presente.

Esta es una pequeña  historia de mi ciudad, historia humana de mi gente. 

Santiago Espel-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

Será presentado en la Bohemia de Literarte
el sábado 24 de Julio

Sentar cabeza

Va siendo tiempo de afincarse, digo,
de quedarse quieto en algún bendito lugar
para empezar a moverse con libertad;
sentimos claramente que la tolerancia
nos empieza a ir chica de sisa, que tira,
y me hacés que sí con la cabeza;
que los sueños de grandeza son imposibles
porque crecimos y que la resaca ya no es 
dolor de cabeza sino remordimiento;
y vos, dale, decís, y me servís otra copa;
ya es tiempo de hacernos el honor
de ser quienes somos, te digo,
aunque podamos no ser sencillamente
aquellos que nos propusimos ser;
en fin, que después de tanta dialéctica
y especulación convenimos en que no hay caso:
para hacer una tortilla hay que romper los huevos.

lunes, 21 de junio de 2010

Liliana Escanes-Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

_¡FELIZ BICENTENARIO!!!_
El cielo está
“bandera argentina”...
Celeste – blanco
y el sol radiante
en lo alto...
Sí: el cielo hoy está
“bandera argentina”...
Será porque se acerca
“el veinticinco”...
¡Y hasta el cielo
quiere festejar
los “200 años de Historia Patria”!!!
Sí: ¡hasta el cielo
quiere festejar
los “200 años de Historia Patria”!!!

Celeste – blanco
y el sol radiante
en lo alto...
Tarde tibia y soleada.
Serena.
Serena, tibia y soleada
tarde de Mayo.
Las plantas,
en su lento y verde
reposo...
Los tréboles, las violetas,
los malvones, los lacitos de amor,
los helechos...
Mi pino que crece y crece...
Algún tenue trino,
a lo lejos...
Las aves también
reposan...
                   En sus cálidos nidos...

Cielo celeste – blanco
y el sol radiante
en lo alto...
Que ya se va...
             Que ya se esconde...
Tras la enorme copa
del naranjo...
Rebosante de frutos...
                  Rebosante de frutos...

La “bandera” del cielo
es muy bella: celeste – blanco
y el sol radiante
al fondo...
Que ya se va...
           Que ya se aleja...

¡Felices “200 años”,
querida REPÚBLICA ARGENTINA!!!
¡Feliz BICENTENARIO!!!
¡Y por otros “futuros 200 años”
aún mejores!
Más “blancos y celestes”...
Más radiantes...
Más bellos...
Más justos y más plenos...
Más amados aún...
Más festejados aún...
¡Felices “200 años”,
querida REPÚBLICA ARGENTINA!!!
¡Feliz BICENTENARIO!!!
¡Desde mi corazón
y desde mis más profundos deseos!!!

¡Bellísima “bandera” del cielo!
Celeste – blanco – celeste
y espléndidos destellos de luz
en lo alto...

_AMANECERES CELESTES Y BLANCOS_

_BELLÍSIMOS AMANECERES
CELESTES Y BLANCOS_

_DORADOS Y BELLÍSIMOS AMANECERES
CELESTES Y BLANCOS_

                                                         _”Para nosotros, para nuestra posteridad,
                                                          y para todos los hombres del mundo que
                                                            quieran habitar en el suelo argentino”_
. Preámbulo de la Constitución Nacional Argentina.


__* LILIANA ESCANES. En los albores del “veinticinco”. Lunes 24/5/2010 *__
____* Bahía Blanca, Argentina *____


* En Homenaje a NUESTROS PRÓCERES DE MAYO,
QUE CON TANTO ESFUERZO, DEDICACIÓN, CORAJE, ENTREGA Y SACRIFICIO,
NOS LEGARON EL PAÍS QUE HOY TENEMOS_
_Nombro a MORENO, a BELGRANO, a SAN MARTÍN, a ALBERDI,
a IRIGOYEN, a ALMAFUERTE, y a tantas mujeres y hombres comunes, del pueblo,
de la clase media y obrera, de las ciudades y del campo, que forjaron nuestro
 país, con su talento, con sus manos, con su corazón y con su inteligencia.
_Nombro a nuestros abuelos y bisabuelos inmigrantes, “laburantes”, que hicieron crecer nuestro país. Y a nuestros padres, que siguieron en esa senda de trabajo.
_Nombro a nuestros pueblos autóctonos, originarios, desplazados en sus posesiones y en
sus culturas milenarias, que siempre colaboraron en el engrandecimiento
 de nuestra historia. A pesar de sentirse y saberse postergados.
_Nombro a todos los que día a día, trabajaron y trabajan para llevar adelante nuestro país. Que madrugan, que luchan, que viajan cansados para volver a sus hogares, que estudian
 y trabajan, que educan a sus familias, que se sacrifican, que crean, que enseñan,
que sueñan, que esperan y se merecen una vida mejor.
 _NOMBRO A TODOS, ARGENTINOS NACIDOS AQUÍ, O QUE OPTARON POR VIVIR
EN NUESTRA PATRIA, PARA QUE NO NOS DESANIMEMOS
Y CONTINUEMOS, CADA UNO EN NUESTRA LABOR_
_QUE OTROS FUTUROS 200 AÑOS DE HISTORIA PATRIA ENCUENTREN A NUESTROS DESCENDIENTES, Y A TODOS LOS SERES VIVOS QUE LA HABITAN, EN MEJORES SITUACIONES DE VIDA, CON UNA MEJOR, MUCHO MEJOR, CALIDAD DE VIDA_
_OJALÁ, ASÍ DIOS LO QUIERA_

__* Liliana Escanes, 25 de Mayo de 2010, Bahía Blanca, Argentina *__

* LA LUZ VENCERÁ *
____________________________________________

_LA LUZ _ LA ENERGÍA_
_EL NUEVO AMANECER DE LA VIDA_

__ EN ADHESIÓN AL BICENTENARIO
         DE LA REPÚBLICA ARGENTINA __

-- 25 DE MAYO --


____* 1810 -- 2010 *____

____200 años de Historia Patria____


__* ORACIÓN POR LA PATRIA *__

JESUCRISTO, SEÑOR DE LA HISTORIA, TE NECESITAMOS.
NOS SENTIMOS HERIDOS Y AGOBIADOS.
PRECISAMOS TU ALIVIO Y FORTALEZA.
QUEREMOS SER NACIÓN,
UNA NACIÓN CUYA IDENTIDAD
SEA LA PASIÓN POR LA VERDAD
Y EL COMPROMISO POR EL BIEN COMÚN.
DANOS LA VALENTÍA DE LA LIBERTAD
DE LOS HIJOS DE DIOS
PARA AMAR A TODOS SIN EXCLUIR A NADIE,
PRIVILEGIANDO A LOS POBRES
Y PERDONANDO A LOS QUE NOS OFENDEN,
ABORRECIENDO EL ODIO Y CONSTRUYENDO LA PAZ.
CONCÉDENOS LA SABIDURÍA DEL DIÁLOGO
Y LA ALEGRÍA DE LA ESPERANZA QUE NO DEFRAUDA.
TÚ NOS CONVOCAS. AQUÍ ESTAMOS, SEÑOR,
CERCANOS A MARÍA, QUE DESDE LUJÁN NOS DICE:
¡ARGENTINA! ¡CANTA Y CAMINA!
JESUCRISTO, SEÑOR DE LA HISTORIA, TE NECESITAMOS.
AMÉN.
                                                               * Conferencia Episcopal Argentina *

* * * * * * * *

* 8 de Mayo, Nuestra Señora de Luján, Patrona de la República Argentina *

domingo, 20 de junio de 2010

Esther Moro-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010


 NO SOL


Esa vejez de sillón, vejez de cerrar puertas y ventanas aconteció inesperadamente  cuando el sol comenzó a enroscarse en su cabeza y le aturdía la voluntad y el entendimiento.

Una danza de vampiros descontrolados la atravesaba por los ojos cuando la claridad del día la rozaba.

El otro síntoma era el de la sangre licuándose con los huesos y un abandono total en las míseras manos de la oscuridad, para calmar la feroz batalla de su transformación.

En la casa se cerró cualquier orificio que dejará  pasar un inadvertido rayo de sol.

Por las noches se reanimaba pero no podía estar al aire libre, porque las cadencias del sol sobreviven en el aire, en el polen, en los reflejos de la luna y en la verde densidad de la vegetación.

Imposible se torno el blanco de su piel, de por sí blanca, y la mirada oscura de sus ojos de a poco perdía color.

Los médicos se enfrentaban a diagnósticos  impares,    y ni   los brujos lograron desentrañar la mística de la enfermedad que la poseía.

El amanecer nacía con un lamento que se expandía por todos lados asustando a  los pájaros.

Un lamento maldiciendo otro día de sol.


Cuando la generación que la contuvo, desapareció, los nuevos integrantes de la familia la confinaron a una vieja y húmeda cabaña en el bosque de los olivares.

Una persona de las inmediaciones le acercaba víveres, pero pasado el tiempo murió, como murió todo aquello conocido por ella.

La cabaña tapada por la vegetación se fue hundiendo con su habitante que respiraba el fulgor de la tierra.

La mujer sobrevivía succionando raíces y bebiendo el agua que se deslizaba por las grietas. Misteriosamente en paz, se transformó en una inmortal                                                                      Que me espera para celebrar  bodas e iniciar el nuevo linaje.

Entonces reptará hacia la superficie con la fuerza de sus uñas y el costado intacto de su luz.

El no sol será otro.

                                Celebraremos el sol nuevo.    
 

Elena Ortiz Muñiz-México/Junio de 2010


OCASO

El atardecer empieza a morir. Al abrir la puerta, advierte las sombras que han comenzado a cubrirlo todo. Avanza con pasos lentos que arrastra al andar, observa su figura encorvada proyectada en la pared. Prende la luz y su imagen desaparece. ¡Qué triste! ¡Qué callada vida la suya! Y pensar que en su juventud fue un hombre de éxito, de empresas, de triunfos. Todos querían estar con él. Gente que salía de todas partes pidiendo favores, suplicando por un empleo, una recomendación, una ayuda.

Ayuda...como la que necesitaba él ahora. Y sin embargo, cuando por azares del destino se encontraba en la calle con alguno de esos jóvenes, ahora hombres maduros a quienes había ayudado, a veces sin conocerlos del todo, algunos volteaban el rostro y continuaban su camino disimuladamente. Otros lo saludaban brevemente, con cortesía...y lástima. Si supieran que lo único que necesitaba era platicar con alguien de cualquier cosa, de lo que fuera.

Y qué decir de cuando debía  hacer los pagos de cada mes, después de cobrar su pensión. Eso lo desgastaba considerablemente. Tenía que hacerse el tonto y no percibir ese tono imperativo y degradante que acostumbra la gente a adoptar cuando se trata de atender a una persona de la tercera edad, como él. Al principio, se enfurecía y peleaba reclamado una atención eficiente y digna. Ahora, ya ni gastaba fuerzas en exigir. Callaba y observaba fijamente pensando:

-¿Cuántos años puede tener esta muchachita? Si supiera todos los títulos que tengo,  los libros que me he leído, las experiencias que he acumulado a lo largo de tantos años, me hablaría con más respeto. Pobrecita ignorante ¿Cuántos estudios puede tener para sentir tanta soberbia y superioridad?-

Terminaba agradeciendo parcamente por el "servicio" prestado y continuaba su camino reclamando entre dientes, siendo señalado como un viejito gruñón cuando todo su pecado era tener el alma apesadumbrada.

Cada día iba a la cama rogando al cielo para ya no despertar. Pero despertaba. ¡Y cómo dolía hacerlo! A veces tardaba mucho tiempo en ponerse de pie porque no sabía para qué  dejar la cama. ¿Qué objeto tendría el hacerlo?. Pero igual, la terminaba abandonando.

Entonces comenzaba el suplicio. Prepararse la avena para el desayuno, que por cierto siempre quedaba desabrida, para luego asear la casa tan eficientemente como su artritis y el dolor de espalda se lo permitiera. Luego se sentaba frente al televisor, su única compañía.

Buscaba hasta encontrar la película del medio día, que siempre era un film antiguo, de sus tiempos. Y se ponía a recordar hablando para si mismo:

-Yo estuve enamorado de esta actriz, soñaba con ella, no me perdía ninguna de sus películas... -Se entristece un poco-... ¡Ah! Esta escena. Cuánto nos reímos mi hermano Pablo y yo cuando la vimos en el cinema... -Y ríe recordando-... Esa casa...esa casa se parece a la que tenían mis papás, en una  así crecí yo. También tenía una fuente al centro del patio y ¡metíamos en el agua los pies con todo y zapatos para no tener que limpiarlos!...-le emociona la evocación-... ¡Qué tundas nos daba mi madre! Mi mamacita...tan buena. ¡Cuánto sufrió la pobrecita!...Termina lamentando el paso de los años.

Luego seguían los noticiarios y las reflexiones de cómo ha cambiado el mundo, de lo diferentes que son las cosas ahora, de cómo es posible que haya tanta violencia, tanta pobreza...Hasta que se quedaba dormido murmurando frente al televisor que hablaba y hablaba mientras él seguía peleando consigo mismo, con sus años, con su suerte, con las decisiones de su vida, con sus enfermedades, con su soledad...

Al despertar, iba por su bastón y salía a caminar. Llegaba hasta la plaza y se sentaba en una banca, siempre la misma banca, siempre el mismo panorama frente a sus ojos, las mismas palomas buscando migas de pan, los mismos niños...Y volvían los pensamientos a su cabeza...En una plaza así nos encontrábamos mi chatita y yo. Tenía que esconderme de Manuel, su hermano, que invariablemente la estaba cuidando, ya después aprendí que con unas monedas era suficiente para que se hiciera de la vista gorda y nos dejara platicar a solas... ¡Qué tiempos!...ahora todo es tan distinto...las parejas casi hacen el acto sexual en la vía publica, las mujeres ya no dejan nada a la imaginación, los padres no saben en dónde ni con quién están sus hijos. Y los jóvenes...ellos ya no conviven, todo el día en la computadora dizque "chateando", sin hablar unos con otros, sin tener comunicación real. No. Los tiempos han cambiado mucho.

Entonces era momento de levantarse y caminar hasta la fonda. La comida era sabrosa y barata. Hacían una sopa muy parecida a la de su difunta chata, aunque jamás con ese sazón que solo ella tenía. Lo único que le disgustaba era que la dueña creía, como la mayor parte de la gente, que por ser viejo era también sordo e idiota y le gritaba cada palabra acercándosele al oído y repitiéndole todo dos o tres veces.

Después de comer, la caminata hasta su casa. Llegaba, casi siempre cuando la noche empezaba a amenazar con cubrirlo todo, con sus sueños tristes y sus pesadillas. Con esas siluetas que lo asustaban como cuando era niño. Encendía la luz para que desaparecieran los espectros y se sentaba a cenar el pan recién comprado acompañado de leche.

A veces, una que otra lágrima caía de sus ojos. Miraba el teléfono que casi nunca sonaba, parecía más un adorno que un aparato de comunicación, pero la manera más eficaz de saber de su hijo de vez en vez, cuando se acordaba de llamarlo para cerciorarse de que siguiera vivo. Él casi nunca le telefoneaba al muchacho pues tenía la sensación de que a la mujer, su nuera, no le hacía gracia que lo hiciera. Prefería aguantarse las ganas y esperar, aunque la espera significara semanas, o hasta meses.

Luego, una ducha rápida, muy rápida. No se detenía a observar su cuerpo. No le gustaba ver sus brazos y piernas flácidas y arrugadas, ni su vientre abultado colgar como pellejo sin vida. Desde que su chata murió, no volvió a mirarse al espejo ¿para qué? ni siquiera para peinarse pues ya ni pelo tenía.

Luego se metía a la cama, con la luz de la lámpara en la mesa de noche encendida para que no le pillaran las tinieblas y se le vinieran encima. Miraba el lado vacío junto a él, la casa silenciosa, se imaginaba cómo se veía acostado ahí. Solo. Con vida, pero sin ella. Muriendo día a día sin lograr fallecer del todo. Cerraba los ojos y oraba...oraba con fuerza y fe. Pedía por su esposa amada, por la felicidad del hijo que nunca llamaba...pedía piedad y suplicaba que le permitieran descansar. Casi siempre acababa llorando. Hasta que se quedaba dormido, con las lágrimas frescas en su rostro y la almohada húmeda de tanto llanto. Su cama olía a orines rancios, el olor de la vejez. La señal de que el cuerpo ya no funciona tan bien. Las gafas en el buró, junto a la dentadura artificial, en la pared los diplomas, premios y reconocimientos que a lo largo de su vida conquistó, bajo la cama el bacín por si llegara a hacer falta, en el vidrio de los cuadros el reflejo de su figura cansada y desvalida durmiendo como un niño mientras la luz, que siempre se queda encendida, le ilumina el rostro plagado de arrugas y hace menos sombría su desolada senectud.

Al día siguiente amanece,  y todo vuelve a empezar, con pequeñas variaciones, pero casi siempre igual. Lo único que le alegra es que ese día más, para él, es un día menos. La llegada del ocaso. Y arrastra los pies a la cocina para preparar su avena desabrida...

Teresa Palazzo Conti-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

    PRETEXTO

Habitaste la casa que te esperaba a oscura,
y encendiste las lámparas.
                                                                                                                             Pablo Neruda

  
Habitaste la casa

que dormía

y excitaste las lámparas

de todos los rincones.


En el chisporrotear del fuego

encendiste el abrazo

y fue cada palabra

el tizón germinal que avivó

las columnas de mi sombra.


Cayó a tus pies

mi máscara

cuando se abrían todas las ventanas

y mi noche alcanzaba el torrente

generoso de la entrega.


Había cometido la locura

de aprisionar las letras de tu nombre

en el regazo quieto de una alcoba.



del libro ALEGATO ÚNICO(erótico/amoroso), en editorial.
                                            

Analía Pascaner-Catamarca, Argentina/Junio de 2010



Hoy mi alma está gris

Las cinco en punto de esta amenazante tarde.
La bruma permite descansar de miradas intrusas a las montañas del oeste. Detrás de esa espesura gris adivino las formas y los colores de esas moles, mudos testigos diarios de la vida, de mi vida. Montañas misteriosas y cautivantes, siempre intentando modificar sus colores; atrapando todos los tonos de gris y amarillo, azul y verde; mostrándose rosadas cuando el sol las acaricia en cada amanecer, tornándose transparentes cuando ese sol desaparece tras ellas. Hoy descansan, hoy no toman ningún color, hoy me permiten imaginarlas como mi alma desee sentirlas.
Una lluvia mansa limpia el valle.
Observo las gotas desprendiéndose suavemente desde el techo gris plomizo. Otras gotas juguetean entre las hojas de los árboles y las plantas antes de acariciar el pasto.
Hoy quisiera transformarme en nube para permanecer frágil y poderosa, cercana y lejana, indemne e inalcanzable.
Hoy mi conciencia al fin reconoce el peligro de permanecer inmersa en esta obsesión.
Obsesión caprichosa ocupando mi mente desde hace algún tiempo. Obsesión absurda envolviendo mi ser en una tristeza asfixiante. Obsesión semejante a un monstruo absorbente tomando mayor confianza a cada minuto: una telaraña incómoda y pegajosa, una luz oscura y dolorosa naciendo en lo más profundo, hiriendo mi interior, desgarrando mis entrañas. Un monstruo invasor arrastrando mi vida, apropiándose de mis sentimientos. ¡Ay! con esta angustiante obsesión: dueña absoluta de cada uno de mis días.
Hoy deseo liberarme y vagar con libertad. 
Hoy todo es gris en este inmenso cielo.
Hoy mi alma está gris… y nada hago por impedirlo.

Mayo 2004

Marcos Polero Vélez-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010


El “Capitán” Beto


 Ahora tengo 49 años, soy médico, con clínica propia y auto importado. Cada dos años voy de vacaciones a Europa o al Caribe. No paso apremios económicos y he podido sobrevivir a todas las crisis  gracias a mi especialidad siempre de moda, la cirugía plástica. 

Ha pasado toda una vida y miles de experiencias enterraron en el olvido la historia de Beto, mi vecino de la villa Santa Rita, Boulogne, amigo entrañable de la niñez.

Yo vivía en la Manzana 31, Casa 1 del barrio, él vivía en la 4 de la misma manzana. Casuchas de bloques de cemento sin revocar, todas iguales.     Techos de chapa acanalada a un agua. Patios de tierra  convertidos con la lluvia en océanos de barro, donde emergían mitades de ladrillos y pedazos de mampostería haciendo de caminos. En vez de calles, pasillos peatonales de cemento rajado. Cañerías rotas. Olor a podrido y a excrementos, especialmente a orín, que aún hoy me inunda las fosas nasales en mis pesadillas. Y la “canchita”: potrero de tierra pelada con arcos de palos de sauce y travesaños encorvados hacia el suelo atados con alambre de fardo oxidado que imaginábamos estadio, con alaridos de hinchada, “oes” de asombro ante cada caño o amague y gritos eufóricos de gol acompañando nuestros desvaríos en el improvisado “campo de juego”.

Beto era el mejor. Nos agarrábamos a piñas por tenerlo en nuestro equipo reclutado cada día con el método del “pan y queso”. A los quince años el fútbol no tenía secretos para él. Gambetas, rabonas, malabares, cabezazos furtivos, chilenas imposibles; tiros libres de combas matemáticamente incalculables cuyo destino era el ángulo elegido del arco o los recovecos descuidados por el arquero para  coronar  el gol. Poseía la rara habilidad de los elegidos: jugaba muy vistoso, elegante,  bailando. Cruzaba la cancha como un delfín cortando el océano. Organizaba el equipo y se lo ponía a las espaldas, creaba las jugadas e iba a buscar la devolución para clavarla dentro de la red (que por entonces era imaginaria y obligaba a largas excursiones a las casillas vecinas, para buscar la “pulpo” escapada después del pelotazo). Muchos venían a la canchita de la villa sólo a verlo, y varios clubes quisieron “ficharlo” para su equipo. El Social de Boulogne, el Atlético, el Las Heras de Ballester y hasta Tigre y  Platense se interesaron en él. Su madre decía que todavía era muy chico, pero la verdad es que ella no podía ocuparse ni prestarle atención. Ella, de día dormía y a las siete de la tarde apenas tenía tiempo para arreglarse la ropa, cambiarse y maquillarse antes de ir a trabajar, y a veces soportar escenas de celos de su pareja con final a los golpes. Volvía del trabajo al otro día, casi a la hora de la escuela. Después de clases su hermana Cintia se ocupaba de él como podía. Les cocinaba a los cuatro varones y muy poco, procuraba revisar las tareas escolares, aunque sus hormonas conspiraban contra el oficio de madre suplente cuando llegaba el  noviecito de turno y comenzaban las caricias y los apremios. Allí Cintia urgía por deshacerse de los niños para quedarse a solas con su amante, y éstos migraban para el potrero o “por ahí” (lo que podía significar vagabundear entre los galpones de la estación o “escaparse” hasta Retiro, puerta abierta al centro, donde abundaba la novedad y la aventura).

La noche que cumplí los 16 obtuve algún dinero y el permiso para salir.  Nos fuimos todos juntos al centro colados en el tren. Beto venía con su hermano Julito y además estábamos Raúl, Pachón y yo. Queríamos ver una película de la Sarli en el Ferrocine. Durante la “expedición”, como siempre, tratamos de demostrar hombría y temeridad, típico de nuestra adolescencia.

 Compré un paquete de Jockey club y fósforos de carterita, que me calcé en el arremangado de la camisa y convidé a todos. Nos sentamos en las puertas abiertas del vagón con las piernas colgando. ¡Qué impresión cuando pasábamos el puente, después de la estación Aristóbulo del Valle! Quedábamos en el vacío mirando los autos debajo de nosotros. Yo tenía miedo pero trataba de disimularlo con gritos y risotadas, creo que los demás también.

Aquella vez, en la última curva, antes de entrar en la estación Retiro del ramal Belgrano, Beto perdió el pié y cayó entre las vías. Hubo gritos y silbatos. El tren se detuvo. Sonaron sirenas. Llegaron ambulancias y la policía nos llevó hasta nuestras casas, menos a  Beto que quedó internado en el hospital Fernández.

Al día siguiente nos enteramos de que le habían amputado las dos piernas por encima de las rodillas, era imposible ¡justo a él! casi hubiera sido mejor que se muriera.

Permanentemente íbamos a visitarlo a la sala general de traumatología, y  creo que allí, después de ver lo que es un hospital, me juramenté estudiar medicina. Aunque mis motivos de entonces eran mucho más nobles que mi realidad actual.

Con el tiempo Beto volvió al barrio en una silla de ruedas, y en un año ya estaba vagando por las formaciones del ramal Belgrano pidiendo limosna y moviéndose con una agilidad pasmosa.

Lo que se le había terminado era el fútbol, ¡cómo se lo extrañaba en el potrero!, si hasta surgió el mito:

—Mirá si jugaba Beto— decía alguno.

—Seguro que si entraba ahora remontábamos el 4 a 0—comentaba otro.

—Nunca nadie va a jugar como él.

-—Si no se hubiera accidentado ya estaría en River.

—Y en la selección juvenil, de la que se salvó ese Maradona, si Beto estaba sano, patente que era el diez en Japón.

Una tarde, Beto, sin la silla, balanceándose con sus brazos y el cuerpo apareció en la canchita. Estábamos jugando un “picado”, pero todos nos quedamos parados y mudos.

— ¿Puedo jugar?— preguntó Beto, y nadie se atrevió a contradecirlo.

Entró a la cancha y robó una pelota caminando con las manos, o más bien el chico que tenía el balón, por lástima y respeto, se la cedió. Otro chico, que venía con carrera, no pudo parar y se le fue encima.

—Faul— dijo Beto—lo pateo yo.

En medio del mutismo, acomodó la pelota al borde del área, tomó carrera a su manera, y con el puño cerrado golpeó la pulpo que se clavó en el ángulo izquierdo del arco.

Desde ese día Beto siguió jugando en el potrero.  Hace años que no sé nada de él. Yo seguí estudiando y me fui del barrio. A veces me lo cruzaba en el hall de Retiro, en mis épocas de médico residente, cuando todavía no tenía auto. Él me miraba con un respeto inalcanzable y  no me saludaba. Yo tampoco

sábado, 19 de junio de 2010

Leonor Farias-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

Me miraste

me viste
a tus ojos
desnuda
        atravesaste mis entrañas
        y me hallaste.

Tus ojos, tus labios
tus manos, la espalda
tus muslos y los míos
la lengua
la piel
mis pies y tus palabras.

Hundiste un sello
(quedó el vestigio)
tu territorio
mi filigrana
Mi vientre y mis ancas
tu galope
el sudor los gemidos
tu semen y mi sangre
        promiscuos y unánimes.

Y ahora estás ahí
(lejos)
existís, sos
        te encontré
        me hallaste
¿Por qué mis manos no serán tu cántaro?

Del libro: La hembra

viernes, 18 de junio de 2010

Pere Bessó-Valencia, España/Junio de 2010

El poema en catalán es original del autor, y él mismo lo traduce al castellano/español para sus amigos de habla hispana


L’UNGLA DEL FOC

Et quand j'arriverai, je mettrai sur ta tombe
Un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur.
Victor Hugo



El follet del grèvol
guaita davant de la flama
el tremp de la pell.

(de Llibre dels haikus, 2010)




LA UÑA DEL FUEGO

Et quand j'arriverai, je mettrai sur ta tombe
Un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur.
Victor Hugo


El duende del acebo
aguarda ante la llama
el temple de la piel.

http://perebesso.blogspot.com/

Carlos Capossio-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

Cosas dormidas



No sé si despierten
las cosas dormidas.

Una mesa que tiemble si cargan su lomo.
Un poste de luz, con miedo a tropezar.

Y los caminos
esquivando los autos
Y las cucharas
flotando en la sopa

Que tal el obelisco con vértigo,
los almanaques con amnesia,
libros tartamudos,
y los molinos de viento
girando en cuartos cerrados.

Quizás despierten las cosas dormidas
y una piedra se estire
para tirar una gomera.
Y los alambrados de los campos
como redes gigantes
pesquen ovejas.

Que hay si las guitarras tienen vergüenza.
Si las palabras se agarran de los labios
para no salir
o escriben de papel sus letras. 

Que tal si los juguetes dejan de jugar a la escondida
con los niños descalzos.

Qué pasa si las balas tienen pánico.

Y las banderas, en un globo gigante,
se llevan volando todos los imperios.

No sé si despierten
las cosas dormidas.                                                       

Juana Castillo Escobar-España/Junio de 2010

¡Esta silla es mía!
(Un día normal en la vida de una mujer)

Avanza por la calle dando tumbos. Ha salido temprano de casa. La mañana la tiene completa y debe aprovecharla al máximo. Últimamente se ha vuelto muy despistada por lo que, para que no la tachen de negligente, lleva una larga lista dentro del bolso; en ella ha anotado los quehaceres de la jornada: visita al banco, al ginecólogo, recoger del tinte dos trajes, comprar folios y papel de dibujo, del mercado subir...
      Lo primero es ir al banco. Allí abonará unas cuentas pendientes y, de paso, sacará algo de efectivo. Es principio de mes y la oficina está abarrotada. Largas filas de clientes aguardan ante las ventanillas de la sucursal. Nerviosa mira el reloj de pared. Están a punto de dar las nueve quince. La gente parece no querer despegarse del mostrador. Si la cosa continúa así, al final, no podrá llevar a cabo todo lo que se había propuesto.
      A las diez está en la calle. Respira con relativo alivio, aún le quedan muchas otras cosas por hacer.
      Ahora debe trasladarse hasta el centro. Una vez allí, pasará por el bufete en el que trabaja el mayor de sus hijos. Otro despistado. Más aún que ella. Ha olvidado en casa un portafolios «con una serie de documentos que le son muy necesarios» y, claro, ha telefoneado para que se los lleve «a la mayor brevedad posible». Esto es algo que no estaba previsto y le va a hacer desviarse de su ruta. Lo mejor es ir en metro.
      «Si hubiera salido antes de casa, no habría podido coger su llamada y, así, no estaría ahora de recadera». Se recrimina y autocompadece. «Soy demasiado blanda».
      Por esto se ve así: pateando la ciudad de un extremo al otro. Una vez entregados los papeles a la secretaria (él no podía salir a recogerlos pues estaba reunido), ha retomado su marcha.
      De nuevo mira el reloj. Siempre odió el tener que estar atada a ese aparatito.
      « ¡Cuándo me jubile lo tiro!», dijo en más de una ocasión.
      ¡Qué tontería! Hace un año escaso le concedieron la excedencia y, desde entonces, está más y más atareada. Soñaba con poder dedicarse un poquito a sí misma pero, se quedó en eso: en un sueño... No da tiempo ni a pensar. Otra vez en el suburbano donde recorre pasillos, sube y baja escaleras, hace transbordos... ¡De nuevo en la calle! No le gusta nada viajar en metro, pero reconoce que, a veces, es lo más rápido.
      Se fija en la esfera: las once y cuarto. Calcula mentalmente. Aún le queda un instante, antes de entrar en la consulta, para poder degustar un aromático café, calentito, que le haga revivir un poco. Ante la taza de porcelana amarillenta cavila: «Si tan sólo sueño con tener un momento de descanso, un instante en el que poder aislarme como en estos segundos. O, aunque esté rodeada por la familia, necesito pasar desapercibida». ¿Que la olviden un poquitín, es pedir demasiado? Que no dependan tanto de ella.
      Un periódico abandonado sobre la barra atrae su mirada, en tinta roja está resuelta una frase, atribuida a Escipión, que propone el damero: «Jamás me encuentro tan ocupado como cuando no tengo nada que hacer». Esboza una sonrisa a la par que asiente con la cabeza. Ahora ella no trabaja, no lo hace fuera de casa, por lo tanto para muchos «no tiene nada que hacer». Eso mismo creía ella cuando estaba en activo... Da el último sorbo del humeante café. El reloj le dice que debe ponerse de nuevo en marcha.
      Ahora toca visita al ginecólogo. No hay otra cosa que más odie, pero es necesaria. Ahí pierde el resto de la mañana rodeada de embarazadas que piden salir al váter a gritos, y de mujeres de mediana edad, como ella, que aguardan el examen anual que, por raro que parezca, aunque dé negativo en todo no se quedan muy conformes con el resultado.
      Incómoda, está de nuevo en la calle. Ahora hay que regresar el barrio, una vez en él queda la visita al mercado, a casa corriendo, preparar la comida... ¡Siempre corriendo! Los pies le echan chispas, la cabeza le da vueltas, pero está prohibido pararse.
      Ahora, eso sí, regresará en taxi, ya está bien de tanto y tanto caminar. Por unos momentos se relaja, pero le dura poco el descanso. El taxista ha metido una velocidad al coche que ha llegado a su destino en un santiamén. La tintorería ha cerrado y la papelería le queda alejada. ¡Ya tiene algo que hacer mañana, amén de lo nuevo que pueda ir saliendo a lo largo de la tarde! Una vez en la plaza siente como si aquello fuera la traca final. Otra carrera de obstáculos: pescadería, fruta, panadería, carne... y, para casa.
      Llega asfixiada. Los cinco pisos que le separan de la calle se hacen cada vez más penosos de subir, máxime cuando, en lugar de una mujer, más parece un árbol de Navidad adornado con pesadas bolsas de colores. Mete la llave en la cerradura. Un pensamiento se le repite machaconamente, como en una letanía: «En cuanto traspase la puerta tiro las bolsas en la cocina, me quito los zapatos por el pasillo y me dejaré caer en mi mecedora, junto al balcón. ¡Ah, mi mecedora, cómo te echo de menos!».
      Entra. Suelta los paquetes en el suelo como si quemasen, atraviesa el pasillo con rapidez, los zapatos en la mano, con la que le queda libre se desabotona la chaqueta. Hace todo lo posible por quedarse cómoda... Cuando está frente a la puerta de su dormitorio se le escapa un grito, ronco, que más que de la garganta parece llegarle del fondo del alma:
      — ¿No tenías que estar en el Instituto? ¡No, por favor, levántate de ahí! ¡Telefonea desde tu cuarto!
      Y, casi mordiendo, atruena:
      — ¡Ésta silla es mía!

Zaidena-Elortondo, Pcia. de Santa Fe, Argentina/Junio de 2010

 Mi inocencia

He perdido la inocencia ante tu instinto
que te llevó a sondear por  mis caminos,
recorriendo  sus recodos y sus ríos
y almorzando en mis manjares y mis vinos.

He perdido mi inocencia ante tus ansias,
imperantes  de placeres conocidos,
que  tomaron como tuyos mis anhelos
transformando en pasión,  lo maldecido.

Te erigiste como el hombre dominante
en el juego de una vida que empezaba,
saboreando  el placer del caminante.

Y te erguiste ante el sueño complacido
de lujurias,  ansias locas y favores,
soberano de la angustia y lo venido.

Te maldigo pues entonces  por  mi vida,
por  mi afán, por  mi ilusión,  por  mi demencia,
pues  lograste que hace mucho, mucho tiempo,
transformaras  en angustias mi inocencia.

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

VIVENCIAS


Escribir una falacia
sin entender contenido
es pureza del lenguaje
enfundada en desenfreno


    Soñar un imposible
    sin impartir cordura
    es pispar en el cerrojo
    la legítima ilusión

        
Vivir una odisea
        sin prisa pero sin pausa
        es munirse de estentóreo
        regodeo de la mente


            Escribamos falacias
              Soñemos imposibles
                Vivamos aventuras
                  y encontremos en el ruedo
            
                        una historia verdadera
        

Cristina Villanueva-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

Cabeza de medusa

Asomada con mi enorme cabellera a la ventana del mar.
Entre las transparencias del agua y del aire veo subir un pájaro.
Nos amamos en el templo.
Siempre hacen los cuerpos un templo del sitio del abrazo
donde se vuelve a ligar lo desligado.
Él se enredaba en mi como en una interminable serpentina de algas.
Yo resbalaba en él hasta llegar al hueco del deseo
Después lo de siempre,
Poseidón me entregó indefensa.
Sembraron de serpientes mi cabeza.
No pude mirar sin volver de piedra lo que miraba.
Al final como la de tantas mujeres rodó mi cabeza.
Con un sueño de redes en el pelo.
Una mirada propia de luz que no se baja.
Y un abrazo de agua para la hoguera de las
OTRAS, de resplandecientes , estremecedoras...
Cabelleras inadaptadas.

José Luis Alarcón-Ex Combatiente de Malvinas/Junio de 2010

DESFILE 25 DE MAYO 2010
VETERANOS DE GUERRA MALVINAS Y FAMILIAS


AL BICENTENARIO

Celebrando su Bicentenario
nuestra patria se engalana hoy
mil banderas despliegan sus paños
y flamean al viento en su honor.

Orgullosos la nuestra portamos
embargados de tanta emoción
más también la esperanza llevamos
de que un día nuestro pabellón.

Vuelva a izarse en las Islas Malvinas
para que sea completa la unión
y por fin nuestra tierra querida
vea su suelo libre de invasor.

Los que un día por ellas luchamos
lo deseamos con tanto fervor
por los héroes que allí ofrendaron
a la patria, su vida y su amor.

Celebrando su bicentenario
Argentina se engalana hoy
y al desearle ¡ feliz cumpleaños!
lo hacemos, ¡ con el corazón.!!

Oscar Alfonso Vera-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2010

"España"
=Galicia =
¡Moy!, "Miña terra"



Más allá de las algas dormidas
en un mar silente, pacifico, azul,
se encuentran las sierras bruñidas,
de los pueblos Celtas, Galicia mi amor.

Nací entre las piedras, de tu hermosa aldea,
me crié entre las flores, me doró tu sol,
me acuné en tu cielo, recorrí praderas
entre un verde intenso, que era mi pasión.

Y en las horas tiernas de cristal estancia,
jugando y riendo me iba a trabajar,
cuidando corderos, que en mi tierna infancia,
con amor y esmero, sabia tratar.

Así por las tardes de sombras serenas,
plantas de castañas solía trepar,
y al comer sus frutos, sabrosas diademas,
henchido mi pecho, parecía estallar.

Esta fue mi infancia de flores y verdes,
entre mil montañas que solía escalar,
y en mi adolescencia, por mentes imberbes     
de mi hermosa aldea tuve que emigrar.

Me vine a estas tierras pensando en futuro,
cambie mi cultura, encontré otro mundo
trabajando siempre, fue todo tan duro,
que premió mi esfuerzo El; mi Dios jocundo.


Encontré la parte que a mi me faltaba,
la luchamos juntos en esta Argentina,
buscando la dicha, que estaba marcada
en los Buenos Aires, de Santa María.

Hoy yo le agradezco al país bendito,
que acunó mis sueños, y les dio color,
                      que le puso alas a ese, mi angelito
 gracias Argentina por darme tu sol.

Galiza de meu amor,
 Moy, aldea queridiña
cantas veces te chorei
 hoje adouro mi Arxentina.

De: Oscar A. Vera
Para mi esposa inmigrante Española (Galleguita.)

Rubén Vedovaldi-Rosario, Pcia. de Santa Fe, Argentina/Junio de 2010

DIOSES SON LOS DE AHORA

Una diosa endiablada y un diablo endiosado se aman
Fruto de ese olímpico amor, quedan los dos encintos.
Ella da a luz un hermoso diosecito endiablado
y él una bella diablita endiosada de cola divina.
Para crecer, la pequeña se alimenta del padre hasta devorarlo
y el pequeño deglute a su madre con igual voracidad.
En sueños, el padre renace comiendo a la hija
y renace la madre del vientre del hijo para tragárselo.

Después de las comidas despiertan al apetito del amor,
pero esta vez  se llevan a la cama toda clase de anticonceptivos
para asegurarse una celestial y placentera eternidad.

Carmen Vasco/Junio de 2010

A modo de Epílogo para edición en soporte papel o reedición en soporte electrónico del poemario “Ojalá que  te pise un tranvía llamado Deseo” de Rolando Revagliatti.




“Lectora del 1 de enero de 2010 escribe”
por Carmen Vasco





Rolando:

En mi simple criollo, yo querría que me arrasara un tranvía de deseo llevándome más allá de lo que no deseo.

Eso aparte, tus reflexiones o versos me gustaron como acertadas, me molestaron como horribles y otras me hicieron reír mucho.

Concluyo que ella te quiere y vos a ella (siendo "ella" = ella y "te" = al poeta), que sos joven y torbellino a pesar de que te parece que envejeciste, y que seguro le seguís gustando.

Lo más real de todo es lo de nuestra derrota a la naturaleza: es un hecho, no una hipótesis de quien escribe acerca de él mismo y su propia vida.

Así que, en mi osada opinión - que ha de ser lo que desea el que escribe que le suceda al que lee, que ose percibir - lejos está, de tu casa, la tan nombrada muerte.

Feliz Año Nuevo,

Carmen